Miguel Ángel Valerón, el primer genio de la familia

Ficha Miguel Ángel Valerón

Seguramente, cuando oímos hablar de Arguineguín —ese pequeño emplazamiento pesquero situado en el sur de la isla de Gran Canaria— se nos vienen inmediatamente a la cabeza dos apellidos. Para los más jóvenes, Silva (David) dejó un legado, tanto en su tierra natal como en el resto del territorio nacional, que terminó situando al actual jugador del Manchester City y de la selección española en la cúspide del planeta fútbol. Los más granados, en cambio, seguro que recordarán, con la nostalgia que ya empieza a hacer mella en el aficionado noventero, haber crecido contemplando las diabluras de Valerón (Juan Carlos) en estadios como el Vicente Calderón o Riazor, antes de que el jugador canario decidiera retornar a “su” Unión Deportiva Las Palmas hace dos campañas.

Lo que muchos no recordarán es que antes de ‘El mago de Arguineguín’ existió otro mago, con distinta chistera pero de la misma sangre que la del ex emblema deportivista: se trata del hermano mayor de Juan Carlos, Miguel Ángel, del que muchos expertos en la materia (como Ángel Cappa, que lo tuvo a sus órdenes durante la campaña 96-97) han llegado a asegurar que poseía mejores cualidades que el actual jugador de la UD Las Palmas y que, de no haber sido por aquella cruel lesión sufrida en 1997, podría haber marcado una época en la UD Las Palmas gracias a una explosividad que, añadida a esa técnica innata en los genes de los Valerón, hacían de él un jugador más determinante de lo que ha llegado a ser su hermano Juan Carlos (que ya es decir).

Comparaciones aparte, lo cierto es que, si esos infaustos acontecimientos que forman y formarán siempre parte de este injusto deporte llamado fútbol no se hubieran interpuesto en la senda del “otro Valerón”, el aficionado de a pie podría haberse deleitado con una de las duplas de más talento natural surgidas en las últimas décadas, pero de cual no pudimos disfrutar en el añorado tapete futbolero de hace dos décadas.

Abriéndose camino en la UD Las Palmas

Con la ‘Unión Deportiva’ hundida en la categoría de bronce del fútbol español pero con una generación que invitaba a soñar, comenzaron a emerger, de la mano de ‘Iñaki’ Sáez, primero, y de los Boronat, Castellano o ‘Pacuco’ Rosales después, una saga de canteranos sobradamente preparados que culminó con la consecución del ascenso de categoría al final de la temporada 1995-1996.

Aquella campaña fue la primera en la que los hermanos Valerón pudieron compartir vestuario; aunque, probablemente por la dureza de esos “campos de Dios” tan impracticables para futbolistas que basan todo su juego en la calidad técnica y el exquisito trato de balón, ninguno de los dos logró ser titular indiscutible en el equipo del canario ‘Pacuco’ Rosales.

Sueño truncado en plena eclosión

Ya en Segunda División, los hermanos de Arguineguín estaban obligados a dar un salto cualitativo y a ponerse al frente de aquella plantilla integrada por los Manuel Pablo, ‘Paquito’, Socorro, ‘Turu’ Flores u Orlando entre otros, y por cuyo banquillo pasaron hasta tres inquilinos (Rosales, Cappa y Castellano) a lo largo de la temporada 96-97.

Corría la primavera de 1997 y la UD Las Palmas, que campaba con tranquilidad por la zona media de la tabla liguera, venía de un trayectoria encomiable en Copa del Rey, donde Miguel Ángel estaba siendo una pieza importante en el once del conjunto canario, que había logrado plantarse en semifinales tras eliminar a todo un Valencia CF en cuartos de final. En la ronda previa a la final les esperaba el FC Barcelona de Sir ‘Bobby’ Robson, que aterrizaba en el Estadio Insular con los Luis Enrique, Stoichkov, Ronaldo y compañía para intentar dejar finiquitada la eliminatoria copera en el encuentro de ida. Y así fue: los azulgranas lograban dejar sentenciada la eliminatoria en tierra insular con Pizzi, De la Peña y Ronaldo —éste por partida doble— como goleadores de un partido en el que, desgraciadamente, los verdaderos protagonistas no terminarían siendo los autores de los tantos del encuentro, sino otros dos actores que en un principio partían como secundarios pero que, por culpa de una desagradable escena no prevista en el guión, acabaron copando toda la atención del espectador. Transcurría el minuto 62 de partido cuando ‘Chapi’ Ferrer dejaría completamente finiquitada la carrera deportiva de un Miguel Ángel que tan sólo había dispuesto de cuatro minutos para hacer gala de su talento en la banda izquierda del Estadio Insular antes de recibir la espeluznante entrada por parte del lateral barcelonés; lo que supondría, a posteriori, el adiós del prometedor futbolista canario a la práctica del fútbol profesional.

“La mía fue una lesión parecida a la de ‘Juninho’, pero más grave, y si no se le dio la misma importancia fue porque somos la parte débil, y en principio se tapó todo porque no quisieron darle publicidad porque era el ‘Barça’, era Ferrer, y el pequeño siempre tiene las de perder” Miguel Ángel Valerón sobre su lesión

Triste final en Mallorca y Cuenca

Después de la grave lesión —rotura de peroné, cápsula articular, ligamento tibio peroneo y ligamento deltoideo (lesión muy parecida a la que sufrió el exatlético ‘Juninho’ tras una entrada de ‘Míchel’ Salgado en un Celta-Atlético de la 97-98)— sufrida en aquel Las Palmas-Barcelona de la 96-97, que le obligó a pasarse un año completamente “en blanco” en la disciplina canaria, Miguel Ángel abandonaría el conjunto amarillo para  firmar por el Real Mallorca (donde militaba su hermano Juan Carlos desde la temporada anterior) de cara a la campaña 98-99. Tras el fichaje se acordó que, dada su inactividad, el jugador se incorporaría para jugar en el filial bermellón y poder así recuperar el ritmo de competición perdido.

Así, en una operación que generó cierto conflicto entre ambas entidades insulares, Miguel Ángel acabaría vestido de bermellón a la par que, contra todo pronóstico, su hermano Juan Carlos terminaba fichando por el Atlético de Madrid en el transcurso de aquel verano de 1998; de esa manera, la primera de las razones que habían motivado su fichaje por los rojinegros se desvanecía nada más pisar territorio balear.

En una temporada para olvidar, la jornada 42 del campeonato liguero en la categoría de plata finalizó con el filial mallorquinista certificando su descenso a Segunda División B, por lo que, como cabía esperar, el periplo de Miguel Ángel en el segundo equipo mallorquinista (por aquel entonces en Segunda División) no terminó siendo precisamente un éxito. El hecho de verse, con 26 años a sus espaldas, retornando a la tercera categoría nacional de la mano de un filial en el que ni siquiera había sido titular indiscutible, hizo al jugador canario plantearse nuevamente su futuro, que parecía estar cada vez más lejos no sólo de las islas, sino del césped.

No obstante, en una última intentona por retomar una carrera que parecía ya más finiquitada que emergente, Miguel Ángel acaba firmando por el Conquense en el mercado veraniego de 1999. En el conjunto manchego, que militaba en la categoría de bronce del fútbol español, las secuelas de aquel 26 de marzo de 1997 volvieron a hacer mella en la búsqueda del ritmo competitivo perdido por parte del jugador canario que, después de verse vagando con más sombras que luces por el injusto mundo del balompié, decidió arrojar definitivamente la toalla tras una prueba frustrada para incorporarse al filial del Deportivo de la Coruña.

MOMENTO CUMBRE

Primeros años en la UD Las Palmas. El de Arguineguín pudo haber formado una dupla de ensueño junto a su hermano Juan Carlos en el Estadio Insular de no haber sido por la grave lesión que sufrió cuando llevaba camino de convertirse en todo un ídolo para la afición y prensa local.

MOMENTO INJUSTO

UD Las Palmas-FC Barcelona de la Copa del Rey 1996-1997. Albert Ferrer comete una dura entrada sobre Miguel Ángel Valerón (minuto 3:00 del vídeo), lo que supondría la retirada forzosa del jugador canario varias temporadas más tarde.

TRAYECTORIA EN CIFRAS

Trayectoria Miguel Ángel Valerón

Fuentes bibliográficas: bdfutbol.com ; elpais.com ; tintaamarilla.es ; compartirpasion.com ; youtube.com ; laprovincia.es
Foto de portada: tintaamarilla.es

Leandro Serrano

El fútbol me interesa porque es una religión benévola que ha hecho muy poco daño. Futbolero empedernido desde 1990. Columnista en El Fútbol es Injusto.

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