Al relacionar la isla italiana de Sicilia con volcanes es inevitable que surja la referencia del Monte Etna. El coloso etneo es el volcán más grande de Europa, protegiendo y a la vez amenazando la ciudad de Catania con sus más de 3.300 metros de altitud. Un volcán que además continúa en actividad, como demuestra su última erupción, que data de hace apenas un mes.
Pero la del Etna no es la única actividad volcánica que se registra en Sicilia desde hace más de 10 años. Concretamente desde la llegada de Maurizio Zamparini a Palermo, ciudad situada en el otro extremo de la isla y cuyo club más representativo es además futbolísticamente rival acérrimo de ese Catania que admira al Etna.
Maurizio Zamparini es un personaje que no puede dejar indiferente a nadie. Nacido en Sevegliano, pequeña pedanía friulana situada a escasos kilómetros de la preciosa ciudad-fortaleza de Palmanova, llegó en 2002 al U.S. Città de Palermo, como máximo dirigente del club tras comprarle el paquete accionarial correspondiente a Franco Sensi, por entonces también dueño de la Roma. Anteriormente, Zamparini había sido durante 25 años el dueño del Venezia, club al que salvó de la quiebra económica en 1987 tras fusionarlo con el Mestre.
Deportivamente, las gestiones de Zamparini se pueden calificar a grandes rasgos como excelentes. Cogió al Venezia hundido en Serie C2 para llevarlo en 4 años a Serie B y en 10 años a Serie A, categoría en la que no competía desde hacía tres décadas. Posteriormente, en el Palermo, consiguió el ansiado ascenso a Serie A y el conjunto rosanero se asentó en la máxima división del campeonato italiano. Además, el Palermo bajo su mandato ha debutado en competición europea, participando en 6 ocasiones para la Copa UEFA e incluso quedándose, en 2010, a un solo partido de clasificarse para la Champions League. Además, el Palermo jugó la final de Coppa Italia en 2011.
Sin embargo, la sensación de inestabilidad y caos que provocan las volcánicas acciones de Zamparini son su “marca de la casa”. Impulsivo en extremo, sus declaraciones acerca del equipo, jugadores, rivales o aficionados provocan siempre un halo de polémica que rodea constantemente al Palermo, y más cuando el equipo se encuentra en problemas como ocurre en la actualidad.
El mejor ejemplo del Zamparini style son los cambios de entrenador. Desde que llegó el Palermo, Zamparini ha despedido a 23 técnicos, una media de más de dos por temporada, incluído el último de Gasperini, que tuvo que dejar el club hace un par de semanas. Sumados a sus 26 cambios de entrenador de su etapa en el Venezia, dejan un total de 49 despidos en su carrera presidencial en el Calcio.
El vulcanismo de Zamparini es a veces tal que entrenadores como Zaccheroni, Ventura o Spalletti en el Venezia o mucho más recientemente Delio Rossi en el Palermo, fuero recontratados por Zamparini apenas semanas después de haber sido cesados de sus funciones. En total 43 entrenadores diferentes han tenido a Zamparini como presidente en los últimos 25 años.
Ahora, tras años de bonanza, Zamparini está viendo como su Palermo está poco a poco hundiéndose. En un corto plazo de 2-3 años el equipo rosanero ha pasado de jugar en Europa y participar en la final de Coppa ha encontrarse hundido en la última posición de la clasificación de Serie A. Los visos de recuperación son escasos y el fantasma de la B acecha más que nunca.
Para entenderlo solo hay que echar un vistazo a la gestión de Zamparini en el último bienio. Por el banquillo han pasado, desde febrero de 2011, Delio Rossi, Serse Cosmi, de nuevo Delio Rossi, Stefano Pioli, Devis Mangia, Bortolo Mutti, Giuseppe Sannino, Gian Piero Gasperini y Alberto Malesani. 8 entrenadores, uno de ellos por partida de doble, en dos años.
Escalofriante, pero hay más. El caos se extiende a la dirección deportiva. Tras la marcha de Walter Sabatini, han ocupado lugares de mayor o menor importancia en esa posición Luca Cattani, Sean Sogliano, Christian Panucci, Giorgio Perinetti y Pietro Lo Monaco, dimitido tras la marcha de Gasperini provocando la vuelta de Perinetti. Todos ellos actuaron siempre a la sombra de la omnipotencia de Zamparini, “soportando” sus intromisiones en el plano directivo. De hecho, el experimento que realizó Zamparini en el pasado octubre, quedándose en un segundo plano y otorgando plenos poderes a Lo Monaco duró lo que duró. Cuatro meses.
La falta de proyecto institucional y deportivo se ha demostrando también sobre el campo. En dos veranos se ha desmantelado por completo un equipo que podía soñar incluso con pelear por la clasificación por Champions League. Las ventas, muchos casi regalados, de Pastore, Sirigu, Balzaretti, Bovo, Cassani, Nocerino, Silvestre, Viviano o Migliaccio han convertido en tiempo récord al Palermo en un equipo que sobrevive a duras penas en Serie A. Las 10 altas y 12 bajas del equipo que produjeron durante el reciente mercado invernal confirman el desastre a gran escala.
Las protestas de los tifosi son cada vez más numerosas y violentas, el caos deportivo e institucional ha convertido el club en algo ingobernable, el equipo no funciona sobre el césped. ¿Será el fin del imperio Zamparini? Por el momento, el presidente ha prometido la entrada de un grupo inversor árabe si el Palermo se mantiene en Serie A. Pero con Zamparini las certezas no existen.
1 Comentario
Toda la razón Enrique , empezó bien cuando llegó y acerto en los fichajes de jóvenes talentos como Pastore y Cavani, pero después todo ha sido desastroso y lleva al equipo a la Serie B y ya veremos