Una obra de arte deja mudo al Pizjuán

Llegaba el Sevilla al partido de ida de los octavos de final frente al Deportivo con la necesidad imperiosa de ganar, ya que su técnico, Manolo Jiménez, estaba muy cuestionado por los últimos resultados. Todo estaba a favor de los nervionenses, ya que jugaban en casa y Lotina sacaría hasta nueve suplentes habituales para este encuentro.

En la primera mitad, los locales arrasaron ante unos blanquiazules que buscaban su sitio en el campo; De Guzmán no sabía hacia que lado defender, el diestro Laure no se adaptaba al lateral izquierdo y Fabricio se mostraba muy inseguro en la portería. Así fue que acabaron llegando los dos goles locales, el primero obra de Luis Fabiano en una de las pocas faltas que pitó el árbitro, por el palo de portero; y el segundo de Kanouté, tras cazar un balón muerto en el área pequeña. En mi opinión Fabri pudo hacer algo más en ambos tantos, pero ese es otro tema. Se llegó al descanso con el justo resultado de 2-0, con un Lotina enfadadísimo con los suyos y con un Pizjuán contento por poder ver de nuevo el buen fútbol que su equipo es capaz de practicar cuando se pone serio. Era evidente que de seguir así los de Riazor no tendrían nada que hacer en la vuelta, ya que a ese nivel, caerían al menos otro dos; pero en el intermedio el técnico blanquiazul les puso las pilas a los suyos y ya en la segunda parte las tornas cambiarían gracias a los cambios.

Volvía la acción al verde y seguía atacando el Sevilla, las ocasiones seguían siendo locales y los apuros visitantes. Poco a poco, Kanouté y compañía empezaron a bajar la marcha, cediendo terreno al rival y dejando suelto a Valerón; dos cosas que en este deporte se pagan. Coincidiendo con los mejores minutos del Depor, Lotina hizo dos cambios que cambiarían por completo el rumbo del partido: renunciando por completo a las bandas, se marchaban del campo Cristian y Pablo Álvarez para dar entrada a Omar Bravo y Juan Rodríguez. De nuevo recital del Deportivo jugando con dos puntas y si, llevo repitiendo todo el año que nos iría todavía mejor si Loti metiera más veces a dos nueves, pero se ve que no es del gusto del técnico. Valerón daba todavía más asistencias que antes, ya que tenía más referencias por delante, pero unas veces por fuera de juego y otras por fallo del que recibía el balón, el marcador no se movía; hasta que llegó la obra maestra. Tocó el esférico casi todo el equipo, con pases precisos y rápidos, desmontando así la defensa del Sevilla. La jugada ya venía de más atrás, pero todo el mundo destaca la parte final: Valerón hace una pared con Riki quedando el mago en la frontal con el balón y… ¿que pasa si dejas pensar a Juan Carlos? Pues que da un pase perfecto a la banda hacia un De Guzmán que según le venía la puso al segundo palo, donde estaba Omar para tirarse y hacer el gol deportivista rematando así una jugada de esas que amortizan la entrada.