Recordando viejos tiempos

Era la noche mas fría de las últimas dos semanas, pero tan solo llegar a Coruña entrabas en calor: bufandas del Depor, camisetas del Depor, gorros del Depor, banderas del Depor… no podías dar tres pasos sin encontrarte con algo blanquiazul.

Los aficionados del Brann empezaban a calentar las gargantas cantando en un bar próximo a Riazor,
pero no tardaron en llegar las réplicas al grito de «¡¡FORZA DEPOR!!». Era curioso lo mucho que se parecían los cánticos de los seguidores noruegos hacia su equipo y los de los hinchas del Depor, tanto es así, que durante el encuentro hubo ocasiones en las que empezaban a animar los noruegos y acababa todo Riazor siguiendo el ritmo de las palmas de su canción, pensando que era una de las típicas canciones en favor de los locales.

Si amigos, el ambiente era inmejorable, recordaba al de aquel partido de la Champions League frente al Milan, en el que el Deportivo tenía que remontar un 4-1 en contra del partido de ida. Está claro que la hazaña a conseguir no era de la misma dificultad, pero es muy cierto que estabamos deseando tener un partido así después de estos años fuera de competiciones internacionales.

Ya en el estadio, pudimos comprobar que los presagios eran ciertos, la afición había acudido al llamamiento que había hecho el club y la peñas.
El speaker anunciaba las alineaciones, pitos para los visitantes, aplausos para los locales y ovación para Valerón. Después del partido de ida, cualquier alineación sería más competente. Lotina se decidió por: Aranzubia; Adrián López, Lopo, Colotto, Filipe Luis; Sergio, Antonio Tomás, Lafita, Valerón, Riki; Omar Bravo.

Empezaba el partido entre los cánticos y los aplausos de la gente, el Depor comenzaba con un dominio que no pararía en los 120 minutos pese a la expulsión.

Desde el principio, se vieron fallos en la defensa del Brann cuando el Depor entraba
por las bandas y centraba o, simplemente, con un corner bien tirado.No tardó en llegar el primer gol, obra de Colotto con un remate de cabeza en el segundo palo tras un saque de esquina. Riazor se venía arriba, los jugadores sabían que amedrentar al rival era importante, por eso pedían el apoyo del público. Y es que los Riazor Blues no pararon en todo el partido, cuando hacen el animal les damos palos, pero cuando lo animan sin descanso, también se merecen que los nombren.

Llegaron las jugadas polémicas de la noche en medio de la euforia por los constantes ataques locales.

El árbitro le sacaba en tres minutos dos tarjetas amarillas a Riki, la primera por pérdida de tiempo, eso que el Deportivo perdía la eliminatoria; y la segunda por rematar con la mano un centro desde la banda, esta se puede entender, pero lo que no vio el colegiado es que empujaron a Riki por detrás, y por eso perdió el equilibrio dandole con la mano al esférico. El frío ahora si que se notaba, remontar con 11 era difícil, pero con 10… los ánimos bajaron mucho, pero ahí estaban de nuevo los Blues para apoyar y levantar la moral a todo el mundo. Nos ibamos al descanso con el 1-0 en el marcador y con malas caras entre el público, pitada monumental para el árbitro.

En la segunda parte, todos tuvieron que hacer un esfuerzo extra para mantener la alta posesión de la primera mitad,
pasaban los minutos pero el gol que igualara la eliminatoria no llegaba. Los corners se sucedían uno tras otro, hasta que tras un despeje, Filipe volvía a meter el balón al área para que el argentino Colotto rematara cruzado y el estadio de Riazor se venía abajo. Tras el gol, se notó el cansancio y el ritmo bajó un poco, pero las ocasiones seguían siendo del Depor hasta que se llegó al final del partido con el 2-0 y tocaba jugar la prórroga. Los jugadores se retiraban hacia la banda entre calambres y aplausos.

Poco que contar de la prórroga, me quedo con una frase de la radio en medio del atasco al salir del estadio: «Si han gravado el partido, pueden borrar la prórroga y mirar los penaltis directamente».

Todo el esfuerzo no valdría de nada si en los lanzamientos de penaltis no teniamos suerte, pero ni la diosa fortuna tuvo que intervenir, ya que un hombre se encargó de pararlo todo: Dani Aranzubía. El portero que había sido criticado por muchos (no lo entiendo, nos estaba salvando en casi todos los partidos) se lució con tres paradas en la tanda de penaltis. Sergio, Guardado y Verdú marcaban, mientras que Mista fallaba tras una carrera extraña. La lotería acababa 3-2 y ya no hizo falta que el Depor tirara la última pena máxima.

Lo habíamos conseguido, sonaba la banda sonora de Rocky y todo el mundo aplaudía en pie mientras decían por los altavoces: «¡¡Lo hemos logrado, el Deportivo está en la UEFA!!»