Rafa - Si buscamos en la RAE, en el término futbolístico de la palabra pared encontramos la siguiente definición: “En el fútbol, jugada entre dos compañeros del mismo equipo, que consiste en que el primero, con el fin de eludir al contrario, pasa la pelota al segundo, que se la devuelve inmediatamente unos metros más adelantada.”
En el deporte rey hay muchos elementos para romper la defensa rival desde la sutil croqueta hasta filigranas como la elástica en cuanto a regates. También existen lo mágicos pases entre líneas, o por otro lado, las dejadas con la cabeza, pecho o pie a otro compañero para que se asome al área rival.
Todos estos sistemas tienen un elemento en común: la facilidad para que los defensas corten la jugada. Y es que un defensa bien posicionado intercepta un pase, un defensor astuto adivina un regate, un jugador de fútbol sabe como meter cuerpo y dificultar una dejada pero, ¿cómo se puede parar una pared?
Y esa es la magia por la que el Barcelona está donde está, el movimiento constante y las paredes en la frontal del área que hacen imposible a la defensa rival pararles. La pared bien hecha, es decir al primer toque es imparable, un rival es incapaz de cortarlo por intuición porque no hay margen de reacción y este sistema rompe cualquier línea de cuatro y te puede dejarte sólo ante el portero.
La pared es la clave del fútbol, ese elemento mágico que permite librarte de los defensas sin que ellos puedan hacer apenas nada. Hay que admitir que no está al alcance de cualquiera hacerlas porque hay que tener movilidad y mucha técnica, lo cual se presupone en un equipo de primera. Así que, ¿por qué no nos dejamos del famoso “patadón a seguir” y nos centramos en jugar para romper las defensas bien posicionadas?
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El Mirandés hace historia en la Copa del Rey.