La paciencia se agota

Alejandro Ramos – El paso de las semanas no hace sino dejar cada vez más incógnitas en torno al Madrid. Las dudas en el juego del equipo, la gestión de plantilla y hasta en las declaraciones a la prensa van en aumento. Todos apuntan hacia Pellegrini, que por su parte parece no entender nada, es comprensible ya que en Villarreal le dejaron trabajar durante años con tranquilidad. El chileno, de cara a la prensa, está optando por mirar hacia otro lado con excusas que se antojan un tanto ridículas y es que, en ocasiones, parece que la responsabilidad que conlleva el puesto le puede. Debería optar por otra postura, decir con autoridad que los proyectos requieren tiempo, reconociendo que existen problemas y que para eso está él, para ponerle solución.

Aún así, como ya he dicho en ocasiones anteriores, el Madrid me parece un equipo mal construido con demasiadas carencias para competir al máximo nivel, al menos esta temporada. Aunque eso es una impresión personal como la que puede tener cualquier otro aficionado al fútbol. Lo que no me parece aceptable es que ya duden desde la cúpula directiva del club. Se supone que ellos manejaban en verano una serie de entrenadores para dirigir el proyecto. Si su apuesta fue Pellegrini deben respetarlo, poner en la picota su trabajo a las primeras de cambio no es más que sembrar las dudas en cuanto a su toma de decisiones. Exigir buen juego y resultados tan pronto puede llevarles a la precipitación. Y otro cambio de técnico no es más que entrar de nuevo en el círculo vicioso de años atrás. Florentino, que es respetado en todos los ámbitos por sus excelentes modelos de gestión empresarial, no debería agotar su paciencia porque sería el primer culpable del fracaso.

En el Camp Nou, nada mejor para despejar dudas que hacer un partidazo. Los de Guardiola fueron un rodillo que pasó por encima del Zaragoza. No veo muchas diferencias entre el Barça de este año y el del curso pasado. Hoy día, es el claro dominador del campeonato y, probablemente, el futuro campeón. Creo que sus únicos rivales son ellos mismos, cuando se relajan pasan apuros. Sin embargo, cuando mantienen la concentración y motivación necesarias no hay quien les tosa.

Mención aparte para lo sucedido en el Calderón el sábado. El reloj marcaba las 7:45 cuando el Mallorca, que jugaba con nueve, empataba a uno el encuentro. En cualquier otro estadio del mundo nos preguntaríamos pero cómo ha podido pasar, los colchoneros simplemente responden: como siempre. A partir de esa hora, más de lo mismo: críticas al palco y a los jugadores, irrupciones en el entrenamiento por parte de los ultras… Vamos la habitual casa de locos de siempre. La parte positiva es que Quique, testigo desde la grada del espectáculo que estaba dando su nuevo equipo, ya sabe a que atenerse.