La importancia del enganche en la selección española

Dani Navedo – El debut de la campeona de Europa, a la que todos querían ver en acción después de una semana de partidos, en gran parte, soporíferos. Los últimos en debutar y ya era hora… España es todo ilusión, nadie piensa en el empate, ni mucho menos en la derrota, la gracia estaba en saber cuantos goles metería Villa o cuantas asistencias daría Iniesta. Empieza el partido y Suiza deja claras sus intenciones: bien organizados en defensa, todos en campo propio, ayudas constantes para tapar huecos y a aguantar el empate.

La táctica funcionaba, pero, pese a que los Xavi, Iniesta y compañía no lograban contactar con David Villa, parecía cosa de tiempo que los de Del Bosque lograsen abrir la lata con su juego de paciencia, pases al primer toque y largos cambios de orientación. La tuvo Piqué, en un mano a mano que pudo cambiar la historia. Pero no atinó a meter el balón en la red y la tensión seguía presente en la cara del seleccionador español. Suiza se lo empezaba a creer y, mientras la intensidad y los demarques de “La Roja” se diluían, los hombres de Hitzfeld parecían tener cada vez más fuerzas, aunque bien es cierto que Casillas no tendría que intervenir para nada.

El 0-0 se justificaba con un simple «acabará cayendo el gol». La realidad era que pese al bonito fútbol desplegado por España, las ocasiones no había sido muy numerosas, pues exceptuando el mano a mano que había tenido Piqué y con la imparcialidad en la mano, tuvimos menos ocasiones claras que paradas de Casillas. Los dos más que posibles penaltis que Howard Webb no había pitado tampoco excusaba que Villa no hubiera contactado ni una sola vez con «los jugones» sin ser de espaldas a portería, sin duda, la clave de la inoperancia de cara a puerta de los nuestros.

Mucho se habló en la pasada Eurocopa del esquema de dos delanteros o uno solo. Situar a un solo punta significaba dejar a un crack como Villa o Torres en el banquillo, mientras que jugador con dos conllevaba inevitablemente que todo un maestro como Cesc Fábregas tuviera que vivir gran parte de los partidos en el banquillo. En cualquier caso, lo que estaba claro es que alguien tendría que hacer las labores de enganche entre los centrales y los medio centros rivales, ya fuese un nueve o un media punta nato como es el caso del Gunner.

Si volvemos al partido frente a Suiza, nos encontramos con una alineación que no hace más que abrirse desde el puesto de recuperador de Busquets. En un equipo como este, es imprescindible alguien que fije la marca de los centrales y que obligue a los medio campistas rivales a estar siempre mirando con el rabillo del ojo hacia atrás, liberando así al delantero de turno que encontrará muchos más espacios.

Desde el inicio España intentó jugar por el centro, pero en cuanto Villa recibía tenía hasta tres hombres encima. En el momento que salió Torres, ya con el marcador en contra, entró también Navas. Incoherencia en el esquema. Cuando por fin puedes jugar por dentro ya que tienes a alguien que puede acercarse a recibir creando los espacios necesarios, metes a un extremo de banda pura y dura. El resultado, los de Del Bosque perdieron todo el peligro y Suiza esperaba tras las trincheras los centros despejando sin ningún tipo de problema.

Pudo acabar el partido en empate si el linier hubiese indicado el fuera de juego en el tanto de Fernandes, pudo acabar en victoria de España si el trallazo de Xabi Alonso no se encontrase con el larguero, pero la lectura sería la misma. El fútbol de ensueño que nos llevó a ser campeones no es efectivo si no encuentras al delantero, si no rematas a puerta, si no eres vertical. Ni antes éramos dioses ni ahora somos los peores, simplemente debemos esperar al próximo partido, a un par de retoques necesarios que con toda seguridad hará Del Bosque y a que España vuelva a ganar jugando a este maravilloso fútbol.