Era nuestro tercer día en Londres y decidimos pasar la mañana viendo mercadillos típicos de allí. El día anterior habíamos visitado el famoso Big Ben, el London Eye, la Abadía de Westminster, la Tower of London, el Tower Bridge, Trafalgar Square y demás. También el primer día estuvimos por Buckingham Palace y Green Park, además de por “nuestro” barrio. Así que ahora tocaba mercadillos, con Camden Town como el principal atractivo.
Después de una mañana caminando sin parar por los tenderetes, nos sentamos por fin a comer y aprovechamos para decidir dónde ir a pasar la tarde. Tania sabía que me hacía ilusión visitar algún estadio de fútbol y, como ya habíamos visto prácticamente todo lo importante, me propuso ir a ver alguno y pasar la tarde por allí, que escogiese uno. Me apetecía muchísimo, así que me acabé el bocadillo casi antes de que el chico del Subway me lo sirviera con tal de poner rumbo ya hacia el… Emirates Stadium.
Cabe decir que nos perdimos considerablemente al ir. Bajamos en la parada de metro que tenía yo apuntada en la libreta que confeccioné antes de viajar con la ayuda del Google Maps, pero me la jugó bastante. Ponía que nos bajáramos en Highbury & Islington y eso hicimos, a pesar de que vimos que había una parada que se llamaba Arsenal. “Nada nada, se llamará Arsenal por otra cosa, no porque esté al lado del campo del Arsenal”, decía yo confiando ciegamente en mi querido Google Maps. Pero nada, ahí no había ni rastro del Emirates. Anduvimos un buen trozo, por un par de parques y al final fuimos a parar a una pequeña iglesia, Christ Church Highbury creo recordar que se llamaba. Pero ni rastro de nuestro destino inicial.
Además, no había ni un alma por la calle para preguntar. Al final, por suerte, logramos situarnos con un mapa que tenía yo en la mochila (que nos dio el primer día en el hotel aquella recepcionista tan sumamente estúpida, mira por dónde, nos iba a salvar con ello) y aún no sé bien cómo pero logramos aparecer en una calle donde nos encontramos con esto:
Con solo cruzar una esquina, pasamos de estar completamente solos a ver a un montón de gente. Qué extraño, ¿qué hace toda esta gente aquí? Pues resulta que era el torneo cuadrangular veraniego que organiza el Arsenal, la Emirates Cup, aquel verano contra Oporto, Nápoles y Galatatasay, que acabaron llevándose los turcos. Cuando llegamos se estaba jugando un Galatasaray-Oporto y a las 16:30 h empezaba el Arsenal-Nápoles, pero ya no quedaban entradas. Las vendían con ofertas para ver los dos partidos seguidos y aquello ya estaba lleno. Aunque tampoco sé qué precios había, quizás eran inaccesibles para nuestro presupuesto. Pero los aledaños estaban genial. Cuatro aficiones distintas paseando por aquellos alrededores, turcos con camisetas del Galatasaray, italianos con la del Nápoles, portugueses con la del Oporto, obviamente ingleses con la del Arsenal… y Tania y yo. Era extraño, estábamos rodeados de distintas aficiones que se fotografiaban con todos los rincones de aquel moderno estadio. Yo no iba a ser menos. Aquello estaba lleno de imágenes de Adams, Fàbregas, Vieira, Henry, Bergkamp… y luego las estatuas. Preciosas ambas, tanto la de Tony Adams como la del gran Tití Henry. Ahora también hay una de Dennis Bergkamp, uno de los futbolistas más elegantes que he visto, lástima que cuando fui aún no estaba.
Me compré una bufanda Gunner en una de las paraditas que había por allí. ¡Desde luego, era el día de los tenderetes! Me gustó mucho el estadio, aunque sí que es cierto que no tenía el encanto del antiguo Highbury. Los campos tan modernos son más espectaculares, pero carecen de la magia que tienen los tradicionales ingleses. Aún así, los detalles de aquel estadio eran magníficos, sobre todo la estatua del maestro Thierry Henry. ¡Ayy! Tití…
Cuando me acercaba hacia la estatua para fotografiarme, vi a un niño con los ojos llorosos junto a ella. Al principio pensé, pobre niño, habrá cogido algún berrinche con los padres y ahora encima le hacen posar para una foto. Pero no. El niño no lloraba por eso precisamente. Al contrario, lloraba de emoción. Parecía tener unos 12 años. El muchacho iba con la camiseta del Arsenal de hacía unas temporadas. Me fijé en su espalda. Lo que imaginaba, «Henry 14″. Escuché al niño cómo le decía a su padre (en inglés) que echaba de menos a su ídolo y la nostalgia que le había transmitido aquella estatua. Aquel niño creció con el fútbol del crack francés y para él fue un duro mazazo cuando decidió irse al FC Barcelona. Pero fue en el Barça donde yo pude disfrutar en directo en el Camp Nou de innumerables noches de magia de Monsieur Henry.
Pero aunque ya no jugase para el Arsenal, Tití seguía estando allí, Henry seguía en el Emirates. Eterno Tití. Seguramente hacía mucho tiempo que el chaval no iba al estadio de su equipo y por eso se emocionó tanto al ver de nuevo a Tití campear por los alrededores del templo Gunner. Aunque fuese petrificado. Todo esto fue mi imaginación en un momento que empezó a ponerse en la situación del niño, aunque a saber… Me lo quedé mirando hasta que lo perdí entre la muchedumbre. Ya ni me acordaba de que yo me había acercado allí para hacerme la foto. «Eh, Nacho, ¿te hago la foto o qué?», me decía Tania sonriendo al verme totalmente empanado. Al final salió algo decente:
Después de todo dimos alguna vuelta más, hicimos más y más fotos y ya volvimos para el hotel. Al principio me daba rabia no haberme puesto aquel día mi camiseta del Arsenal, que la tenía en el hotel para cuando visitase el templo Gunner. Pero, al decidirlo tan de repente, es lo que toca. Y no me arrepiento de nada, por que quizás, si hubiésemos ido otro día, no hubiese visto las lágrimas de aquel chaval, o las aficiones de distintos países y culturas conviviendo juntas y haciéndose fotos entre ellos. Fue muy bonito todo y guardo un muy buen recuerdo de mi visita al Emirates Stadium. Quizás no fue tan mágica como la que viviría dos días después en Craven Cottage, quizás esta era más bien un telonero esperando el espectáculo final. Pero lo pasé genial. Y la bufanda que me compré sigue colgada en mi cuarto, y aquí seguirá durante mucho mucho tiempo. Pero seguro que no tanto como la leyenda de Thierry Henry. El genio francés ya es eterno en el Emirates. Y es que, para muchos, Henry nunca se fue de Londres, nunca se fue de Highbury, nunca se fue del Arsenal. Nunca se fue del Emirates.
3 Comentarios
Desde que había leído en nuestro calendario el título del artículo, sabía que me iba a gustar. Efectivamente, no me ha defraudado. Enhorabuena Nacho.
Me ha encantado la historia de un estadio que deseo visitar. Personalmente, necesito ir a Londres. Es algo que me ha entrado en el subconsciente y necesito cumplir. Para mí es la capital europea del fútbol, tantos equipos aglutinados, grandes y modestos… y encima el Emirates de mi Arsenal. Espero ir algún día, pero mientras, «me conformo» con historias fantásticas como esta. Desconocía lo de las letras gigantes anunciando al Arsenal, buenísimo.
P.D: Envidia máxima la que te tengo ya no solo por ir, sino por la foto con Henry xD La nueva que han hecho de Bergkamp es una buena excusa para volver ^^
Muchas gracias!! La verdad es que si, si te gusta el fútbol, Londres es tu ciudad. Visitar la capital inglesa era mi sueño desde pequeño y por fin lo pude cumplir el pasado verano y lo recomiendo totalmente. Preciosa toda la ciudad.
Y por suerte pude aprovechar bien para ver varios estadios de los clubes de allí (aunque no todos ya que hay muchísimos) y me encantaron todos, muy distintos pero cada uno tiene su qué. En este caso las letras que comentas me fascinaron y me sorprendieron mucho, porque era lo que menos me esperaba ver al cruzar la calle jaja fue muy sorprendente
Y lo de la estatua de Bergkamp es lo que tu dices… una excusa para volver para allá, que por unos meses no la vi… jaja
¡un saludo!
Yo cuando vaya (no contemplo la posibilidad de no ir xD), quiero visitar todos los campos posibles, aunque sea por fuera. Estaré atento a tu historia sobre Craven Cottage, estadio muy coqueto del que todo el mundo habla maravillas. Esperemos que siga el año que viene en la Premier
¡Saludos compañero!