Adiós a media liga, si no a toda ella. El Real Madrid se disparó en las botas en el Sánchez Pizjuán. Una nueva mezcla de «querer y no poder» y displicencia del técnico italiano, le ponen muy cuesta arriba un título que, hasta hace escasos días, parecía tener tufo madriñeño. De aquí o allá del Manzanares, pero parecía quedarse este año en la capital. Hoy, lo sigue pareciendo, pero la alegría se aleja de la Castellana.
¿Cuántos entrenadores han sido esclavos de su sistema, en este caso, equilibrio, y han acabado sucumbiendo al fracaso estrepitoso? Ejemplos podríamos sacar cientos. Incluido los famosos encoñamientos de Guardiola y su tiki-taka interminable (véase la eliminatoria contra el Chelsea), cerrando el campo, en lugar de abrirlo, y que, a la postre, ha heredado Vicente Del Bosque para La Roja en alguna que otra ocasión. La diferencia entre ambos es que, al técnico del combinado nacional, no se le caen prendas en sacar extremos puros. Al de Sampedor le cuesta cambiar fichas de sitio.
Y si al entrenador más laureado de los últimos tiempos le cuesta, ni qué decir tiene del técnico italiano que se sienta en Chamartín. Ventajismo o no, lo cierto y verdad es que el Real Madrid ha demostrado a lo largo de esta temporada lo que antaño ya le conocíamos: contundencia en ataque. Contundencia que le da la pólvora que tiene arriba. Pero, cuando el suministro de explosivos no llega arriba y las líneas del equipo se alargan como una película de Aranofsky, ¿qué equilibrio ve Ancelotti sobre el césped?
Anoche, otro ejemplo de cómo morir con el hermetismo craneal. Ya lo dije en la previa del Clásico. También lo afirmé en el post partido. Ahora, días después, vuelve a sonar el mismo tango melodramático y empalagoso del que ama pero no se siente amado. Despechado. Herido. Vilipendiado y humillado. De un modo gratuito y rozando el absurdo. El 4-3-3 o 4-2-1-3 o el garabato numérico que deseéis de Carletto, ha reafirmado los síntomas que todo aficionado blanco se negaba a ver: sigue sin ser un equipo fuerte y compacto. Un EQUIPO, vaya. El por qué, es sencillo. No voy a descubrir yo las espinilleras de fibra de carbono (14). La posesión, circulación y encaje de la pelota. La inexistencia de un plan B, siempre necesario, que el Real Madrid ha decidido mostrarnos sin sombra o vergüenza alguna. No existe, ni se le espera.
El italiano está sacrificando por su admirado (e ineficaz a la hora de asar las castañas) «equilibrio» a uno de los más talentosos jugadores españoles y que está llamado a coger el testigo en la selección: Isco. Tal vez es hora de rectificar (algo en lo que había fe, pero se agota conforme se acerca el verano) y volver al sistema que predomina el fútbol de hoy. Al fin y al cabo, los jugadores están fichados para esa colocación. El 4-2-3-1 golpea la puerta del despacho del italiano. Esa puerta que siempre decía tener abierta pero que intuyo, a día de hoy, está atascada. Atascada por el empeño sin sentido de su inquilino. Un sistema que no tiene por qué maquillarse y engalanarse al estilo de Setúbal, sino gustándose y disfrutando del esférico y sus integrantes.
Las cualidades de Di María se están perdiendo por mucho que el argentino se empeñe en demostrar que es jugador para el Madrid, le pongan donde le pongan. De Isco, ya lo hemos dicho todo. La lesión de Jesé ha hecho mucha pupita a la plantilla que se ha quedado sin un verdadero revulsivo o referente en el banquillo. Morata tenemos claro que poco o nada cuenta. ¿Entonces? ¿No sería más lógico adaptarse (o morir) y al menos, tener una «solución» en el banco en caso de problemas? Sentar a Bale o Di María para retomar un camino, al menos, aprendido. Anoche, Carletto miraba al banco y solo veía un tunel negro hasta el autocar. Era incapaz de remodelar el equipo para aprovechar sus fichas. Ni lo intentó. Sobre Illarra y Casemiro parece que es mejor preguntar a otro. Por no hablar de la transformación de piedra a merengue de todo el entramado defensivo.
Equilibrio, dice nuestra cada vez más confusa R.A.E. es «Situación de un cuerpo que, a pesar de tener poca base de sustentación, se mantiene sin caerse«. El Madrid, se ha caído. El equilibrio, se ha perdido. Es hora de recuperarlo y poco tiempo tiene para ello. Necesitas el balón. El malagueño tiene uno en casa.
2 Comentarios
Bueno…al de Santpedor le costaba en el Barça porque en Alemania ya se ha visto que puede tirar de individualidades con alguna genialidad, jugar al toque o usar el fútbol más directo. Mientras, en Barcelona, creen que eso del tiki taka es una religión que hay que seguir cual dogma de fe hasta el punto de afirmar que el tiki taka está «desde siempre en el ADN del Barça». Claaaaroooo, por eso el Barça de la liga del 75 que tantó alegró a los culés después de 14 años sin ganar la era de un equipo de puro toque. O aquella primera Recopa con un desplazamiento masivo de culés, tant recordada era jugada por reyes del toque. Y los tiempos de los largos y celebradísimos pases de Schuster? Era tiempos de tiki taka? En fin, que Guardiola lo que quiere es ganar, siempre, y ha sabido, de momento, adaptarse y renunciar, a veces, a su filosofía de juego. Y eso está bien. O no?
No sé si Guardiola realmente ha renunciado a su filosofía de juego colocando a Gotze o Ribery de falso 9 en la Bundesliga o Champions «) Pero lo que sí tiene claro es que si algún jugador «no está», le da igual su apellido, y eso, es lo que debe marcar el carácter de un entrenador.
Ancelotti se ha dado cuenta de que el equipo ha pegado un bajón físico … Algunos ya se acuerdan hasta de Khedira … El fondo de armario se ha visto que es corto porque se depositó (lógico por otra parte) toda la confianza en los etiquetados como «titulares» y no todo el mundo tiene el físico de CR …
Adaptarse es la mejor forma de sobrevivir, cierto. Por ello, es lo que indico que debería volver a un sistema en el que los jugadores se sientan 100% cómodos y se aprovechen sus cualidades por delante de su sistema «equilibrado» …