Hace unos días, tras ver como Cristiano Ronaldo recuperaba su “sonrisa”, la noticia de apertura de los informativos y programas deportivos era la “pelea” entre Messi y Villa. El astro argentino le recriminaba a Villa una acción en la que, según él, debería asturiano tendría que haber actuado de otra manera. Lo que es un lance normal del juego ya sirvió como base para debatir sobre problemas personales entre ambos jugadores y, algún que otro iluminado, incluso añadió que había problemas en el vestuario.
Y tras analizarlo durante días y días sigo sin ver donde está el problema. Cuando uno salta al terreno de juego se olvida de todo, tanto de los amigos como de los enemigos. El futbolista únicamente piensa en el resultado, en el bien del equipo, y es por eso por lo que la tensión muchas veces puede provocar pequeños roces como este. En jugadas que no terminan en gol, el que falla lo hace tras pensar que la opción escogida era la mejor, y el que protesta suele hacerlo porque, desde su punto de vista, tenía que haber recibido un pase que hubiera sido gol.
Sea como sea, una vez el árbitro pita el final del partido y todo el mundo analiza el partido, esos dos jugadores olvidan lo sucedido y tan solo se centrarán en su actuación personal. Es más, en muchos casos nada más salir del estadio pueden ir a “tomar algo” juntos. Discutir o gritarse en el centro del campo, compañeros o rivales, no indica ni mucho menos que fuera del campo sean enemigos.
Que tampoco digo que todos los jugadores tenga que ser amigos cuando salen del estadio. No todos lo son, pero aunque no sea así, una vez se ponen el mono de trabajo son compañeros. Y en un equipo de fútbol lo importante es el compañerismo una vez rueda el balón, el entenderse bien y el buscar el bien del equipo. Pero aunque sean “enemigos” fuera del campo, eso no quiere decir que se vayan a gritar y a pelear más por acciones aisladas. Más que nada, porque saldrían todos perjudicados. ¿Recordáis el caso de Auoate y Munua en el Dëpor? Sus problemas personales terminaron en pelea, y la pelea derivó en que estuvieron apartados del equipo durante varias jornadas. ¿Qué ganaron? Nada, es más, el equipo hasta perdió seguridad bajo los palos.
Para finalizar quiero compartir un caso ocurrido en este fin de semana en el partido del Betis, en donde dos jugadores (no recuerdo ahora su nombre) también tuvieron un cruce de palabras por una acción similar a la de Villa y Messi. Intercambio de palabras y a seguir jugando. ¿Son enemigos? Ni mucho menos, porque los que le conocen hasta han comentado que este verano fueron juntos de vacaciones. Amigos, enemigos, ¿qué más da? Si el equipo funciona bien eso es lo único que debe importar.
1 Comentario
Totalmente de acuerdo Dani. Los que hemos jugado al fútbol lo sabemos.
Saludos desde La Escuadra de Mago