El 24 de mayo de 1995 el Ajax ganó su cuarta Copa de Europa, la primera bajo la denominación actual de Champions League, tras batir por 1-0 al Milan en el Ernst Happel Stadion de Viena. El gol lo marcó Patrick Kluivert a los 85 minutos de partido. Pero el encuentro iba más allá de los equipos, chocaban dos estilos distintos de ver el fútbol.
LA PREVIA
Dos conceptos de fútbol totalmente opuestos luchaban por la supremacía del fútbol continental europeo: ¿sería el Ajax capaz de destronar esta vez al rey del juego especulativo, incómodo, pero siempre eficaz?
En el esquema del equipo holandés se veían tres defensores, un cuatro, un seis, un ocho, un diez como el finés Litmanen, y tres puntas netos: dos extremos veloces (Finidi y Overmars) y hábiles pegados a las bandas y un delantero centro. Enfrente, su antítesis. Una “squadra” de Capello disciplinada al máximo, ordenada, con un gran espíritu defensivo y un gran sacrificio de sus hombres, incluso los más técnicos, replegándose en el momento de perder la pelota, formando dos líneas de cuatro jugadores cerca de su portería, reduciendo sus espacios defensivos al máximo y sometiendo a una fuerte presión al rival, para impedirle triangular en todo momento. A partir de esto, le quedaba esperar al contraataque y hacerse después todavía más fuerte en defensa.
El fútbol científico y de laboratorio del Ajax de Van Gaal, contra el fútbol alegre y creativo del Milan de Capello. El asumir el mínimo riesgo contra el riesgo constante. El desparpajo frente al sistematismo. La juventud contra la veteranía, la inocencia frente a la experiencia. Eran, en definitiva, dos modelos opuestos: el ofensivo del Ajax, que jugaba a ser superior con el ataque a sus rivales, sin importar las ventajas que daba en defensa; y el modelo defensivo del Milan, que jugaba a impedir que el rival sea superior, sin potenciar su ataque pero sin dar ni una mínima ventaja en defensa. Uno buscaba el gol en ataque constante; y el otro, en el contraataque.
Se habían encontrado en la fase inicial, ya que formaron parte del grupo D junto al Austria Salzsburgo y el AEK de Atenas. Primero jugaron en el Olímpico de Amsterdam con victoria para los locales por 2-0 y luego en Italia (en Trieste, ya que el dueño de casa tenía suspendido el Giuseppe Meazza) ganaron los dirigidos por Van Gaal con idéntico marcador.
FORMACIONES
Suplentes Ajax:
12 Fred Grim
13 Winston Bogarde
14 Nwankwo Kanu (ingresó por Seedorf)
15 Patrick Kluivert (ingresó por Litmanen)
16 Peter van Vossen
DT: Louis van Gaal
Suplentes Milan:
12 Mario Ielpo
13 Filippo Galli
14 Stefano Eranio (ingresó por Massaro)
15 Gianluigi Lentini (ingresó por Boban)
16 Giovanni Stroppa
DT: Fabio Capello
Árbitro: Ion Craciunescu (Rumania). Amonestó a Overmars y Blind.
Asistentes: 49000 espectadores.
EL PARTIDO
El Ajax levantó en Austria el trofeo que lo acreditaba como el nuevo rey continental. Le faltaba a ese grupo de veinteañeros una prueba inequívoca de que su fútbol no era solo palabrería. En aquella década daba prestigio ganarle la Champions League al Milan. Para presumir que se era alguien en el mundo, había que derrotar al equipo de Capello. Y los de Van Gaal lo llevaron a cabo con todas las de la ley en los dos encuentros previos y en la final. Era el fútbol en estado puro frente al juego del Rossonero, tan calculado, tan frío, tan perfecto que parecía despersonalizado.
El Milan proporcionaba a sus hinchas suficientes argumentos durante la primera parte como para seguir creyendo en su leyenda. El segundo tiempo fue para querer al Ajax y a su insolencia. Resultó el holandés un equipo indomable, que reunió todos los atributos como para pensar que le había puesto fecha de caducidad a los italianos. La alegría del Ajax, aumentada por la ausencia de Dejan Savićević en los italianos, duró muy poco. Llegado el descanso, nadie había dado señales de existencia en el campo de juego en el once holandés. El Milan tenía la capacidad de convertir al mejor de los equipos en el peor. Los de Van Gaal quedaron reducidos a un grupo de anónimos: no encontró el balón ni el hilo conductor del juego, no disparó una sola vez y no forzó un sólo uno contra uno con ventaja. El campeón holandés aguantó hasta el descanso y luego se soltó. El Ajax tomó la pelota, la puso en rápida circulación y el Milan perdió homogeneidad y terreno, hasta convertirse en un equipo cualquiera del calcio, desfondado y atrincherado.
La oncena de Van Gaal marcó el campo en territorio italiano: llegó y no dejó salir. Los de Capello no pudieron armar su temible transición, porque nunca se encontraron con una pérdida de balón, y comenzaron a sufrir el acoso rival. De tanto insistir, el Ajax llegó al gol con una jugada de su manual: una combinación a tres toques, con un amague de pared, culminada por Kluivert con un remate perpendicular de zurda al poste izquierdo de Rossi. Víctima de su tacañería, el campeón italiano dobló la rodilla y le entregó el trofeo al Ajax. La máquina no pudo con el sentimiento, y el Ajax destronó al Milan.
2 Comentarios
Esto eran equipos de futbol y no lo que se ve hoy en dia, dos grandes clubs, los recuerdo con gran emocion, pues siempre disfrutabas de ver a sus estrellas, ahora uno lleno de chavales nada que ver con la gran cantera holandesa de entonces y un milan venido abajo y envejecido donde los relevos no estan a la altura.
gran articulo que me trae grandes recuerdos.
Alberto, tienes gran razo, tengo 31 años y recuerdo con cierta nostalgia estos equipos magicos, a los que podia ver de ciento a viento por television y me encantaba, igual es por la ilusuion que se tiene cuando se es niño, pero a mi me encantaban, ahora los grandes europeos los veo de otra manera, el barsa de guardiola si que me parecio mitico y el bayer de heynkens, si guardiola consigue tomar el buen rumbo en europa puede hacer de este bayer tambien algo mitico, pero esta por ver.