Si hay un jugador que me impresionó más que nadie en mis primeras visitas al Camp Nou, ese fue Edgar Davids. Y eso que apenas estuvo media temporada en Can Barça. Pero fue la época en la que mi abuelo y mi tío me dejaron más veces sus abonos y fue realmente la primera temporada en la que empecé a ir asiduamente al Camp Nou. La 2003/2004. Antes solo había ido a partidos sueltos y cada mucho, y además que era demasiado pequeño como para prestarle la atención necesaria a los 90 minutos. Pero por aquel entonces ya tenía 10 años y ya era edad de enterarse más.
La gente recuerda aquella campaña 2003-04 como “la primera de Ronaldinho y Rijkaard” o “La última de Kluivert, Luis Enrique, Cocu y compañía”. Yo no. Yo la recuerdo como “la temporada en la que Davids me fascinó con apenas cuatro partidos”. Obviamente también me encantaban los regates mágicos de Ronaldinho o el despliegue físico de Puyol, Luis Enrique y Cocu. Pero había algo especial en ese moreno de pelo largo y gafas “de bucear” como les llamaba yo. Me sorprendía su capacidad de sacrificio en el centro del campo, recuperaba infinidad de balones pero además la sabía tocar muy bien con su zurda.
Recuerdo el debut de Davids con el conjunto culé. Era un Barça-Atlhetic, de la primera jornada de la segunda vuelta. Era en pleno enero y hacía un frío considerable. Aquella noche fui con mi abuelo, mi tío fue quien me dejó su abono esa vez. El partido fue lo de menos, 1-1 con gol de Kluivert y Jorquera debutando como titular por las lesiones de Valdés y Rustu. La verdad es que Albert hizo un partidazo aquella noche, lo paró casi todo, pero luego acabó siendo un bluf. Edgar también jugó los 90 minutos… ¡Y qué minutos!
Gran parte del estadio no lo había visto jugar nunca, o en contadas ocasiones en partidos de Champions. Pocos seguían por aquel entonces la Serie A, donde Davids había tenido sus mejores años, concretamente en la Juventus. Pero en su primera noche como azulgrana ya deslumbró y se ganó el respeto y cariño de la afición. Se le veía con claridad y sobre todo con muchas ganas, algo que necesitaba el Barça que por aquel entonces iba 7º a dieciséis puntos del líder, el Valencia de Benitez, que acabaría ganando la Liga.
Davids levantó rápidamente los olés y aplausos de la grada, y, a los pocos minutos de debutar, la gente ya sonreía cuando la tocaba el holandés. Parecía como si llevase jugando allí toda su vida. Y ahí fue cuando Davids me fascinó para siempre. Era un tipo carismático, pelo largo, coleta, gafas… y encima jugaba bien. Lo tenía todo para llamar la atención de cualquier chaval que apenas había visto fútbol en directo. Recuerdo pasarme varios minutos mirándole solo a él, fijándome en sus movimientos, con y sin balón. Era una maravilla. Y ahí fue cuando escuché algo que sigo recordando como si fuese ayer. Algo que no creo que vaya a olvidar nunca.
Detrás tenía a un hombre que nunca más he vuelto a ver, no debía ser abonado. Era un hombre que ya me había llamado la atención porqué iba muy bien vestido, muy elegante. Estaba ya adentrada la segunda parte cuando le escuché pronunciar aquellas palabras: “Este chico me recuerda a Rijkaard cuando era jugador. Por eso lo ha traído. Frank ha visto en este chaval al jugador que él quiere y este cambio en el centro del campo nos va a hacer ir hacia arriba. Ahora empiezo a confiar en este equipo, empiezo a confiar en Rijkaard”. Yo recuerdo que pensé “cuando llegue a casa le preguntaré a mi padre por Rijkaard en su etapa de jugador, que yo nunca lo vi”. Y la verdad es que a partir de ahí, el Barça hizo una segunda vuelta magnífica, remontando gran cantidad de puntos y acabando la Liga como segundos, solo por detrás del Valencia, que aquel año estuvo soberbio. A partir de la incorporación de Davids, quien se hizo dueño y señor del centro del campo, el equipo jugó mejor, Ronaldinho cada vez marcaba más y la defensa estaba también más segura. Edgar contagió al equipo. Parecía otro comparado con el de la primera vuelta. Rijkaard respiraba porque al final, a pesar de acabar la temporada en blanco, el club confió en él para la siguiente campaña. Y menos mal, porque a partir de ahí, llegarían dos ligas seguidas y, sobre todo, la Champions, la ansiada Champions de París. Pero todo esto ya fue sin Davids. Él solo hizo el “trabajo sucio”. Él fue el salvador de Frank, el que retomó el timón del equipo y evitó que despidieran a su entrenador, que estaba siendo muy cuestionado y tenía pinta de que no acabaría la temporada.
La verdad es que me enfadé bastante cuando supe que Davids solo estaba cedido y no se quedaría el próximo año en el equipo. No lo iban a fichar porqué ya tenía 31 años. Es cierto que aquel verano llegaron Eto’o, Larsson, Giuly, Edmilson, Silvinho, Belletti, Deco… pero el vacío que dejó Edgar fue grande. El cariño que le cogí fue inmenso y traté de seguir al menudo holandés allá donde fue. Inter, Tottenham, Ajax, Crystal Palace… Estoy seguro que en todos esos clubes también dejó a miles de personas fascinadas con su fútbol y su personalidad. Por qué Davids siempre será uno de los principales “culpables” de mi pasión y amor por el fútbol.
5 Comentarios
Molt maco Ignasi!!
Gràcies Luisa!!
Muy buen artículo, una lastima que no vieses la seria A en tiempos de Davids, la mejor Juve…
No estoy seguro, pero creo que fue Davids el que quiso irse al Inter cuando acabó la cesión
Melkor de Heredia no hables por hablar compañero. No mancilles el nombre de Davids, el precursor de todo el éxito del Barcelona de Rikjaard, junto con Dinho claro.
El quería seguir, además de que Ronaldinho, Xavi y Puyol lo consideraban fundamental también. Ya se había llegado a un acuerdo y luego la directiva empezó a poner peros. Edgar cuenta que llamó a Laporta x teléfono pero nunca le contestó. Y a raíz de esa situación tomó la decisión de irse, pues sentía que lo estaban tratando con prepotencia y arrogancia.
Entonces no fué el que no quizo. Lamentablemente las cosas se ven muy fáciles desde afuera, pero no es tan simple como decir si o no.