Se cumplen ahora 25 años de ese día, el 21 de junio de 1986. En el estadio Jalisco de Guadalajara se jugaban los cuartos de final del mundial de México, un enfrentamiento a priori apasionante entre la última selección brasileña que dirigió Tele Santana y la selección francesa que capitaneaba Michel Platini, la cual llegaba a la cita como vigente campeona de Europa.
Era el choque de 2 estilos que buscaban la portería contraria por encima de cualquier cosa y que tenían como bandera el fútbol espectáculo. Siempre se ha considerado al Brasil del 86 un peldaño por debajo del del 82, ya no estaban Toninho Cerezo ni Eder, mientras que Falçao ya no tenía el nivel de 4 años atrás, por lo que apenas entraba en el once. Además Zico llegaba muy justo tras una lesión reciente, por lo que tampoco ofrecía su mejor cara en los minutos en los que aparecía. Yo, sin embargo, visto con perspectiva, no comparto esa opinión, me parece un equipo más completo el del 86 sobre todo porque tenía 2 aspectos en los que era claramente mejor: la portería (Waldir Peres fue una rémora enorme en el 82) y la delantera (Careca mejoraba muchísimo las prestaciones de Serginho). Es cierto que los momentos de brillantez extrema que vimos con Brasil en el 82 no estaban al alcance de la selección que fue a México pero creo que era este un equipo más compensado y que Alemao y Junior y ofrecían un nivel alto en el medio. Junto a ellos la presencia imperial de Sócrates aportaba un poder de intimidación más que destacable al ataque de la Canarinha.
Francia era entonces la Brasil europea. El infortunio de los penaltis la había apartado de la final 4 años antes pero en la Eurocopa del 84 no perdonó y se llevó el título. Un centro del campo con Platini, Tigana y Giresse, 3 jugadores inolvidables, se completaba con Luis Fernández, futbolista más terrenal y que equilibraba con trabajo no exento de calidad el fútbol de seda que tejían sus compañeros de línea. Yannick Stopyra y todo un clásico como Dominique Rocheteau eran los puntas.
Aquella tarde española (mañana mexicana) hacía un calor infernal en Jalisco, igual que en la mayoría de partidos que vimos en aquel mundial. En Francia salía de inicio su habitual lateral derecho Manuel Amorós ubicado en banda izquierda (el titular, William Ayache, estaba sancionado) y le tocaba a Luis Fernández cubrir el hueco de Amorós en banda derecha. Los primeros 20 minutos fueron de vendaval brasileño, culminando con una obra de arte que supuso el gol de Careca. Nunca me gustó gran cosa Muller, el otro punta que salió de inicio en este partido, pero su rapidísima maniobra permitió definir a su compañero sin oposición ante el guardameta Bats. Ahí se acabó el experimento de los laterales franceses, se fue Amorós a su puesto natural, pasando Luis Fernández más a mediocampo y dejando el lateral izquierdo para un jugador más gris como Tusseau. Y a partir de ahí apareció la campeona de Europa, con un Amorós sensacional como carrilero derecho, sin prisa pero sin pausa comenzó a aparecer ese fútbol trenzado que terminó con el empate de Platini al filo del descanso.
Lo que vino después fue un éxtasis futbolístico, un partido de poder a poder, ocasiones en ambas porterías pero el gol no llegaba hasta que, ya con Zico en el campo, un claro penalti faltando apenas un cuarto de hora para el final le daba la oportunidad a la Canarinha de conseguir el gol de la victoria. Gol que no llegaría porque Bats le adivinó la intención a Zico, llevando el partido a una prórroga casi inhumana bajo un sol abrasador.
Ya en el tiempo suplementario y con las fuerzas bajo mínimos, ambas selecciones continuaron buscando el gol de la victoria, que casi llega para Francia en otra de esas jugadas para el recuerdo, cuando Bellone (sustituto de Rocheteau) rebasó al portero Carlos y este le desequilibra claramente (fuera del área, eso sí) en las mismas narices del árbitro, que no pitó nada ante la sorpresa general. A renglón seguido tuvo Sócrates la última pero no acertó a enganchar la pelota.
Y llegaron los penaltis. Ahí fallaron los grandes, Sócrates y Platini, además del central Julio César, último lanzador brasileño. Era el momento de Luis Fernández, sobre su espalda recaía todo el peso de dar el pase a semifinales a su país. Siempre me he preguntado qué pasará por la cabeza de un futbolista en un momento así, creo que la sensación de bloqueo debe de ser indescriptible. Pero Luis no falló, la colocó ajustada al palo derecho y engañó a Carlos para llevar a Francia a semifinales y tocar con los dedos el cielo. En el siguiente vídeo podéis ver la emoción de la tanda de penaltis narrada por un locutor brasileño.
Uno de los mejores partidos en la historia de los mundiales, la verdad me apetecía volver a disfrutar de él 25 años después, si tenéis oportunidad de verlo íntegro os lo recomiendo, vale mucho la pena porque son dos de las mejores selecciones de la historia y, por descontado, de aquella década de los 80 donde el fútbol era menos físico y más artístico.
2 Comentarios
sin duda esa Francia era muy potente, una lastima que solo se quedasen con la eurocopa y no ganase un mundial esa generación
@jairo
Era una gran selección, en el 82 creo que tuvieron su gran oportunidad con aquella tanda de penaltis ante Alemania, en otro partido memorable. En el 86 llegaban ya un pelín de vuelta pero para mi debieron ser al menos finalistas.
Un saludo