Chasco número siete para Abramovich

Damián - Cuando en el verano del 2003 Roman Abramovich se compró el Chelsea tenía en mente hacer del conjunto londinense el más grande de Europa. Los blues eran por aquel entonces un conjunto mediano del fútbol inglés con un palmarés más bien escaso.

La liga del 53; las FA Cups del 70, 97 y 2000; las Copas de la Liga del 65 y 98 y dos Copas de la Uefa conquistadas en 1971 y 1998 eran todo su bagaje. Su palmarés no era gran cosa. Lejos de clubes como Manchester United, Liverpool o Arsenal. E incluso inferior a otros como Aston Villa, Tottenham o Everton.

Para hacerse un hueco en la élite inglesa y europea el magnate ruso no escatimó gastos. A lo largo de las siete temporadas que lleva al frente del Chelsea se gastó unos 460 millones de euros netos para lograrlo, de ellos 330 en sus dos primeras campañas.

Fueron multitud de idas y venidas de jugadores por Stamford Bridge. Algunos de ellos alcanzaron el éxito como Ricardo Carvalho, Didier Drogbá, Ashley Cole o Michael Essien. Pero la mayoría pasaron con más pena que gloria o directamente fracasaron. Casos paradigmáticos fueron los de Verón, Paulo Ferreira, Kezman, Tiago, Del Horno, Wright-Philips o Shevchenko (quizás el más sonado). La ley del talonario sin ton ni son se adueño de los blues.

Con todo este despilfarro Abramovich logró colocar a su juguete en lo más alto del fútbol inglés. Desde su llegada conquistó dos Ligas, dos FA Cups y dos Copas de la Liga (la mayoría de estos títulos bajo la dirección de Mourinho). Casi tantos títulos en siete años como en los 98 anteriores. Un objetivo conseguido.

Sin embargo el otro, el más deseado, reinar en Europa todavía no lo ha logrado. Siete asaltos consecutivos a la Champions League acabaron en fracaso. Mónaco, Liverpool (en dos ocasiones), Barcelona (otras dos), Manchester United (en la final del penalti de Terry) y ahora el Inter de Mourinho (el ilustre ex que se cargó el propio Abramovich) rompieron la ilusión del conjunto londinense.

La verdad es que no me disgusta la eliminación de los blues. Yo creo que armar un equipo campeón tiene que ser algo más que simplemente talonario. Se necesita una planificación seria, un proyecto, un modelo a seguir. Un arduo trabajo rastreando el mercado en busca, no del jugador más caro, sino del que mejor se pueda adaptar a la propuesta futbolística del equipo. Y también una apuesta total por la cantera con el objetivo de que en el primer equipo jueguen la mayor cantidad de canteranos posible, los que realmente sentirán al club en lo más profundo de su corazón. De todo esto poco ha hecho el Chelsea.

Ahora mi duda es si el ricachón ruso continuará con la misma ilusión dilapidando su dinero en su entretenimiento después de este último fracaso, o por el contrario comenzará a recortar su inversión vistos los nulos resultados cosechados en Europa hasta el momento.

Blanco, Heaven Fútbol - Eliminatoria diferente, sobre el papel un equipo muy superior, el Meazza lo confirmaba, pero el Inter salía vencedor en la adversidad, pudo ser goleado, ganó 2-1 y lo dejó todo abierto para la vuelta.

El partido empezó igual que el de la ida con los de Londres dominando y llegando, poderío e intensidad para destrozar a un Inter que salía con un falso 1-4-3-3, quien conoce a Mourinho sabe que se maneja a caballo entre el 1-4-4-2 y el citado 1-4-3-3, todos sus jugadores dominan los dos esquemas a la perfección, automatismos y velocidad en el cambio. Con eso jugó el luso, en el repliegue usaban el plan A de la Calcio, 1-4-4-2 con las dos líneas de cuatro muy juntas para estar a la expectativa, en ataque afloraba el plan B, ese que poco o casi nada hemos visto en liga, Snejider entre líneas dos puntas cayendo a bandas y el del centro en ruptura constante. Los blues apretaban pero no ahogaban, pudo llegar el primero, Eto’o tiraba de coberturas contra Zhirkov, pero el partido se estancó, el Inter se dio cuenta de que a medida que avanzaba el crono, los de Ancelotti se ponían más nerviosos, fueron perdiendo intensidad y posesión para dar paso a la segunda parte…

Estar en el vestuario italiano durante la sesión motivadora de The Special One hubiera sido increíble, cambio la cara del partido, asumió el rol de dominador, nadie se escondía, posesión para desesperar y golpear al rival con contundencia, Mourinho jugó con el tiempo, cada segundo que pasaba le daba más ventaja, Carletto sin respuesta, su cara era un poema, el equipo había pasado de jugar con intensidad Premier a ahogarse en las preocupaciones, era difícil reflotar la nave, cambió a Zhirkov y Ballack por Joe Cole y Kalou, pasó a un 1-4-3-3, descuidar el lateral era un precio que se podían permitir perfectamente, entonces llegó el gol del Inter, Eto’o firmó la sentencia, como dice un buen amigo el camerunés siempre está en las grandes citas. Pandev imperial en la oscuridad, se habla de Snejider, pero el trabajo oscuro que realizaron tanto el macedonio como Cambiasso fue determinante, el balón no salía, se atascaba, la presión mataba a un Chelsea que en cualquier otra condición hubiera dado una respuesta contundente, balón directo a Drogba desde la portería e iniciar en segunda línea, ayer las ideas no venían, nada salía ni tenía sentido, Samuel pareció de verdad un muro y Lúcio desesperó a un Didier que vio como era expulsado en su desesperación.

Enfado y frustración recorrían la faz del técnico italiano, nunca se vio fuera, la ida fue un tropiezo, se encontró con los árbitros y un Mourinho capaz de vencer en las penurias, en Champions no se puede fallar, el que tiembla tiene un pie y medio fuera. Solo hay que ver, tres favoritos absolutos han caído por el mismo mal…


Un abrazo.