Andrea Pirlo es una antítesis mística de que el fútbol es un deporte de contacto, de brega y de lucha. En las grandes noches nos ha deleitado con un recital de fútbol de alta cuna mientras parece no haberse quitado el traje de chaqueta, inmaculado para salir con el balón bajo el brazo y disfrutar de una sesión de ópera junto a su esposa.
Pero no caigan aún en las enigmáticas palabras, no duden ni un segundo en imaginarse a un futbolista con un importantísimo coeficiente intelectual futbolístico, con una impresionante devoción por la asociación colectiva, aquel chico, que en los partidos del recreo de Flero (Brescia) se arremangaba las mangas de la camiseta, pedía la pelota y no dudaba de mancharse de fango hasta arriba porque él sabía dónde tenía que llevarla y lo más importante… cuando.
Para Pirlo, una falta en la frontal del área es equivalente a un penalti
Inter de Milán, pocos minutos y muchas cesiones
Tras sus comienzos en el Brescia, Andrea Pirlo llegaría al Inter de Milán por expreso deseo de su entrenador Lucescu; allí llevaría los galones desde la media punta en un juego más vertical, con una mayor presencia en el área. La realidad fue bien distinta, el italiano jamás encontró su lugar ni su espacio entre los esquemas neroazurris, joven pero muy talentoso tuvo que emigrar en busca de minutos que le hicieran crecer como jugador. Cesiones a la Reggina —donde culmina una buena temporada— y otra al Brescia hacen que su paso por el Inter sea prácticamente testimonial. Tras tres años en la disciplina, en el mercado de invierno el AC Milan se hace con sus servicios por 18 millones de euros.
El metrónomo de San Siro
La llegada de Pirlo al Milan supuso una bocanada de aire fresco, una brisa que intentaba irrumpir entre los erráticos esquemas de pizarra del Calcio, un paria en una cruzada solitaria por sostener una filosofía de juego muy distinta a lo que se venía exponiendo domingo tras domingo. Con los rossoneros empezó en una posición de trescuartista, pero la llegada de Rui Costa hizo que Carlo Ancelotti retrasara su posición al mediocampo, lugar en el que es capaz de brillar con luz propia y ofrecer sus mejores años al servicio del conjunto lombardo.
En el Milan consigue conquistar dos Scudettos, dos Champions League, una copa de Italia y dos Supercopas de Europa. Vemos al mejor Pirlo, el que jamás dejó de crecer hasta límites insospechados, ningún ataque milanista cruzaba la línea de cal hacia campo contrario sin su consentimiento; en una parsimonia lenta, para algunos demasiado desesperante, escondía la pelota mientras su encéfalo programaba los tempos, para dar en el último compás del metrónomo el pase justo y medido, ni antes ni después.
Tras diez años de servicio en la vieja Lombardía, Pirlo decide poner fin a su etapa milanista, desde San Siro lo ven con buenos ojos, piensan que es un jugador venido a menos que ya dio sus mejores momentos de gloria, la hora del retiro dorado en algún país exótico para continuar con su trote elegante y sus pases de escuadra y cartabón para una liga menor.
Es capaz de tocar de primeras el interruptor del pasillo cuando se han fundido los fusibles de la casa
La segunda juventud
Lejos de todo aquello, el 12 de mayo de 2012 la web oficial de la Juventus anuncia la contratación de Pirlo, un equipo por el que pelear por el Scudetto, de luchar por títulos, no hay relajación que valga en la mentalidad del italiano. Tras dos temporadas, ha conseguido alzarse con dos ligas consecutivas formando parte del once ideal del Calcio.
Como el buen vino —del que es buen amante y propietario de una bodega—, se ha convertido en un futbolista al que cada año cumplido le ha sentado mejor; una progresión ascendente que aún no ha encontrado el punto de cadencia. Se habla de que posiblemente la nueva filosofía y cambio cultural del Calcio ha beneficiado a las grandes mentes mediocampistas como las de Andrea. La Selección Española marcó un estilo de juego que Italia ahora quiere adaptar a su fútbol, descubrieron que con el juego rácano y la rigurosidad táctica no conseguían los títulos deseados, ahora se apuesta más por el toque, por las triangulaciones, la posesión forma parte de la filosofía italiana, no muerde ni les quema el balón en las botas y en esa tesitura él se encuentra como pez en el agua.
La squadra Azurra, metamorfosis de identidad
Con la selección italiana, Andrea ha disputado 108 encuentros, anotando hasta 32 tantos. Titular en dos mundiales, 2006 —en el que salió campeón— y el de 2010 en Sudáfrica, donde no pasó de la fase de grupos. Participó en tres Eurocopas, quedando subcampeón en la última de 2012 frente a España.
En Brasil cogerá de nuevo las riendas en un proyecto de mezcla entre veteranía y juventud, la apuesta por algo distinto a lo que venía siendo la Italia de los últimos mundiales, Pirlo como centro neurológico de Italia, con bravos escuderos a sus espaldas que reculen veinte metros para ayudar en defensa mientras él se dedique a mover el equipo, a recular el ritmo o acelerarlo cuando sea necesario.
Perfil de corte pragmático
Si en algo podemos calificar a este magnífico jugador es por su toque de balón. Capaz de ejecutar un pase milimétrico al pie del delantero rompiendo la defensa rival desde 40 metros de distancia. Especialista máximo en jugadas a balón parado; para Pirlo una falta en la frontal del área es como un penalti, un francotirador de camisa y corbata que cada 3 o 5 días se disfraza de futbolista.
La sencillez con la que ejecuta cada movimiento muestra al espectador una jugada compleja y tosca vista desde un caleidoscopio, con una naturalidad pasmosa es capaz de encontrar el espacio vacío donde cualquiera únicamente vería piernas, es capaz de tocar de primeras el interruptor del pasillo cuando se han fundido los fusibles de la casa, se pone la chaqueta de pragmático y empieza a hacer su trabajo sin apenas hablar, algún aspaviento para corregir posiciones, algún gesto gruñón… poca cosa.
Un jugador distinto nacido en una época donde únicamente se criaban niños de otra estirpe, de otro perfil; su registro lo hace tan distinto que no dudamos en sentir admiración por defender un estilo al que se renunciaba profundamente desde su Italia natal. Cerrando los ojos, a veces imagino a un joven Pirlo en el recreo de la escuela de Flero, con las mangas hacia arriba, soñando quizás en la Holanda de Cruyff y él en el centro de la escena, haciendo aspavientos, decidiendo en qué momento el juego debía acelerarse, cediendo el protagonismo del gol a otros, como haría cortésmente un dandi con su exquisita educación, quizás el último de una generación maravillosa.
2 Comentarios
un crack pero desde que a dicho que el depor le gano 4 0 a su milan por que estaban dopados me cae un pelin mal el mal saber perder que tiene le hace perder el coco, que lastima no haberlo visto en la liga Española.
Gran artículo Yasser.
Pirlo es un auténtico maestro del fútbol. Uno de los mejores guantes en la pierna que he visto en mi vida de aficionado al fútbol.
Te espero en mi blog.
Un saludo,
Manu