¿Constructor o explorador?

¿Messi o Cristiano? Una discusión que cada día parece tener menos adeptos tras la recuperación de forma del pequeño genio argentino. Pero para contestar fríamente y sin colores que nublen o enturbien la visión, es necesario partir de la premisa de que ambos jugadores son completamente distintos y que dicha comparación carece de fundamento. Uno es constructor; el otro, explorador.

Un auténtico juego de tronos el que llevan brindándonos estos dos cracks durante los últimos años. Motivándose el uno al otro tras la actuación del rival, siguen batiendo y destrozando marcas y récords que hasta hace bien poco era impensable que se superaran. ¿Lo mejor? Gana el espectador. Siempre. Y continuando con el símil literario, si ambos jugadores fueran hermanos de la Guardia de la Noche, Lionel Messi pertenecería al grupo de los constructores, los encargados del mantenimiento del Muro; de los pilares que sustentan la seguridad del reino, los que mantienen a salvo las aspiraciones de sobrevivir a la llegada del invierno o, en nuestro caso, de partidos cerrados sin salida posible para los demás.

Querer comparar es NO SABER NADA.

El juego del “10” no se reduce a encarar y marcar. En las últimas temporadas ha asumido un rol de auténtico líder en la creación de juego. Con Luis Enrique, y ante la previsible falta de partidos de ‘Xavi’, ha lucido los galones que lo erigen como el Lord Comandante al que seguir sin pestañear. Engloba todas los aspectos del juego, incluso la defensa y recuperación de balón en media cancha. La escuadra y compás con los que marca pases de tiralíneas a las espaldas de los defensores construyen ocasión tras ocasión para sus compañeros de baile. Es el sustento de muchas líneas, no únicamente la vanguardia ofensiva.

¿Y Cristiano Ronaldo? Sin duda pertenecería a los exploradores. Los hermanos juramentados encargados de la labor puramente militar, de la lucha, de asestar el golpe definitivo, pero de nada más; no se puede esperar del portugués que construya o dirija el juego del Real Madrid. Él es fuerza, contundencia, remate, rapidez, pero los pases al hueco o el gambeteo a rivales se encuadran en un marco muy distinto al de su gran rival en la lucha por el trono. Es el brazo armado de la cruzada blanca, pero necesita una serie de hermanos cuervos tras él que le ayuden a avanzar líneas. Un auténtico martillo pilón con el único objetivo de machacar la portería contraria, pero al que no podemos pedir ni exigir que haga lo mismo que su rival puesto que, insisto, no lo olviden, son jugadores absolutamente distintos.

Únicamente un necio no querría a ambos en su equipo.

Dicho esto, sólo puede quedar uno en el sillón. Y qué duda cabe que, hoy día, debe ser Messi al abarcar todas las facetas del juego, algo que su rival directo no alcanza. Lo más parecido al concepto de “futbolista total“. Un nuevo y, de momento, incuestionable Balón de Oro se acerca a sus vitrinas. La mala suerte del nacido en Madeira ha sido coincidir en el tiempo con este genio, como ya le pasó en su momento a ‘Magic’ Johnson o ‘Larry’ Bird con Jordan. ¿Alguien se atrevería a afirmar que los dos primeros no marcaron una época y que siguen teniendo legiones de fieles seguidores dispuestos a discutirle el puesto al “23 eterno”? Evidentemente, no. Pero aquel y este elevado podio desde donde se mira hacia abajo a los demás solo lo pisotean unos pies nacidos en Rosario.

Lo que resulta indubitado es que ambos cracks profesan el mismo amor hacia la pelota y que, cada vez que saltan al campo, hacen honor a sus votos: pasión por el juego.

Que continúe su guardia, a los Antiguos se lo rogamos.

¡Brindo por verlos más años a su nivel!