Vacío existencial

Italia llora por su fútbol. No por lo que sufre, más bien por lo que sufrirá hasta que algún síntoma de resurgimiento asome la cabeza. Mientras medio país se pregunta qué será de la faceta defensiva de la selección cuando Barzagli (33 años) y Bonucci (27 años) abandonen el área, otro tanto se rasga la cabeza mientras hacen cábalas con la delantera.

No deja de ser sintomático que Luca Toni, a sus 37 años (38 en mayo), sea el mejor representante del gol italiano en toda Europa. Este domingo anotó un doblete ante el Napoli logrando entrar en el quinteto de máximos goleadores de la Serie A. Con sus 13 goles forma parte de una clasificación que a buen seguro alegra al “Tata” Martino viendo que Higuaín, Tévez, Dybala e Icardi son actualmente la gran esperanza del Calcio.

El margen de mejora, lejos de un florecimiento, ha crecido exponencialmente respecto a 2014. Si el año pasado Cerci e Immobile apuntaban a ser las figuras de la esperanza, la revoltosa dinámica del primero y la poca colaboración del segundo en Dortmund (aunque es uno de los grandes favoritos) obligan al aficionado a buscar alternativas.  Di Natale, que encara su última temporada en activo, ya no entra en los esquemas del rejuvenecimiento de Antonio Conte. De Balotelli poco queda por decir, aunque siga entrando en las convocatorias de la Azzurra, bastante tiene con controlar el ritmo de su vida como para encontrarse en el terreno de juego. Caso contrario al de Giuseppe Rossi, que a pesar de su fidelidad futbolística, las lesiones le han privado de ser un sensacional jugador de este deporte.

En octubre del año pasado se habló mucho de la apuesta, llegó a etiquetarse de arriesgada, de Antonio Conte por Simone Zaza. Con la consumación del calendario y la proximidad del europeo de Francia, sin embargo, la apuesta se está convirtiendo en la cruda realidad.  Cruda porque a pesar de ser cierto que no en mucho tiempo el bueno de Zaza será carne de un equipo de mayor grosor que el Sassuolo, el delantero referencia de la selección italiana está luchando por no perder la categoría.

Nadie se olvida de Graziano Pellé, que hasta enero estaba siendo uno de los mejores de la Premier League. En su caso no es tanto la falta de nivel lo que le coloca en segundo plano, sino su envergadura, su estilo y el menor grado de agresividad que posee respecto al resto de los compañeros. Para que se entienda, es menos “delantero Conte”, como sí son Immobile y Zaza. Pero no hay duda de que se trata de un recurso muy aprovechable para desatascar escenarios de difícil resolución. Su facilidad para meter al equipo en campo contrario y ser una opción de pase es una de las grandes -y pocas- noticias positivas para el combinado transalpino en el frente.

El nombre de Manolo Gabbiadini también baila entre las opciones. A Génova le rompieron el corazón cuando en invierno se enteró de que su mejor jugador abandonaría el barco para viajar al sur de Italia. Sin embargo su participación en Nápoles parece indicar que aún no ha aterrizado en el club partenopeo. La competencia le ha quitado mucho terreno y aún tiene que convencer a Benítez de que es más que un jugador de segundas partes (a veces ni eso).

La sensación general es que Conte no tiene mucho donde elegir. Ahora mismo Italia se encomienda más al espíritu de sacrificio que su entrenador transmite que a la calidad de sus jugadores. Mientras los Romagnoli, Verratti, Rugani, Berardi, Perín, Cataldi, Paloschi, Baselli… y un ingente número de promesas superan etapas de crecimiento, la Nazionale no tiene otra salida que recurrir a la raza que les representa; garra, lucha y cierre de espacios son, por encima de los nombres, la única fórmula que Antonio Conte puede utilizar para hacer algo grande en París.

 

Xabi Esnaola

Ganar es mejor que empatar, y empatar es mejor que perder.

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