Timor Oriental, punto de partida hacia Rusia
Parece que fue todavía ayer cuando Mario Götze batía a Sergio Romero en la jugada que decidía el nuevo campeón del mundo. Alemania se convertía en tetracampeona, haciéndose con un entorchado del que podrá presumir hasta el verano de 2018. Apenas seis meses después de aquel histórico momento, la máquina mundialista se vuelve a poner en funcionamiento; lo hará en Dili, capital de Timor Oriental.
En efecto, la zona asiática se ha convertido en la primera en romper hostilidades de cara a la Copa del Mundo de Rusia, y afrontará desde el día 12 hasta el 17 de marzo una ronda previa entre las selecciones con peor ranking mundial. Y de entre todas las eliminatorias, la más madrugadora enfrentará a Timor Oriental —antigua colonia portuguesa— y a Mongolia: conjuntos situados en las posiciones 187 y 194 de la clasificación de la FIFA, respectivamente.
La República Democrática de Timor Oriental —también conocida como Timor Leste— abarca una extensión de territorio que engloba la mitad oriental de la isla de Timor, situada en el sudeste asiático, muy cerca de Australia. La parte occidental de la isla pertenece a Indonesia, país cuya provincia número 27 fue la antigua colonia portuguesa hasta el año 1999. Por entonces los timorenses expresaron en un referéndum su deseo de independizarse de Indonesia, proceso que se completó en mayo de 2002. Hoy, casi trece años más tarde, se mantiene como uno de los países más pobres del mundo, pese a disponer de recursos naturales como el gas o el petróleo. Posee una población que apenas supera el millón de habitantes quienes, en muchos casos, viven en la más absoluta indigencia.
Su selección nacional debutó en partido oficial en marzo de 2003, con una derrota por 2-3 ante Sri Lanka en la fase previa de la Copa de Asia 2004. El 12 de septiembre de 2005 se convirtió en miembro FIFA, disputando las fases previas de los mundiales de Sudáfrica y Brasil; en ambos casos Timor Oriental quedó eliminada en la ronda previa, contando sus partidos por derrotas ante Hong Kong y Nepal respectivamente. Su primera victoria en un encuentro internacional llegó en octubre de 2012, cuando logró imponerse por 5-1 a Camboya. Curiosamente, su ranking FIFA actual le permite dejar por detrás a 22 selecciones, una de ellas su rival en la eliminatoria que afrontará en pocas horas.
Mongolia, país bastante más longevo, dejó atrás sus políticas comunistas coincidiendo con la disolución de la Unión Soviética. En 1992 se redactó una constitución liberal que permitiera asegurar una transición hacia la democracia. El petróleo, el carbón y el cobre constituyen la base de la economía de este país, uno de los 20 mayores del mundo en cuanto a extensión, dominada en gran parte por amplias estepas y el desierto de Gobi. Por este motivo su población no alcanza los tres millones de habitantes, un tercio de los cuales se concentra en su capital, Ulán Bator.
Futbolísticamente, su selección se fundó en 1959, aunque no desarrolló actividad internacional entre 1960 y 1998. Jamás se ha clasificado para una fase final de la Copa de Asia ni tampoco ha podido superar la primera ronda asiática previa a una Copa del Mundo. Las condiciones climatológicas del país, que posee veranos muy cortos e inviernos largos y extremadamente crudos, no favorecen el desarrollo del fútbol pese a que últimamente se intenta potenciar entre los más jóvenes la práctica deportiva del balompié.
Con estos condicionantes se llega a un enfrentamiento que cabe catalogar de histórico. Y lo será fundamentalmente porque el que logre vencer superará por primera vez una eliminatoria mundialista; el premio, insignificante para otros, se puede considerar espectacular para estas dos selecciones y consistirá en acceder a la siguiente ronda eliminatoria. Una fase que se disputará bajo el formato de liguilla y que tendrá lugar entre el 11 de junio de 2015 y el 29 de marzo de 2016, entrando en juego todas las demás selecciones asiáticas sin excepción alguna. Los equipos se repartirán en grupos de cinco, con lo que la selección que supere esta eliminatoria previa se enfrentará al reto de disputar ocho encuentros, varios de ellos contra alguna de las principales potencias continentales. La posibilidad de recibir en su propio estadio en partido oficial a gigantes asiáticos como Japón, Australia o Corea del Sur supone una auténtica cita con la historia para dos combinados tan modestos. Ni que decir tiene que ni Mongolia ni Timor Oriental aspiran a superar la liguilla, pero el mero hecho de poder disputarla podría suponer un importante impulso al fútbol en sus respectivos países.
Los técnicos de ambas selecciones, como no puede ser de otra forma, destacan por su perfil bajo. El brasileño Emerson Alcântara, de 44 años de edad, cuenta con algunas experiencias previas en los banquillos de equipos modestos de Brasil y Trinidad y Tobago; algunos de los futbolistas con los que cuenta juegan en Timor, pero la mayoría se encuentran desperdigados por el mundo en equipos desconocidos. No sucede lo mismo en el caso de su rival, ya que la práctica totalidad de los jugadores convocados por el técnico de Mongolia — el serbio Vojislav Bralušić— militan en clubes de su país.
Ya solo queda que el balón eche a rodar. Cuando en Occidente las ligas más importantes comienzan a aproximarse a su fase decisiva, resulta divertido echar la vista al otro lado del planeta para darse cuenta de que hay muchos tipos de fútbol, y que todos ellos tienen su encanto y su premio. El camino hacia Rusia comienza en Dili; por delante quedan muchos meses de batalla para conocer a los 32 finalistas. Pero de momento Timor Oriental y Mongolia vivirán una batalla intrascendente para el gran público, pero decisiva para su futuro futbolístico inmediato.
José Luis Rodríguez
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