Sporting de Gijón, ampliación fatal

El equipo de Abelardo sigue firmando una temporada excepcional: a pesar del empate en su último encuentro del pasado fin de semana, en el que mereció la victoria, el club gijonés se mantiene en la tercera posición a un punto del ascenso directo que marca el Girona. La excepcionalidad que señalo viene determinada por los problemas que atraviesa el club, y que han derivado en dificultades para diseñar una plantilla competitiva por la imposibilidad de realizar fichajes a causa de la lamentable situación económica.

Por lo tanto, el técnico gijonés, que sabe por experiencia propia lo que es participar de los frutos de Mareo, ha tenido la obligación material de echar mano de ellos, pero también el convencimiento de que es el único camino en el que el club se sabe desenvolver, y en el que debe hacerlo por las pasadas etapas gloriosas vividas. El mérito de Abelardo es simplemente extraordinario: no encuentro otro paralelismo en el mundo del fútbol actual al hecho de exprimir unos recursos limitados como lo está haciendo el exinternacional. Si nos trasladamos a la figura de Simeone, los méritos superlativos del argentino se me hacen más cortos: ha sido capaz de ganarles una Liga a Barcelona y Real Madrid, además de disputar una final de la Liga de Campeones, pero estamos hablando de una plantilla que se encuentra entre las cinco mejores del campeonato sin ninguna duda, y con gente experimentada. El caso del Sporting se trata de un bloque de jugadores de la casa con una media de edad muy baja, del que sólo un porcentaje muy reducido en posiciones clave se pueden catalogar como experimentados. Además, esta plantilla estaba llamada simplemente a mantenerse sin agobios en la categoría.

En cualquier caso hay que volver a hacer hincapié en que es la situación económica del club la que ha obligado a mirar hacia las entrañas del mismo, y no al revés, como había ocurrido en otras ocasiones sin mucha suerte ni éxito. Y este sigue siendo el punto de partida de todo lo que forma parte del día a día del Real Sporting de Gijón, y la situación no ha cambiado en demasía en los últimos meses. Recordemos que el máximo accionista del club y quien realmente lo controla, José Fernández, admitió a finales del pasado año la posibilidad y la intención de deshacerse de su participación y ceder así el control de la entidad que ha mantenido durante más de veinte años. Tras este anuncio se empezaron a filtrar desde los medios de comunicación la existencia de distintos compradores o inversores interesados en hacerse con ese paquete accionarial. Tras el paso de los meses, esos mismos medios han ido descartando a esos supuestos inversores provenientes de Suiza, Inglaterra o Estados Unidos, por poner algunos ejemplos. Tras esos descartes, se ha intentado reactivar el interés de algunos de ellos, sobre todo cuando se acercaba algún partido a disputar en el Molinón, como mecanismo para apaciguar los ánimos de una afición harta de soportar el mismo despropósito con la venta del club que el que se había producido en la gestión del mismo.

Abelardo, una brújula en el desierto

“Tu Fe Nunca Decaiga” es una plataforma de abonados del Sporting creada con el fin de devolver el control del club a ellos. A principio de temporada hicieron una propuesta por la compra del paquete accionarial de la famila Fernández, pero esta fue desestimada. Tras todos los desencuentros en cuanto a la venta del club se refieren, Javier Fernández —hijo del máximo accionista— convoca a una reunión a la asociación para acercar posturas; esta reunión se produce el día 31 de marzo. Tras ella, se da a entender que se va a proceder a una ampliación de capital para los pequeños accionistas en la que la familia Fernández no va a participar. Desde “Tu Fe Nunca Decaiga” se comunica que no se ha llegado a un acuerdo sobre la forma y las condiciones en las que se va a realizar la ampliación de capital; desde la plataforma siempre se ha defendido la postura de socializar el club para devolverlo a sus legítimos propietarios, que antes de la creación de las Sociedades Anónimas eran los socios de la entidad deportiva. Sin embargo, en la calle no hay debate: la prioridad no es la socialización de la institución, sino la salida de la familia Fernández. Una cosa sin la otra no sirve, y esto parece que no se va a producir en ningún momento. El Consejo de Administración “sportinguista” ha creado un agujero que bien se podría catalogar como negro, y ahora solicita la ayuda de la masa social a la que ha estado ninguneando durante años y coartando su libertad de expresión en el estadio para tapar ese descomunal agujero. La coartada ya ha sido planteada por esos medios de comunicación que continuamente le hacen el juego al Consejo de Administración, dando a entender que el pequeño accionista sería quien pasaría a controlar el club al quedarse la familia Fernandez con un 48% de las acciones tras la ampliación.

Esa ampliación se estipula en 3’5 millones de euros: lo máximo que permite la ley en función del capital social. La percepción a día de hoy, palpando mínimamente el sentir de la calle, es que la convocatoria de la ampliación de capital puede convertirse en un ridículo más en la ya dilatada carrera hacia el esperpento que se ha asentado en el club. No existe intención por parte del aficionado de a pie de comprar acciones mientras la sombra de Fernández siga vislumbrándose en el horizonte sportinguista. Es más, el aficionado parece decidido a abandonar al club a su suerte antes que embarcarse en un viaje a ninguna parte con el actual presidente a bordo. Eso es algo que se debería plantear “Tu Fe Nunca Decaiga”, si realmente quiere ir en sintonía y de la mano del resto de la masa social a la que pretende representar dando un paso al frente.

Mientras tanto, la situación del Sporting no puede ser más antagónica: mientras la excelencia se instaura en el banquillo rojiblanco, en el palco continúa la decrepitud más absoluta, sin visos de encontrarse una solución en la que la continuidad del actual Consejo no deje de ocupar los titulares. Mientras en el césped unos jóvenes se dejan la vida por la consecución de un sueño siempre lejano, en la planta noble de la institución otros individuos intentan pactar una ampliación de capital que se puede transformar en la enésima pesadilla vivida por la afición rojiblanca, y que se traduce en una ampliación del sufrimiento de unos y la dictadura del poder económico de otros.