Sevilla-Real Madrid, duelo a quemarropa
Nervión se atisba imponente sobre el horizonte del sur de Andalucía, como fortaleza infranqueable para todo aquel que ose profanar su jerarquía futbolística en el Ramón Sánchez Pizjuán, y es que son hasta 34 enfrentamientos oficiales de los sevillanos en su feudo sin recibir el amargo sabor de la derrota.
Sevilla brilla más fuerte que nunca, la primavera trae consigo el anhelo de otra noche de títulos europeos a la vuelta de la esquina, y a su vez la posibilidad de volver a oír aquellos dulces sones de la Champions retumbando en la bombonera rojiblanca, la gloria pasa por mantenerse en pie cueste lo que cueste, en apretar los dientes y dar el todo por el todo, las noches de duende y embrujo empiezan a tomar forma más allá de la Giralda, pero los de Emery tienen trabajo por hacer.
No es tiempo de regocijarse en planes futuros cuando tienes la visita de un coloso, el Real Madrid está dispuesto a dejar la hierba marchita tras sus pasos en su visita a Sevilla, el objetivo de continuar en una persecución casi obsesiva con el FC Barcelona le hará pelear con todo pese a que Turín esté más cerca que nunca. Ancelotti planteará un partido para morir matando porque el escudo y la filosofía de un grande se lo exige, y nada peor como tener una bestia herida como Cristiano que buscará saciarse sin pedir permiso sobre el rectángulo hispalense.
Pero Nervión ya ha demostrado infinidad de veces que es un incómodo camino para alcanzar el objetivo, serán 90 minutos de presión asfixiante, de sentir el aliento en la nuca del rival a cada paso que den, el ahínco de una afición que no está dispuesta a renunciar a su sueño tenga el escudo visitante el peso que quiera tener. Hace ya mucho tiempo que en Sevilla no se le teme al Real Madrid y que los blancos tragan saliva antes de acometer su asedio.
Será un duelo épico, bajo una caldera de fútbol a punto de ebullición, un escenario no apto para todos, donde sueños, ilusiones y pasión se vierten de manera estratosférica bajo aquella atmosfera. Únicamente serán 90 minutos de gloria o tragedia, como en el coliseo romano. Cuando el reloj marque las 8 de la tarde del sábado, una invisible niebla envolverá Nervión de una sola vez, en ella se podrá inhalar la pólvora seca mezclado con el frescor de la hierba, el áspero sudor del talento y la mirada suicida de dos equipos que desatarán la locura en una confrontación a quemarropa, Europa puede esperar.
Yasser Tirado