Bethlehem Steel F.C.: la primera dinastía estadounidense
Cuando se habla del fútbol en los Estados Unidos, lo primero que viene a la mente son ‘Pelé’, Beckenbauer, Chinaglia; el New York Cosmos, canchas de tartán, patillas largas, afros y ambiente setentero en el auge de la North American Soccer League (NASL), para luego tener presente la Major League Soccer (MLS), la Beckham-manía, y el crecimiento del interés en un fútbol del que se acababa de retirar su principal figura nativa, Landon Donovan. Sin embargo, antes de todos ellos (mucho antes), existió una dinastía que reinó en el fútbol estadounidense de aquellos años marcados por la Primera Guerra Mundial: los Bethlehem Steel Football Club.
Bethlehem, también conocida como Christmas City es una pequeña ciudad de 75,000 habitantes ubicada en Pennsylvania, de herencia colonial y especialmente industrial. Es en esta ciudad donde se funda la Bethlehem Steel Corporation, empresa que en su momento fue la mayor constructora naval de los Estados Unidos y la segunda mayor productora de acero, especialmente en tiempos de las guerras mundiales del siglo pasado, en las que se convirtió en la principal proveedora de blindajes y armas para la US Navy.
Precisamente en los años previos a la Primera Guerra Mundial, jugaba en sus ratos libres, en el equipo amateur de la ciudad, Horace Edgar Lewis, ejecutivo de la Bethlehem Steel Corporation y apasionado del fútbol. Lewis fue quien tuvo la idea de ingresar al Bethlehem Football Club dentro del programa atlético de la corporación y de esta manera formar un equipo profesional: el Bethlehem Steel Football Club. La pasión de Lewis lo llevó incluso a formar la American Soccer League (ASL), de la que fue presidente, y a involucrarse personalmente en la dirección del fútbol estadounidense hasta finales de la década de los treinta.
El apoyo de la Bethlehem Steel fue determinante para hacer del equipo el más poderoso de la época: construyeron el mejor estadio de aquellos tiempos y, con un equipo integrado por jugadores de diversas nacionalidades –especialmente escoceses e ingleses- que durante la semana trabajaban en la planta de acero, rápidamente comenzaron a obtener títulos en las competiciones de las diversas ligas y torneos que se desarrollaban en Estados Unidos. Ya en 1914, consiguen la Allied American Football Association of Philadelphia, ganando los trece partidos que disputaron, y la American Cup derrotando 1-0 al Tacony de Philadelphia. A partir de ese año y hasta su desaparición en 1930, el Bethlehem Steel Football Club impondrá una hegemonía que lo hará la primera dinastía del fútbol estadounidense, hasta el extremo de que se les suele llamar “los Yankees del fútbol de aquellos años”, en una comparación con el equipo de béisbol de Nueva York, que cuenta con 27 títulos en su haber y ha formado dinastías en numerosas etapas de su historia.
El Bethlehem Steel Football Club ganó cinco veces más la American Cup —cuatro veces de forma consecutiva entre 1916 y 1919, y una más en 1924—, una vez la Lewis Cup y nueve veces la Liga en sus diversas denominaciones, siendo la más relevante la obtenida el año 1926; toda vez que la liga de aquel año era la American Soccer League, con rivales de similar enfoque profesional y en consecuencia de mayor calidad. Sin embargo, probablemente los títulos que más se atesoran del equipo, especialmente por la trascendencia y la vigencia en el tiempo del propio torneo, sean las cinco National Challenge Cup que obtuvo entre 1915 y 1926
La National Challenge Cup (hoy US Open Cup)
La US Open Cup, creada en 1914, es el torneo de fútbol más antiguo de los Estados Unidos y uno de los más antiguos del mundo. La que en sus orígenes se denominó National Challenge Cup tiene un formato similar al de las copas que se realizan paralelamente a las ligas europeas: da la posibilidad de jugar por un mismo objetivo a equipos profesionales y a equipos de ligas menores o amateurs. Tras períodos en los que los clubes profesionales descartaron participar en la competición, la llegada de la Major League Soccer revivió el interés en la misma, y hoy genera interés tanto en aficionados como en los clubes; no solamente por los premios en disputa, sino por la posibilidad que tiene el campeón de clasificar a la CONCACAF Champions League, el torneo de clubes más importante del continente.
Durante aquellos primeros años del siglo pasado, la National Challenge Cup era el torneo que lograba reunir a la mayoría de equipos del país, independientemente de la liga en la que estuvieran compitiendo. Tal fue la popularidad de la competición, que apenas en su segundo año participaron en la misma 82 equipos; y fue en aquel año, 1915, que el Bethlehem Steel Football Club obtuvo la primera de sus cinco copas (las otras las obtuvieron en 1916, 1918, 1919 y 1926), las mismas que convirtieron al club en la primera dinastía del fútbol en USA y, junto al Maccabi Los Angeles Soccer Club —que se adueñó de la competición en la década de los setenta—, en los dos únicos equipos en ganar la US Open Cup cinco veces.
La superioridad manifiesta del equipo y las posibilidades económicas del mismo lo llevaron a marcar otro hito dentro de la historia del fútbol estadounidense, al ser el primer equipo de dicho país en realizar una gira —como equipo y no como combinado nacional— por Europa, concretamente por Suecia y Dinamarca, de donde regresaron con saldo de 6 victorias, 6 empates y dos derrotas. En esa gira, el Bethlehem Steel Football Club fue reforzado por un jugador que años más tarde sería parte vital de los últimos títulos del equipo, y que se convertiría en una leyenda del deporte en el país norteamericano: Archie Stark.
El goleador implacable: Archie Stark
Nacido en Escocia en 1897, Archie Stark es considerado el más grande goleador en la historia del fútbol de USA. Tras iniciar una carrera interrumpida por la Primera Guerra Mundial, Stark jugó por diversos equipos hasta integrarse al New York Field Club, donde explotó su capacidad goleadora anotando más de 50 goles en tres temporadas hasta que, debido a problemas económicos, el equipo de la Gran Manzana se vio obligado a desprenderse de sus principales figuras, lo que aprovechó el Bethlehem Steel Soccer Club para hacerse con sus servicios.
Es en el equipo de Pennsylvania en donde Stark deslumbró como una potencia ofensiva, anotando más de 30 goles en cinco temporadas, con registros tales como 47 goles en 1929, 54 en 1926 y la cifra récord de 70 goles —algunas fuentes afirman que en realidad fueron 67— en 46 partidos en el año 1925. Conforme a las crónicas de la época, Stark, al que The Globe Bethlehem denominó el Babe Ruth del fútbol estadounidense —comparándolo con la máxima estrella del béisbol de aquella época— brilló en la final de la National Challenge Cup de 1926, la última que ganaron los Bethlehem Steel Football Club, anotando tres goles en la victoria por 7-2 sobre los Ben Millers de ST. Louis. Aunque apenas jugó dos partidos con la selección de Estados Unidos, no dejó pasar la oportunidad de dejar su marca, anotando cuatro goles en una goleada de 6-1 ante Canadá en 1925. Esa cifra de goles en un partido con la selección ha sido igualada tres veces, la última de ellas por Landon Donovan, pero aún no ha sido aún superada.
Ciertamente, era una época en la que los planteamientos eran netamente ofensivos: con dos defensas, tres medios y hasta cinco atacantes y, en muchos de aquellos partidos, ante rivales inferiores, por lo que resultaría temeraria cualquier comparación con registros goleadores de la actualidad. Pero, e independientemente de la falta de conformidad a la hora de determinar la cantidad total de goles que convirtió en su carrera —algunos citan 240, otros 260 y hay quien refiere hasta 300 goles—, resulta innegable que Archie Stark era una auténtica máquina de hacer goles y que su imagen siempre estará relacionada con el Bethlehem Steel Football Club. Stark fue exaltado al Salón de la Fama del fútbol en Estados Unidos en 1950 y es considerado entre los mejores jugadores de las historia de dicho país; hay quienes reclaman, incluso, que debería ser parte del equipo ideal de todos los tiempos del fútbol de Estados Unidos.
Todo tiene su final… hasta que vuelve
A fines de la década de los treinta, y en plena crisis económica mundial, se produce la denominada Soccer Wars entre la ALS y la US Football Association (USFA) por el control del fútbol en el país del norte. Tanto Horace Edgar Lewis, en su condición de dirigente y fundador de la ALS, como el Bethlehem Steel Football Club, en su condición de equipo más representativo de la época, terminan involucrados en la disputa; como resultado de la misma, Lewis se aleja de forma tan abrupta como definitiva de cualquier aspecto relacionado con el fútbol, mientras que el Bethlehem Steel Football Club no logra sobrevivir más de seis semanas sin su impulsor, desapareciendo de la escena futbolística en el año 1930.
No son pocos quienes coinciden en que, con la desaparición del Bethlehem Steel Football Club, se cierra una etapa dorada del fútbol estadounidense, que no volvería a vivir una época tan atractiva hasta la creación de la NASL a finales de la década de los sesenta.
Sin embargo, el legado del Bethlehem Steel Football Club permanece, y no sólo en los archivos de la época y de los historiadores que mantienen vigente el recuerdo de aquel equipo tan breve como contundente. La llegada a la MLS de un nuevo equipo de Philadelphia en el año 2010 permitió que, poco tiempo después, los Philadelphia Union honraran la memoria de aquella dinastía, dedicándoles el segundo uniforme alternativo del equipo en el año 2013. En el documental “Bethlehem Steel: The Forefathers of American Soccer” (Bethlehem Steel: Los Fundadores del Fútbol en Estados Unidos), Nick Sakiewicz, CEO de los Philadelphia Union, explicó que siempre tuvieron en mente conectar con el pasado, y que se fijaron en el Bethlehem Steel Football Club porque fue el equipo de mayor suceso en el fútbol profesional en cien años de historia, y además por sus raíces en Philadelphia, en la zona de Bethlehem. Indicó que “realmente creo como en una filosofía que, si quieres guiar debidamente tu presente, tienes que comprender tu pasado, especialmente cuando los equipos deportivos tienen tanta vinculación con la zona en la que se desarrollan. Honrar al Bethlehem Steel Football Club y a su pasado, su historia, la ciudad, es un punto de profunda conexión con el presente, que son los Philadelphia Union. Y es que, al final del día, estos equipos no pertenecen a nadie más que a sus seguidores. Los jugadores van y vienen, los propietarios también; pero los seguidores siempre van permanecer”. Del mismo modo, siempre permanecerá el recuerdo de los Bethlehem Steel Football Club: la primera dinastía del fútbol del país de las barras y las estrellas.
Pedro Ramírez