1967: Celtic de Glasgow, rey de Europa
El 30 de julio de 1966, Bobby Moore alzó la Copa Jules Rimet hacia el cielo de Wembley que, en aquel momento, era el cielo del mundo. Algo parecía estar cambiando en el panorama futbolístico, dominado hasta entonces por los equipos latinos: en Europa estaban la selección italiana (dos veces Campeona del Mundo), el Real Madrid (seis veces campeón de Europa), el Benfica y el Inter de Milán (ambos con dos entorchados europeos); mientras, en América, Brasil y Uruguay se habían coronado dos veces en mundiales.
El testigo británico fue recogido por Escocia, cuyo campeonato, desde sus inicios, se ha reducido básicamente al Old Firm de los gigantes de Glasgow. Tras la Segunda Guerra Mundial, y hasta mediados de la década de los 60, el gran triunfador fue el Rangers, con nueve títulos, con solo uno del Celtic.
En 1965, Jock Stein arribó a Parkhead avalado por unas campañas sobresalientes con equipos escoceses de segunda línea. Se trataba del primer entrenador no católico en dirigir a ‘The Bhoys’ pero, lejos de abrirse polémicas, el equipo blanquiverde vivió con este señor la etapa más prolífica de su historia: en sus trece años en el banquillo del Celtic ganó diez ligas, nueve de ellas consecutivas (1966-1974), ocho copas y seis Copas de la Liga. Pero el mayor logro fue en 1967, cuando levantaron la Copa de Europa ante nada más y nada menos que el Inter de Helenio Herrera.
‘El mago’ Herrera era entonces uno de los entrenadores con más renombre: había triunfado en el Atlético de Madrid y en el FC Barcelona, antes de embarcarse en la aventura Nerazzurri; sus equipos giraban en torno a un férreo sistema defensivo, comúnmente conocido como catenaccio. Y así la capital lombarda llegó a ser la capital del mundo del fútbol, acabando con el imperio levantado por merengues y benfiquistas en el viejo continente con una terna de jugadores italianos, aunque liderada por el gallego Luís Suárez, que aún sigue siendo el único jugador español en conseguir el Balón de Oro (1960).
En los años 1964 y 1965, el Inter salió como campeón de la Copa de Europa; en 1966 el Real Madrid volvió por sus fueros, haciéndose con su sexto campeonato, y en 1967 el Inter retornaba a una final, partiendo claramente como favorito. En frente, el Celtic de Glasgow, un equipo que había ganado su última liga antes de la fundación de la Copa de Europa, por lo que era un auténtico desconocido por la Europa continental. El equipo escocés se había plantado en la final dejando atrás a rivales como el FC Zürich (8-0), Nantes (6-2), Vojvodina (2-1) y Dukla Praga (3-1): tal gesta provocó un desplazamiento masivo de hinchas sin precedentes hacia Lisboa, donde tendría lugar el partido, en el Estadio Nacional de Portugal.
Aquella soleada tarde del 25 de mayo de 1967, aquellos jugadores de planta exquisita como los del Inter se enfrentaban a unos escoceses “más bien salidos del circo”, como dijo el propio jugador del Celtic Jimmy Johnstone. El once interista se lo sabían de carrerilla todos los aficionados al fútbol de la época: Sarti, Burgnich, Guarneri, Facchetti, Bedin, Picchi, Mazzola, Cappellini, Domenghini, Corso y Suárez; una lesión del gallego evitó que disputara el partido, y finalmente lo sustituyó Bicicli. En cambio, la alineación del Celtic era una amalgama de nombres casi impronunciables para la mayoría de los allí presentes.
El partido se puso de cara a los italianos muy pronto. A los seis minutos, el central John Clark derribó a Facchetti dentro del área y Sandro Mazzola transformó la pena máxima. A pesar del ritmo pausado que impusieron los italianos, se mantuvo cerca de la portería escocesa. El propio Mazzolla estuvo a punto de hacer el segundo de cabeza tras un centro del habilidoso y veloz Capellini, pero el meta Simpson bloqueó la bola con la rodilla; a partir de esa jugada, el Celtic sacó fuerza para intentar abrir una grieta en aquel muro italiano. Poco a poco las ocasiones se sucedían: ‘Bertie’ Auld al larguero, parada de Sarti a tiro de Johnstone, de nuevo Johnstone de cabeza… Hasta cuarenta veces dispararon los escoceses, desplegando aquel futbol tan ofensivo y vistoso que lo había llevado hasta allí. Y poco a poco el Inter desapareció: sólo se limitaba a devolver lejos cada balón que llegaba a sus pies.
No fue hasta pasada la hora de partido que el lateral izquierdo Gemmell perforó la red interista con un potente disparo. Desde el banquillo, Stein animaba a sus pupilos a hacer un último esfuerzo y rematar a un Inter ya inoperante. A falta de seis minutos para el final, el capitán Billy McNeill chutó por el único hueco que vislumbró; el tiro iba a la portería, pero directamente a las manos de Sarti. Y de repente el 10 del Celtic, ‘Stevie’ Chalmers, apareció desviando la trayectoria del balón, convirtiéndolo en inalcanzable para el meta italiano. Con ese gol se certificó que el nuevo rey de Europa era el Celtic de Glasgow, el primer equipo británico y el único escocés (hasta ahora) en serlo; también fue el primero en levantar la ‘Orejona’.
Desde entonces, esa generación de jugadores que nacieron en un radio de XX km de Celtic Park tiene un fondo en su honor, con el nombre de “Los Leones de Lisboa”. Y allí sí se saben aquel once de leyenda: Simpson, Craig, Gemmell, Murdoch, McNeill, Clark, Johnstone, Wallace, Chalmers, Auld y Lennox.
Celtic e Inter están reviviendo aquella final estos días enfrentándose en la UEFA Europa League, evocando del pasado a dioses, unos, y a fantasmas, otros.
Jesús Gil
2 comentarios en “1967: Celtic de Glasgow, rey de Europa”
El mundo de los sueños con artículos como este vuelve de forma inexorable a formar parte del mundo real , pero no de una manera cualquiera porque realmente me traslada a los años más felices de mi vida, a aquellos años en que viendo un partido de Copa de Europa del Madrid me temblaban las rodillas y tenía que tranquilizarme corriendo por los alrededores del bar en que en aquellos tiempos los veía. Esos tiempos en que con 10 años ya era capaz de memorizar las alineaciones del Ínter, del Benfica….. Manchester U, selección sudamericana, etc.
Por todo ello el volver a soñar con los ojos abiertos y siendo consciente de quien es el culpable, hace que sea doblemente feliz. Gracias a Jesús y al gran acierto de: #elfutbolesinjusto.