El VAR que acabará con el bar
Horas y horas discutiendo en la barra de un bar sobre diferentes jugadas, para que sea otro “VAR”, este con uve, el que acabe con la discusión. La FIFA está implantando este método para comprobar diversas jugadas polémicas. Hay diferentes motivos para estar a favor o en contra del vídeo arbitraje, y como siempre, cada hijo de vecino tiene una opinión diferente.
Es complicado explicarle a alguien que vive con pasión y que es puro sentimiento como el fútbol puede acabar siendo esclavo de la tecnología, como ha acabado siendo esclavo del dinero desde hace ya bastante tiempo. Hemos vivido momentos absolutamente históricos que tan solo se entienden atendiendo a las circunstancias sentimentales que rodeaban el momento. Imaginen por un segundo que en medio del frenesí de una remontada, el colegiado para el encuentro para revisar una jugada con el VAR. Adiós momento de adrenalina al máximo. Adiós al 3-3 entre Milan y Liverpool en la final de la UEFA Champions League. Adiós a cientos de goles marcados por la fe y los gritos de los aficionados. Adiós a decenas de escenas legendarias impulsadas por el calor del momento.
En el otro lado del campo, tenemos a los que abogan por que todo deporte debe evolucionar. A veces la evolución se convierte en involución por el simple hecho de que no se ha aplicado correctamente. En este caso el argumento principal es la justicia, puesto que se supone que gracias a este invento las decisiones de los colegiados irán más acordes a lo que realmente ha pasado sobre el terreno de juego. Es realmente complicado, por no decir imposible, salvo que se pongan a hacer cálculos matemáticos con la velocidad y el ángulo de la entrada de un jugador, que una jugada con una falta brusca, por ejemplo, se vea igual en vivo que en vídeo. Además, seguirá habiendo “injusticias” pese al VAR, como seguía habiendo discusiones en el bar pese a ver la jugada repetida quince veces.
Figuras de este deporte, como Gianluigi Buffon, se han posicionado en contra de esta herramienta, por lo mucho que interrumpe el ritmo de juego y porque va en contra de la naturaleza de un deporte en el que el contacto entre jugadores está permitido.
El problema, señores, es que el fútbol ha perdido toda su nobleza. El primer jugador que fingió una agresión, un penalti o una simple falta, debería haber ido preso, pues ha matado el fútbol para siempre. Los niños que algún serán futbolistas profesionales ven como sus ídolos, jornada tras jornada, son capaces de cualquier cosa, por rastrera y sucia que sea, tan solo por hacerse con la victoria. Casos aislados en los que un jugador tropieza, pitan penalti y el propio jugador reconoce que se ha caído, son noticia una vez cada tres meses por lo extraño de la situación, cuando debería ser lo normal, tener una serie de valores éticos que predominasen sobre cualquier interés competitivo. Y es que el fútbol es injusto, porque te pueden “robar” un penalti, porque puede que el árbitro se equivoque… Pero era nuestro fútbol, y algunos lo queríamos así.
Redacción EFEI