En el océano de la liga española el barco atlético navega con viento a favor. A pesar de estar flanqueado por dos transatlánticos con la tecnología más moderna, los colchoneros no pierden la estela impulsados por una tripulación que compensa la ausencia de “pedigree” futbolístico con trabajo, volundad y dosis de buen fútbol.
La temporada 2012/13 del Atlético de Madrid se puede calificar como excepcional. Quizá la Europa League fue el único lunar del año, tras un mal día en el que se cometieron errores en la toma de decisiones. La liga y la copa fueron brillantes. En el torneo de la regularidad no puedes luchar en igualdad de condiciones ante dos gigantes de la envergadura de Madrid y Barcelona. Los presupuestos no lo permiten. Sin embargo, en la liga de los terrestres, fue un galáctico. En la copa, donde los sorteos pueden convertirte en aliado de la suerte, las diferencias se reducen y el rendimiento máximo se exige de forma más puntual.
Por todo esto, y por derrotar al eterno rival después de casi 14 años, el aficionado atlético se ha liberado de sus complejos. Se ha deshecho de sus tiritas y vendas y mira al futuro con la ilusión de un niño con un juguete nuevo. Y todo esto porque independientemente de Europas League, Copas del Rey y Supercopas, el termómetro de un equipo se refleja en el torneo de la regularidad y ahí es donde el equipo colchonero sale muy bien en la foto, aunque no haya levantado ningún trofeo. Ahí es donde consiguió su mejor clasificación desde el Atlético del doblete hace 18 años, además de ser el mejor tercer clasificado desde el SuperDepor de la 96-97.
Y en la temporada que acaba de comenzar, el equipo del Manzanares no parece dar sensación de debilidad pese a la salida de su estrella Falcao, sin lugar a dudas entre los tres mejores 9 del planeta, sino que además parece dar un paso hacia delante en su madurez. El pleno en liga momentáneo y la excepcional Supercopa ante el Barcelona no hacen más que sugerir y confirmar dicha posibilidad.
Y si alguien es el artífice de este renacer rojiblanco, no es otro que su entrenador, el Cholo Simeone. En el mundo del fútbol hay dos tipos de entrenadores. Los que aportan y mejoran la materia prima que manejan, y los que viven a merced de lo que le ofrecen los futbolistas sin lograr exprimirles tanto física, táctica y mentalmente. El argentino es de los primeros.
Se suele decir que se juega como se entrena, y Simeone entrena como ha jugado. Compromiso, disciplina, rigor táctico y solidaridad. Eso es lo que el Cholo ha regalado al mundo del fútbol y eso mismo es lo que transmite a sus futbolistas y a sus equipos. Ser el equipo menos goleado de la competición doméstica no es fruto de la casualidad. Eso se consigue con un equipo bien trabajado y bien armado. Es un bloque que juega muy junto, que genera robos de balones y que cuando tiene la posesión puede jugar directo o elaborar. No es un equipo diseñado única y exclusivamente para la contra. Ha cambiado a Falcao por Villa, que es lo mismo que decir que ha cambiado gol en estado puro, por gol y asociación.
Diferencias presupuestarias abismales no amedrantan al actual Atlético. En etapas anteriores cualquier turbulencia era el prólogo de un descalabro monumental. Ahora, a orillas del Manzanares se respira seguridad, porque este equipo compite en cualquier circunstancia y ante cualquier rival. Ahora sí, el colchonero tiene licencia para soñar. ¿Por qué no vamos a ser del Atlético, papa? Que el viento siga soplando.
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