El recién ascendido a Superliga, por más que pesase su escudo, había empatado a 4 en casa ante un rival más experimentado. Una jugadora local había marcado los 4 goles de su equipo y algunos de los tantos habían sido espléndidos. Por eso hice una crónica extensa, describiendo algunos de los goles. Puede que fueran siete u ocho párrafos, no lo recuerdo bien. Una vez repasado, le enseñé el texto al que era mi jefe en una web deportiva.
— ¿Y quién conoce a la portera Cristina? ¿Su familia y amigos? ¿Quién más? La crónica tendría que ser mucho más breve, con dos, tres o cuatro párrafos teníamos más que suficiente. Las jugadoras son casi anónimas y la gente no se va a leer el texto entero.
— Pero una web es más flexible que otros medios, no hay un contenido definido como en un diario y el partido lo merece. Es un 4-4 y…
Por mi persistencia o por no oírme más, el jefe corrigió un par de comas y aceptó el artículo, no sin advertirme que la próxima vez tenía que ser mucho más concreto, y que no siempre haríamos crónicas sobre fútbol femenino.
No es el primer caso parecido que me he encontrado a lo largo de estos años como periodista deportivo, sino que es uno de tantos ejemplos del silencio informativo que hay sobre el deporte femenino. Los Juegos Olímpicos de Londres, con Ellas como gran triunfadoras del medallero español —la liberación de Mireia Belmonte, la irrupción de las chicas del waterpolo o la confirmación de las de balonmano— han podido significar un punto de inflexión. Un cambio por el que tanto ha luchado gente como Vero Boquete (Santiago de Compostela, 1987), una futbolista tenaz, creativa y líder que ha ido fulminando barreras, tal y como se describe en Vero Boquete, la princesa del deporte rey. Los sueños se hacen realidad con tesón, esfuerzo e ilusión (Ediciones Cydonia).
Sí, una biografía sobre UNA futbolista. Una idea perpetrada por el periodista de Marca David Menayo, especializado en fútbol y tenis femenino, y que sorprendió a la propia Vero Boquete, centrocampista internacional, quizás la mejor jugadora española del momento y que juega en el Tyresö FF sueco. «Le miré como diciendo ‘¡estás loco! ¿Un libro sobre mi vida…? No…’ Pero él desde el primer momento estaba convencido. Me dijo que mi vida tenía una historia muy interesante y que quería contarla. Y bueno, empezamos con su ilusión y yo también me he ido convenciendo», contaba la protagonista en una entrevista al portal ha10.es.
El resultado de más de un año de trabajo es una obra fresca que puede interesar a cualquier seguidor del deporte —aunque no es necesario que lo sea— y que empieza y acaba con su gol más eterno, el de la clasificación para la Eurocopa de Suecia —la selección cayó en cuartos ante Noruega—, la segunda de su historia, en la prórroga (3-2 ante Escocia) y 138 segundos después de fallar un penalti. Es la parte más poética de un relato narrado con un lenguaje sencillo y sin las metáforas ni tópicos recurrentes con los que a veces naufraga el periodismo deportivo. Una historia con un tono bastante oral, por lo que no cuesta imaginarse a Vero Boquete como voz en off en un documental mientras en la pantalla se repasan momentos de su trayectoria deportiva y, cada cierto tiempo, se refiere a compañeras, entrenadores y otras personas que ha ido encontrándose. Algunas de estas personas acaban dando pinceladas sobre su relación y lo que opinan de ella.
Volvamos a las barreras. Barreras como el año que se pasó sin jugar con el Don Bosco de fútbol sala porque una normativa gallega prohibía el fútbol mixto: «Me privaron de jugar, pero nunca de sentir las victorias y derrotas como mías». El club y su padre hicieron lo imposible para cambiar esa regla. Como cuando jugando con el Belvís, en fútbol once contra once, tenía que esperarse a que se cambiasen sus compañeros o irse a casa a hacerlo —su recuerdo sobre un día que acabó con barro hasta en las cejas y en la bañera de casa incluso con botas y con su padre diciéndole «gajes del oficio» no puede ser más significativo—. Barreras de edad, que consiguió limar en el Funeraria Apóstol, en el que llegó al corazón de unas compañeras que le doblaban la edad; era la Peque del Zumo y se hizo fuerte tras jugar cuatro ascensos a División de Honor y no conseguir el objetivo.
Barreras como la profesora de historia que le dijo que se dedicase a otra cosa y no al fútbol —lo mismo les pasó a mitos como Rossi y Phelps, a veces los profes son visionarios—. O como su difícil periplo por el Prainsa Zaragoza, en el que chocó con un técnico que la llegó a apartar del equipo aludiendo a conspiraciones y diciendo a la prensa que era por indisciplina. En el Espanyol se convirtió en la líder del grupo y cautivó, entre otros, al prologuista del libro, Tomás Guasch, que a modo de introducción apunta varias cosas sobre ella, entre otras, que le chifla el pulpo, que después de hablar con ella por primera vez te vas con la sensación de conocerla de toda la vida, y que es sociable y muy profesional. Hasta el punto de tener muy clavadas las dos derrotas en la final de Superliga con el Rayo y muy presentes las dos victorias en la Copas de la Reina, y jugar infiltrada más de una vez. Lo ha hecho siempre.
Uno de los momentos más conmovedores de Vero Boquete, la princesa del deporte rey es cuando habla de cómo vivió la desaparición de Dani Jarque cuando ya se había presentado con su número 21. Conocemos sus dudas en su aterrizaje en Estados Unidos con un Buffalo Flash al que ascendió a la élite y con el que fue MVP de la final, sus eternos problemas con los aviones —o más bien para cogerlos con tranquilidad— y lo que le dolió perder su tercera final de Liga, esta vez la WPS con Philadelphia Independence —donde se ganó el apodo de Little Princess porque siempre iba acompañada de un diccionario y de El Principito— en los penaltis y contra Western New York Flash. Ser la MVP de la WPS no fue consuelo para ella. Por eso, tras su adiós al Espanyol y un efímero paso por los métodos de entrenamiento en blanco y negro del Energy Voronezh ruso gritó tanto su primera Liga, a la cuarta y con su actual equipo, el Tyserö FF. Y también su paso por la selección española, en la que le costó hacerse un hueco y en la que es indispensable.
A lo largo del libro se tocan muchos temas polémicos. Vero Boquete recuerda cómo le insultaban padres y madres diciéndole que una mujer no podía darle patadas a una pelota, se refiere al mito de que las futbolistas son, por narices, lesbianas o también a las envidias que puede haber en un vestuario. Su discurso parece muy sincero y no pretende quedar bien con quien, según ella, no hizo lo correcto o se portó mal. Aunque también es cierto que hay un par de comentarios sobre compañeras fuera de lugar, al menos desde el punto de vista de quien escribe esta crítica.
En la obra se echa en falta algún cuadro con los números de su carrera (partidos jugados, goles, títulos, reconocimientos individuales…) Algunos de estos datos se dan a lo largo del relato, pero juntarlos y ampliarlos haría más ágil el debut literario de David Menayo, que ha elegido a Verónica Boquete en su aventura. Una protagonista que no se desliza por las montañas como Kilian Jornet ni se pega los tutes de Josef Ajram, pero que nos recuerda que tenemos que atender más a nuestro corazón, sueños e ilusiones que a los que proclaman que somos incapaces de alcanzarlos. Algunos lo hacen por maldad o envidia, otros porque no llegan a más, y otros porque son los primeros que lo ven todo borroso y funcionan con las dudas como pauta. Y ahí está Vero Boquete, cansada de fundir barreras. Y las que le quedan.
1 Comentario
Siempre es una alegría que se hable del Fútbol Femenino, ojalá este artículo sirva para empezar a darle un poco más de bombo…