Valerón jugará, al menos, una temporada más. En Las Palmas, en su tierra, en sitio donde empezamos a conocer a uno de los mayores genios que ha pisado un campo de fútbol. Si yo viviese en Las Palmas, estaría ya haciendo cola para sacarme un abono y ver jugar a Valerón cada dos semanas.
Tras empezar en Las Palmas y despuntar definitivamente en el Mallorca, fichó por el Atlético de Madrid, donde jugó dos años hasta el descenso del equipo rojiblanco a segunda, allá por el año 2000. A uno, habitual del Calderón, todavía le produce vergüenza ajena recordar que a Valerón se le silbaba en aquellos años en el estadio rojiblanco (que si era muy lento, que si no tenía sangre…).
Y llegó al Deportivo y contribuyó (fue pieza clave, diría yo) a forjar la leyenda del Deportivo de la Coruña más grande que se recuerda. Aquellas noches europeas con los más grandes de Europa en Riazor: Milán, Inter, Juve , Arsenal, Oporto … y la mayoría de ellas con el protagonismo estelar de Juan Carlos Valerón, uno de los pocos elegidos que sabían (y saben) ver el fútbol antes que los demás, que antes de recibir la pelota ya saben lo que van a hacer con ella porque ya saben lo que va a pasar en el campo dos segundos más tarde.
Dicen de él que es muy buena persona. Y no me cabe ninguna duda de ello. Pero también creo que ese carácter tan bueno para muchas cosas, le ha impedido llegar (todavía) más alto en la selva del fútbol moderno. Él sólo juega para disfrutar, y para hacer disfrutar. Frases como “yo soy igual de feliz jugando en el Deportivo, en segunda división, que en la selección” o “Si soy titular, bien. Si no, no pasa nada” reflejan una filosofía de vida excelente para muchas vicisitudes de la vida (seguramente, le ha ayudado enormemente a superar sus graves lesiones de rodilla) pero, tal vez, negativa para lo que una inmensa mayoría consideramos el “éxito” en el deporte profesional.
Si ésta “falta de ambición” puede considerarse un “pero” en su carrera, su otro lunar es la selección española de fútbol. A pesar de jugar dos Eurocopas y un Mundial, nunca alcanzó en la selección el nivel que dio en el Deportivo. Seguramente, sus mejores años coincidieron con períodos grises y de transición. Uno no puede dejar de imaginar el papel que hubiera desempeñado en la selección actual, plagada de jugadores “de su tipo” (suponiendo que Valerón sea clasificable) y en los mayores niveles de éxito alcanzados jamás por una selección nacional.
Dicen que juega andando. Y posiblemente sea cierto. Pero no necesita más. El fútbol lo tiene en la cabeza y los grandes en su posición nunca necesitaron correr (mucho). Aún con 38 años, sigue siendo una delicia verle sortear rivales o poner un pase donde, ahora mismo, no hay nadie pero, en dos segundos, aparecerá alguien para quedarse en ventaja. Eso ha sido siempre Valerón: más que un asistente, un “crea-ventajas”.
Lo dicho, si yo viviese en Las Palmas, iría corriendo a sacarme un abono.
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