Muchos de nosotros no imaginaríamos ver a un jugador como Valerón hacer disfrutar a toda una afición de la forma en la que lo está haciendo. Sus lesiones, y el que un entrenador como Lotina lo relegasen a un segundo plano, hacían presagiar que estábamos ante el final de una carrera que podía haber sido más grande de lo que había sido hasta ese momento.
Lo cierto es que cuando esta temporada comenzaba, y en el momento en el que Jose Luís Oltra nos decía que el canario sería una pieza importante en su esquema, nadie podía imaginar la situación actual. Con el equipo líder destacado de la categoría, Valerón acaba de superar su record goleador, situado en cuatro tantos (en el Atlético de Madrid, y en el Deportivo en dos ocasiones), siendo su aportación crucial tanto en goles como en asistencias.
Quién lo ve jugar ahora, sin saber de sus problemas pasados, alucinaría. Parece mentira como el amor por un deporte, como la ilusión por practicar lo que más gusta, se transmite de esta manera. Porque si algo hay cierto es que Valerón ama el fútbol, adora el balón y le encanta jugar en el Dépor. Y todo eso, al final, es lo que se ve reflejado en goles como el primero al Elche.
Viendo la repetición, uno queda alucinado con su cara de felicidad. La cara, el espejo del alma, refleja que este hombre disfruta de momentos como ese, “normales” para muchos, pero que para él son algo más que un simple gol. Acostumbrado a “regalar” los balones, el sentir que también aporta de cara a portería tiene que ser algo grande.
Desconozco que decisión tomará al final de temporada, si finalmente decidirá colgar las botas o se quedará un año más como jugador. Lo que los aficionados queremos creo que está claro, pero a pesar de lo que pueda pasar, al final de temporada tenemos que agradecerle a este hombre todo lo que nos ha aportado.
Serenidad fuera del campo, alegría en el terreno de juego e ilusión por este deporte en todos los ámbitos de la vida. Un grande entre los grandes.
¡Gracias Valerón!
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