Actualmente, se puede considerar sin temor a equivocarse que Juventus y Napoli son los dos mejores equipos del panorama futbolístico italiano. No solo por plantilla, sino también por aquello que dicta la clasificación de Serie A, con los juventinos líderes y los napoletanos tras ellos. Salvo hecatombe, ambos conjuntos representarán al país transalpino en la próxima edición de la Champions League.
El partido que les enfrentará en el estadio de San Paolo es un encuentro de alta rivalidad. Pero esta enemistad latente entre ambos equipos no se limita al campo deportivo, ni mucho menos a la situación de ambos como equipos punteros del Calcio. Va mucho más allá.
Porque la rivalidad entre Juventus y Napoli es un tema más cultural que deportivo. Una cuestión histórica, territorial y sobre todo social que encuentra en el fútbol una excusa para rebrotar. La Juventus, el equipo más popular del Norte de Italia, y el Napoli, su homónimo en el mezzogiorno italiano.
Es el Norte poderoso contra el Sur oprimido, la riqueza contra la miseria imperante en cuanto avanzas más allá de Roma. La clase aristocrática que representa la Juventus desde sus inicios contra la luchadora clase obrera. El patrón, la FIAT, contra el operaio que tuvo que emigrar hacia el Norte en busca de un trabajo en cualquier fábrica. El orden y la seriedad contra el caos despreocupado que alcanza en la ciudad de Napoli su mayor exponente.
Futbolísticamente, el Sur de Italia siempre se ha encontrado también a la sombra de sus congéneres del Norte. Hay tantos jugadores que se han dejado “seducir” al sentir la llamada del dinero y el poder de los potentes equipos del Norte. Por ejemplo, jugadores de la talla de Zoff, Altafini, o mucho más recientemente los napoletanos de pro Ferrara y Fabio Cannavaro han realizado ese “viaje”, en el caso de Cannavaro con algunos equipos de por medio.
O simplemente hay que echarle un vistazo a los títulos. Los únicos Scudetti que ha visto el mezzogiorno italiano han sido el de 1970, cuando el genial goleador Gigi Riva llevó en volandas al Cagliari hacia el título; y los dos del Napoli de Maradona a finales de los años ’80. La Coppa Italia que venció el Napoli el año pasado devolvió cierto honor al Sur dos décadas después, precisamente tras derrotar a la Juventus en la final.
Ahora, el Napoli se encuentra en este partido ante la que parece la última oportunidad de engancharse a la lucha por el Scudetto, mano a mano con la Juventus. El equipo partenopeo se encuentra a seis puntos de distancia por detrás de la Juve. La máquina bianconera no está consiguiendo ser tan infalible como la pasada temporada, con derrotas en los últimos partidos de máxima que ha jugado en Italia, léase Roma, Lazio, Milan e Inter.
Sin embargo, mantiene esa cómoda ventaja ante un Napoli que ha pinchado en sus últimos partidos y que además ha tirado por la borda la Europa League, quizás la que habría vía más rápida para volver a la senda del triunfo, tras su humillante derrota frente al Viktoria Plzen. Un Napoli al que parece que le dan vértigo las alturas, cada vez que se encuentra cerca de la Juventus, como para siempre volver a dejarlo escapar. Un Napoli al que, simplemente, parece que pese a la evidente mejora de la “clase media” de la plantilla, todavía le falta un paso para poder luchar por el Scudetto y hacer frente a la regularidad juventina.
Más allá de la clasificación y de la rivalidad, no faltan tampoco alicientes sobre el campo para ver el Napoli-Juventus. La férrea defensa bianconera, el metrónomo suizo Inler y la grinta de Behrami frente al maravilloso trío que forma la medular de la Juve, la libertad y la clase de Hamsik, las autopistas en los carriles para Maggio y Lichtsteiner, el desparpajo tan napoletano de Lorenzo Insigne, el delicioso toque de Vucinic o la potencia goleadora de Edinson Cavani.
Pero un Napoli-Juventus también es el momento en el que esos universos paralelos que conforman Italia se cruzan en un mismo estadio de fútbol, en un templo del fútbol como San Paolo. La batalla de striscioni y cánticos de los tifosi en las gradas está preparada, más allá de quiénes sean los jugadores que se disputen el balón por el césped de San Paolo. Más aun si no sobre el césped, sino en la grada, en su grada, se encontrará aquel que más ha hecho soñar a cualquier napoletano. Diego Armando Maradona.
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