Los derbis siempre tienen un color diferente, más si hablamos de Italia. Los clásicos (como el que se juega hoy en Turín), son como baúles que se abren solamente dos veces al año. Lo que hay en el interior es lo que convierte un simple partido en el acontecimiento más importante de la semana para cualquier niño, mujer y anciano que vive en la ciudad.
El fútbol cobra sentido con este tipo de partidos; los rituales son más importantes que nunca. Y jugar bien nunca fue tan instrascendente como ganar a cualquier precio. Además, en una cultura tan «descarada» como la italiana, vestir los colores de tu equipo no es suficiente; meter ruido y empequeñecer al equipo rival (la burla es el método por excelencia) entra dentro de lo habitual. La prensa, por su parte, adquiere su importancia a la hora de aumentar la temperatura del ambiente. El choque de declaraciones y los titulares amarillistas son parte esencial del acontecimiento.
De hecho, si algo adoran prensa y aficionados es indagar en los recuerdos. Por ejemplo, no hay Derby della Mole en el que no aparezcan artículos referidos al Gran Torino, la figura de Mazzola o la generación que se perdió en Superga. Esto se debe más que nada para que un partido entre Torino y Juventus no se reduzca a un «partido más» del calendario para la vigente campeona de la Serie A. Nunca viene mal engrandecer la sombra de un equipo «pequeño» para convertir el partido en un encuentro grande.
Sin campeón
Como no podía se de otra manera, EFEI se apunta a la causa, y completamos la previa del Derby (que se juega a las 12:30h de este mediodía) con una historia que forma parte del «libro gordo» de la historia del Torino. Un episodio que, como luego entenderéis, sirve de anexo para entender la situación por la que las dos aficiones de Turín han tenido que sufrir.
Efectivamente hubo un tiempo en que los aficionados del Torino, como ahora hacen los bianconeri, soñaban con Scudettos. Los 40′, con una II GM de por medio, fue la época dorada del club. Sin embargo, el primer paso (previo al Grande Torino) para alcanzar la grandeza se dio en 1927, año que aún hoy perdura bajo la polémica.
La temporada 1927-28 significó la consecución del primer Scudetto. En pleno periodo de entreguerras, el equipo por excelencia de Turín se hacía con el primero de los siete trofeos de liga que ocupan las vitrinas del legendario club turinés. Aquella gesta tenía especial trascendencia por dos motivos: la trascendencia que suponía ganar la primera liga era uno, y el espíritu de revancha que ardía entre la afición granata era el otro. Pero, ¿A santo de qué iban a estar los aficionados tan particularmente excitados después de ganar la primera liga de su historia? La razón era muy sencilla: porque no era la primera de su historia.
Precisamente un año antes, en la 1926-27, el Torino había alzado por primera vez el trofeo de la liga después de haber coronado el hexagonal de la fase final (quedando por delante de Bologna, Juventus, Genoa, Inter y Milan). Un campeonato que se decidió en el verano de 1927 (10 de julio) tras la victoria del Torino sobre el Bologna (2º clasificado) con un contundente 5-0 en el mítico estadio Filadelfia. Sin embargo, el Derby della Mole (disputado aproximadamente un mes antes) fue el partido más trascendente, y que luego desataría la crispación en las calles.
El Torino se impuso por 2-1 gracias al tanto definitivo de Julio Libonatti, delantero del equipo. El encuentro se jugó con aparente normalidad. Y es que el origen del problema no surgiría hasta el mes de noviembre de ese mismo año (5 meses después, ya con la temporada finalizada y el título en el bolsillo), cuando unas informaciones del diario Il Tifone rumoreaban sobre un posible caso de corrupción en el derby turinés.
Luigi Allemandi, por entonces lateral izquierdo de la Juventus y titular en aquél partido, habría sido sobornado por un miembro oficial del Torino (conocido como Dr. Nani) por una cantidad de 50.000 liras a cambio de facilitar la victoria del conjunto vecino. El 50% de la cantidad lo recibiría días antes del enfrentamiento, y la otra mitad, dependiendo de su actuación, después del encuentro. Y aquí es donde la curiosidad entra en juego.
Resultó que Luigi Allemandi fue, sino el mejor, uno de los hombres del partido; Allemandi nunca recibió la otra mitad de lo acordado, pero su «rebeldía» serviría de poco, ya que meses después él y Dr Nani serían descubiertos (aunque sin pruebas) por la prensa italiana (uno de los periodistas del diario romano Il Tifone, Renato Farminelli, vivía en el mismo piso que el apartamento del futbolista y escuchó una conversación con fines lucrativos).
La Federación italiana, sin pruebas sobre la mesa, sancionó de por vida tanto a Allemandi como al Dr. Nani. Aunque posteriormente, a causa del buen papel de Italia en los Juegos Olímpicos de 1928, el jugador fue absuelto de su acusación. Y no creáis que el jugador perdió el tiempo, le dio tiempo a ganar una liga con el Inter y capitanear la Italia campeona del mundo de 1934. Pero el gran perjudicado fue el Torino, que sin ser directamente culpable (Nani actuó en solitario, o por lo menos no hay pruebas que justifiquen que el club tuvo algo que ver con la trama), se quedó sin su primer campeonato liguero.
Curiosamente, casi ochenta años después, el eterno rival (la Juve) cobraría la «misma» reprimenda con el afamado revuelo del Calciopoli en 2005. Si en algo coinciden ambas aficiones es que las estadísticas oficiales no reflejarán nunca el sudor derrochado en el campo.
PD: este reportaje es producto de una suma de documentos y archivos encontrados por Internet. El «gusanillo» de la historia nació después de leer la historia (contada muy brevemente) en el libro «Calcio. A history of italian football», de John Foot (2006).
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