La actividad física y el deporte están cada vez más arraigados en la práctica cotidiana de la sociedad moderna. Los hábitos deportivos no han dejado de extenderse en estos últimos años entre la población tanto masculina como femenina, aunque en esta no lo ha hecho con la suficiente intensidad como para acercarse a las tasas de práctica deportiva masculina.
Debido al bagaje sociocultural de la mayoría de las sociedades modernas, la mujer ha tenido una serie de barreras (culturales, étnicas,…) que le impedía participar en el deporte con total libertad. Como consecuencia de ello en los últimos tiempos, las autoridades han ido tomándose más en serio la práctica deportiva de las mujeres y por ello han aparecido, a diferentes niveles, leyes y resoluciones que regulan la práctica de actividad física para las mujeres (Ley de igualdad efectiva entre mujeres y hombres, Resolución del Parlamento europeo sobre las mujeres y el deporte), defendiendo el derecho de las mujeres a participar en la práctica deportiva, protegiéndolas, como grupo especial, de las discriminaciones sexistas.
Hoy por hoy sin embargo, España sigue a años luz de las grandes potencias europeas en la promoción del deporte femenino. Aunque es demasiado tarde como para utilizarlo como excusa, el desbarajuste que sufren las mujeres en la práctica del deporte tiene sus raíces en los largos años de dictadura franquista. Entonces, la actividad deportiva femenina en un primer momento no se incluyó como parte de los contenidos educativos de Educación Física Femenina (EFF). Un dato paradigmático de la situación es que el atletismo no fue considerado como ‘deporte apto’ para la mujer hasta 1961.
Con este legado, la democracia se encontró con el reto de aniquilar los estereotipos que vinculaban a la mujer de la práctica de ciertos deportes, como la gimnasia, y la alejaban de la práctica de deportes hasta ahora considerados masculinos como el fútbol o el balonmano. ¿Quién no ha escuchado por ejemplo aquello de que el fútbol es un deporte para hombres?
Entonces ¿Si se han producido avances por qué hoy todavía si comparamos el deporte masculino con el femenino, parece que vivan en épocas cronológicamente diferentes? ¿Qué sigue fallando?
Para empezar deberíamos diferenciar dos situaciones muy distintas: El deporte de promoción, de ocio, de formación o educativo y el deporte de alta competición o deporte profesional.
En el deporte de base francamente, no creo que haya discriminaciones tangibles, los árbitros o entrenadores suelen ser los mismos, idénticos campos, competiciones también muy similares, etc.…
Sin embargo, la inevitable comparación surge en el deporte-espectáculo de alta competición., donde si se encuentran diferencias abismales.
No deja de ser esto paradójico, cuando hace apenas unos meses se disputó el evento deportivo por excelencia a nivel mundial, los Juegos Olímpicos, donde cabría decir, viendo los resultados obtenidos, que las mujeres tiraron del carro de la delegación española.
De las 17 medallas, 11 fueron conseguidas por mujeres. En los primeros JJOO en que todas las delegaciones tenían presencia femenina con el 45% de la participación total, las españolas han rendido a un gran nivel, curiosamente superior al de los hombres. Pese a esto, una vez pasada la magia de los JJOO, el deporte femenino se ha topado de nuevo con su realidad, que no es otra que su invisibilidad.
¿A qué es debida esta invisibilidad? ¿De verdad hay machismo, o son otras causas?
En mi opinión no creo que generalmente podamos hablar de machismo, aunque si de cierta discriminación, que llega desde los medios de comunicación, las propias instituciones, y de todavía ciertas deficiencias culturales que se arrastran del pasado.
Los medios de comunicación por ejemplo tienen mucho que ver con este hecho.
Actualmente, el deporte que no genere audiencia propia, apoyado por cifras millonarias de patrocinios, si quiere aparecer en un medio cualquiera (radio, televisión, prensa escrita…) debe hacerlo asumiendo los gastos de emisión o publicación. Un reciente estudio indicaba que en las páginas deportivas de los diarios de información general y en los diarios deportivos, el 96,3% del espacio está dedicado al deporte masculino, frente a un 1,4% en el caso del deporte femenino y un 2,3% de noticias sin connotaciones de género.
Por tanto esto es un pez que se muerde la cola. Si el deporte no se conoce porque no hay dinero para difundirlo, no se genera afición. Y sin afición no hay público ni seguidoras o seguidores y, por lo tanto, tampoco el interés de patrocinios, millonario o no, pero patrocinios y por lo tanto, recursos.
Cualquier jefe de redacción argumentará aquello de “nosotros damos lo que le interesa a la gente”, bien pero entonces ¿qué pasaba en los JJOO con por ejemplo las selecciones femeninas de waterpolo y balonmano cuando se jugaban las medallas? ¿O las finales de Mireia Belmonte? Aquellos espectáculos sí hicieron vibrar y engancharon a la gente con importantes cifras de audiencia y seguimiento. Por tanto si interesaba.
Otro de los problemas del deporte femenino es el papel que juegan las instituciones y las federaciones. Vemos como las competiciones se ahogan en los problemas económicos estructurales y contextuales y nadie decide “rescatarlas”. Resultan especialmente preocupantes las situaciones del baloncesto y balonmano femenino, con desaparición de equipos y un éxodo notable de las mejores jugadoras a ligas extranjeras. Que las jugadoras jueguen fuera de España y conozcan como respira el deporte femenino en otros países es positivo, pero no si se produce de forma masiva ya que bajas el nivel de las competiciones nacionales y el interés del deporte de base, que ve que para subsistir de su deporte debe marchar al extranjero. Igual de reseñable que la situación actual de la doble medallista olímpica Mireia Belmonte, que apenas un par de meses después de conseguir un hito para el deporte español no le renovaron el contrato en su club de origen.
Mientras los clubes se mueren, las federaciones parecen encastadas en generar sistemas de competición costosos, muy alejados de la realidad económica. En casos como el del balonmano femenino, bronce en Londres 2012, diferentes federaciones como la catalana y la gallega han presentado modelos de competición con menos desplazamientos largos que hacen asumible competir a nivel nacional. Pero todas estas iniciativas se han topado, de momento, con la negativa de la federación española. El resultado, equipos que pierden categorías fuera de las pista o desaparecen y un gran éxodo de jugadoras a las ligas europeas.
¿Hay alguna solución? ¿Cómo romper el círculo?
El primer paso para encontrar soluciones es comprender los esquemas de discriminación en los deportes. Por ello, comisiones como la de Mujer y Deporte del Comité Olímpico Español, la incorporación de la mujer en altos cargos de las directivas y federaciones, etc… Ayudan a comprender y divulgar las discriminaciones existentes en el deporte, tanto de competición como en el aficionado.
Un ejemplo a destacar es el Spike Committee creada por la federación finesa de deportes en 1994 para estudiar y velar por la situación de la mujer en el ámbito del deporte y en la cual se establece que para recibir subvenciones públicas es obligatorio fomentar la igualdad en la práctica deportiva y crea el premio de promoción de la igualdad.
Una vez que comprendamos cómo y por qué se dan estas discriminaciones, es necesario actuar, y esto se podría hacer por ejemplo con transferencias de recursos de los hombres a las mujeres, y a través de subvenciones directas.
Las transferencias podrían ser justificadas al hacerse con el objetivo de satisfacer distintas necesidades de grupos sociales desfavorecidos, en este caso las mujeres.
Mientras que las subvenciones, el Estado debe entender que dichos deportes o actividades son interesantes y necesarios para mantener el nivel cultural y la igualdad de oportunidades, y habría que subvencionarlos de tal modo que puedan ser competitivos en el conjunto del panorama social local, nacional e internacional.
Aunque obviamente todo esto en nuestros días, parezca más una quimera que otra cosa como consecuencia de la crisis existente, que dificulta en mucho que se pueda desarrollar.
Otra medida pueden ser las retransmisiones explotables a través de las televisiones públicas, fomentar en estos medios públicos la difusión y conocimiento del deporte femenino.
También es fácil observar que los deportes que más dinero mueven son los que implican fuerza, cualidad física más arraigada en la cultura masculina. Por tanto es conveniente la superación del monopolio del hombre sobre la fuerza, para que las mujeres puedan participar de deportes que la implique. Esta solución se debe originar desde las escuelas y familias que es desde donde nacen los cambios culturales que después arraigan en las sociedades. Es un cambio a largo plazo pero mucho más efectivo y que “educará”así el deporte.
Es posible que ni aun así el deporte femenino llegue nunca a los niveles del deporte masculino, pero seguro que sería un estímulo suficiente para que quien sirva para jugar a alto nivel pueda vivir dignamente de ello en nuestro país de forma continuada, y no sólo durante un mes cada cuatro años, coincidiendo con los JJOO.
3 Comentarios
excelente articulo.
siempre habrá diferencia con el deporte masculino pero está claro que tiene más recorrido y sobretodo nos da mas alegrías como en las olimpiadas.
Eso es poner el dedo en la llaga. Ahora, que alguien tome las decisiones para hacerlo realidad.