Esta noche se enfrentan AC Milan y FC Internazionale Milano, una nueva edición del Derbi Della Madonnina, algo descafeinado gracias al redimensionamiento sufrido por los dos colosos de la capital lombarda.
Quizás uno de los detalles más interesantes de este encuentro estará fuera del campo, precisamente en el banquillo del visitante. Roberto Mancini ha llegado para reemplazar a un decepcionante Walter Mazzarri al mando del conjunto nerazzurro, un movimiento que se estaba cocinando desde hace tiempo según palabras del presidente Eric Thohir. La segunda llegada del Mancio (así le llaman en Italia) significa nueva esperanza para los interistas que han estado sufriendo mientras la Juve colecciona títulos, quizás con el único consuelo de ver al vecino rossonero en la misma deprimente situación.
Cualquier seguidor nerazzurro escucha el nombre de Mancini y recuerda con nostalgia aquellos años dorados post Calciopoli cuando el Inter hilvanó 5 títulos consecutivos, mientras la odiada Juventus sufría un año en el infierno de la B. Esos años culminaron con el glorioso triplete de Mourinho en 2010, y desde entonces ha sido un calvario digno de los viejos tiempos del Inter, lo que en España se conoce como “el pupas”.
En Italia es muy común que viejas glorias retornen tras un breve período de ausencia buscando reeditar éxitos del pasado, todo para fracasar rotundamente y salir por la puerta de atrás, manchando en parte el buen legado que habían dejado en la primera etapa. Los italianos le llaman minestra riscaldata (sopa recalentada).
Le sucedió incluso a los más grandes. Arrigo Sacchi y Fabio Capello regresaron en años consecutivos al Milan y no duraron un año. El último en intentarlo fue Zdenek Zeman, pero su segunda etapa en la Roma fue un fracaso como la primera. Solo Marcello Lippi, que yo recuerde entre los grandes equipos italianos, ha logrado un exitoso retorno. Ganó el Scudetto varias veces en los años 90 y levantó la Champions en el año 1996, perdiendo las siguientes dos finales consecutivas del torneo continental. En su segunda etapa, Lippi volvió a ganar el Scudetto 2002 y llevó a su Juventus a una nueva final de Champions en 2003 donde perdieron por penaltis ante el Milan de Ancelotti.
Pero lo de Lippi es una anomalía, pues la regla ha sido siempre un un retorno lleno de esperanza que se infla como un globo hasta que explota de forma estruendosa. A nadie le gusta la sopa recalentada, dicen en el país transalpino. Me lo decía mi tío siempre, un toscano fiel seguidor del Empoli y del Milan, que me regaló mi primera camiseta rossonera cuando yo tenía apenas 8 años. Lo curioso es que estas decisiones nostálgicas de traer glorias del pasado generalmente marcan el último intento desesperado de corregir las cosas antes de recapacitar y asumir que hay un problema, el primer paso antes de emprender un nuevo camino que lleve al éxito. Podemos ver el mismo patrón en Brasil: primero con Scolari y ahora con Dunga, la seleçaõ sigue recalentando la misma vieja sopa pero finalmente se darán cuenta del error. Quizás esa deba ser la verdadera esperanza para los tifosi nerazzurri, no que sea Mancini quien los lleve a la gloria sino que sea él la última equivocación de Thohir antes de volver a recorrer la senda de la victoria, o tal vez el destino tenga preparado algo distinto para el Mancio.
Por lo pronto estamos frente a un nuevo derbi. Será el primero también para Filipo Inzaghi como entrenador luego de vivir numerosos enfrentamientos ante el Inter con la camiseta del Diavolo. Se especula que Pippo será cauteloso y dejará su 4-3-3 como alternativa ofensiva en caso de necesidad pues no quiere sorpresas en un partido tan importante. Los entrenamientos más recientes indican que el once probable del Milan sería entonces un 4-4-1-1 con Diego López en puerta; Rami, Alex, Mexés y De Sciglio en defensa; Bonaventura, Essien, Muntari y El Shaarawy en la media; arriba Ménez como mediapunta detrás de Torres.
Mancini por su parte ha sido siempre partidario de usar línea de 4 en defensa y un trequartista apoyando al delantero. Era esa justamente su posición cuando jugaba. El Mancio era uno de esos atacantes capaces de iluminar el estadio entero con un toque sutil de sus pies, uno de los mejores de su generación que si no obtuvo mayor reconocimiento fue por culpa de un jugador llamado Roberto Baggio, palabras mayores. Recuerdo un domingo hace ya más de 10 años, en un partido de Serie A cuando militaba en la Lazio, ver a Mancini anotar de tacón sin dejarla caer directamente de un tiro de esquina lanzado por Sinisa Mihailović, simplemente espectacular. Esa magia es la que Mancini no ha sabido aún traer al banquillo. Para esta noche se espera a un Inter agresivo en formación 4-3-1-2. El once sería Handanović en puerta; Nagatomo, Ranocchia, Juan Jesús y Dodô en defensa; Guarín, M’Vila y Kuzmanović en la media; Kovaçić de enganche y arriba Palacio junto a Icardi.
Como ven, ambos equipos han cambiado bastante desde la última vez que probaron la miel de la victoria. Aquel primer Inter que Mancini dirigió en 2007 tuvo un camino muy fácil hacia la cima de la Serie A, y aun así su éxito fue manchado por el hecho de haber aceptado un Scudetto en los despachos, además de ver a la Juventus ganar el título de Serie B al primer intento mientras el Milan levantaba la séptima Orejona. La realidad es que Mancini pudo y debió ganar mucho más con su Inter, especialmente en Europa donde nunca ofreció una imagen decente. Su experiencia en el City fue muy similar, con un título de Liga matizado por haber enfrentado al peor Manchester United de la era Ferguson en una Premier donde ya no estaba ni Mourinho para hacerle frente.
Esta noche Milano se divide en dos para otro Derbi Della Madonnina y Mancini deberá hacer frente a su pasado. No pudo pedir un mejor escenario. El Milan será local pero la Curva Nord es y será siempre nerazzurra, y se hará sentir. Los mosaicos cobrarán vida, el público vibrará con cantos, San Siro estará nuevamente a su máxima capacidad y habrá electricidad en el aire. Será un derbi especial, uno que podría quemar el banquillo de Roberto Mancini desde el primer día, como la sopa si se calienta demasiadas veces. Que ruede la pelota.
No Hay Comentarios