En un tiempo no muy lejano, la vecina Portugal engendró una generación prodigiosa de extremos, de recorte corto, sprint como centella y nuevo recorte para darla al pie en la raya de cal. Los lusos se frotaban las manos ante semejantes descubrimientos y auguraban buenas venias en futuros campeonatos internacionales.
Entre ellos, Ricardo Quaresma, un menudito extremo diestro, de buena conducción y con una calidad técnica asombrosa. No titubeaba ni pedía permiso a los fornidos y experimentados defensas para adentrarse en su terreno; en dos toques el portugués ya estaba lejos del alcance y poniendo la pelota en el punto de penalti.
Los orígenes de Quaresma
Ricardo comenzó a dar sus primeros toques de balón en un barrio degradado de los suburbios de Lisboa; allí, bajo una familia futbolera —un hermano futbolista tres años mayor y un tío internacional con la selección— y la referencia de unos viejos vídeos de Eusebio o Paolo Futre, empezaría a llamar la atención. A su hermano Alfredo le vieron rápidamente cualidades y éste, a su vez, consiguió enrolar a Ricardo consigo en el Sporting de Lisboa, pero en categorías inferiores.
Allí siguió un camino imparable, hasta llegar a debutar con el primer equipo a sus 17 años, demostrando una madurez inaudita para un chico de su edad. Fue una figura importantísima para que su equipo alcanzara la Copa Portugal además de la liga.
FC Barcelona, primer traspié
El FC Barcelona se hizo con los servicios de Quaresma en la temporada 2003/2004. Tras una temporada convulsa el club catalán decidió apostar por otro holandés para el banquillo: Frank Rijkaard. El portugués llegó por 6 millones de euros y estuvo alterando suplencias y titularidades prácticamente por igual. Únicamente anotó un gol y a finales de temporada tuvo una lesión importante —que le haría perderse la Eurocopa Sub-21—; posteriormente manifestaría que no estaba dispuesto a volver al conjunto azulgrana mientras Rijkaard continuara como entrenador.
Un duro revés para todos, en especial para él, la ilusión por jugar en un grande no había ido como esperaba y necesitaba volver a sentirse importante. Finalmente el FC Barcelona lo incluiría en la operación Deco y Quaresma ficharía por el FC Porto.
FC Porto, el resurgir del gran Quaresma
Podríamos decir que prácticamente los mejores años de Ricardo Quaresma han sido en Portugal —tanto en el Sporting como en el Porto—; tras el varapalo de Barcelona el jugador llegaba con muchísimas ganas de demostrar su fútbol y volver a ser ese rápido estilete que birlaba futbolistas a su paso con sus eléctricos regates. Así fue como en su primer año consigue SuperLiga, Copa de Portugal y la Copa Intercontinental frente al Once Caldas.
Pese a algunas críticas de ser un jugador demasiado individualista, Quaresma ofreció todo un recital de buen fútbol, entendió el mensaje y en pocos años se transformó en el buque insignia de los ‘dragones’. Había recuperado su mejor nivel, maravillaba en Champions… por lo que la oferta de otro club grande no se hizo esperar mucho tiempo.
El Inter de Mourinho, pérdida de identidad
Nuevo destino para el portugués y un nuevo país por descubrir, Italia, y un Inter de Milán gobernado entonces por José Mourinho se hizo con los servicios de Quaresma por 18,6 millones de euros. Nunca se volvió a ver a aquel jugador que había maravillado en Portugal; una lesión le apartó del equipo y tras su vuelta ya solo alternaba suplencias con la grada. El club italiano decidió cederlo en el mes de febrero al Chelsea y al acabar la temporada volvería. Un único gol fue el pobre bagaje que dejó el jugador en su paso por Italia, incluso fue miembro de aquel plantel que consiguió el famoso triplete pero con una participación prácticamente testimonial.
Con el cartel de transferible a la espalda tocaría hacer de nuevo las maletas en busca de otro club, de otro continente donde desplegar su fútbol.
Beşiktaş, altibajos y polémicas en una liga menor
En el club turco permaneció durante 3 temporadas —desde 2010 hasta 2013—; aquí el jugador vivió una constante lucha con las lesiones, pero a pesar de todo hizo partidos muy buenos, principalmente en competiciones europeas, ganándose el cariño y afecto de la afición turca.
Aunque su fama de individualista le volvió a costar nuevas disputas, esta vez no sería la crítica voraz de la prensa —algo que cada vez ocurría con más frecuencia—; esta vez sería un jugador de su propio equipo el que se encararía con él por un balón que Quaresma no le pasó —concretamente al ex-realista Nihat—. También estuvo apartado del equipo por una discusión durante el descanso de un partido de Europa League —en el que perderían 3-0 frente al Atlético de Madrid—; con el entrenador del equipo.
Emiratos Árabes, la lucha frente al ocaso de una carrera
Cuando un futbolista llega a los Emiratos Árabes se puede decir que sus mejores años de gloria han pasado, que allí se va a llenar la cartera mientras se disfruta de una liga menor, con el fin de asegurarse una buena jubilación. Extraña muchísimo en un jugador de 30 años y de semejante potencial. Pese a ser titular en el Al-Ahli, en mayo de 2013 rompe contrato con el club y queda libre. Por delante, siete meses de inactividad, el ostracismo más soberbio para un jugador que no deseaba acabar sus últimos días en un cementerio de elefantes.
FC Porto, la última aurora boreal
El 1 de enero de 2014, recibe la llamada esperada, volver al túnel del tiempo, regresar al club que más gloria ha dado y recibido, volver a los regazos de la vieja Oporto como si todo hubiera sido una terrible pesadilla. En su equipaje, solamente un deseo… ser feliz.
Si Quaresma ha regresado al fútbol portugués es porque tiene una vieja deuda, volver a enfundarse la camisola grana y verde de su país. No olvida aquellas tardes de gloria junto a Cristiano Ronaldo, en las que estaban llamados a ser la referencia de toda una nación en la Eurocopa de 2008, aún escuece esa derrota frente a Alemania, aún se siente con energías para apretar los dientes y correr la banda… mira en el horizonte a Brasil, lejos, en ocasiones a veces efímera… pero él no pierde la esperanza.
Ricardo Quaresma es el claro ejemplo del «pudo ser y no fue», castigado por las lesiones inoportunas en algunos casos, tachado de demasiado individualista en otras… el extremo no ha encontrado su sitio en el mundo del fútbol más que en su propia patria, en su país hemos visto al jugador por el que grandes clubes han suspirado en alguna ocasión, al jugador por el que los grandes magnates de Barcelona y Milán apostaron fuerte.
Ese chico veloz cual centella, rápido como una liebre que huye de su depredador, solo portaba la melancolía de su Lisboa natal en aquellos regates que mostraba en el extranjero. Hoy es un estilete perdido, sin brújula, donde ahora regatea cada fin de semana en Oporto buscando volver a encontrarse a sí mismo, buscando a aquel niño convencido por Alfredo para jugar en las categorías inferiores del Sporting de Lisboa.
4 Comentarios
Nunca vi a un futbolista dominar tan bien el golpeo con el exterior del pie.
Ibai Gómez, Pablo ^^
Espectacular el recital de centros de exterior que dio ayer Quaresma… Lo peor es que centra mejor de exterior que de interior.
el mejor quaresma le pega como nadie con el interior del pie y las centra igual bento eres un locoooo te hara falta aya en brasil porque cr7 no anda bien de la rodilla