Magia según la RAE es el «Arte o ciencia oculta con que se pretende producir, valiéndose de ciertos actos o palabras, o con la intervención de seres imaginables, resultados contrarios a las leyes naturales«. Mago es el que la practica. Mesut Özil, otro aprendiz que nunca llegará a colocarse entre los grandes y recordados «Houdini» del fútbol.
El archifamoso mago tenía un solo truco que le hacía único y que era la base de todo su repertorio: la confusión. Desviar la atención del espectador hacia un hecho distinto al «quid de la cuestión». Truco que este jugador pareció aprender al dedillo pero olvidó que, el Teatro, hay que llenarlo a diario. Aterrizó en el Real Madrid en el verano del 2010 tras realizar un Mundial que enamoró a medio mundo y a los principales clubes europeos. Los de Concha Espina se llevaron su chistera. Una chistera de la cual, a cada segundo que pasaba en el campo, se esperaba ver salir pases, diagonales, asistencias y virguerías varias que ilusionaran y abrieran el gaznate de los aficionados. Y a fe que lo hizo, y lo sigue haciendo, pero a cuenta gotas. Unas gotas demasiado escasas e irregulares que, a día de hoy, son insuficientes para la afición «gunner», como terminó siéndolo para la madridista.
Más de cuarenta millones de euros cerraron el periplo de este «proyecto de balón de Oro» en la Casa Blanca. Y sí, habéis leído bien, he dicho «proyecto». Es absolutamente imposible (o tal vez no) el demostrar un nivel más o menos alto y regular cuando hablamos de estas esferas. Pero de tener un partido mediocre a ser constante durante semanas, va un trecho. Trecho al que nos tenía acostumbrados este alemán de ascendencia turca y a lo que parece deberán también sucumbir los londinenses que visiten el «Emirates Stadium».
Llegó al equipo de la eterna promesa del banquillo, Arsene Wenger, para liderar un nuevo proyecto que desterrara para siempre la hegemonía de los últimos años a manos de Chelsea y sendos equipos de Manchester. Empezó como lo suele hacer, como un tiro. Pero, poco a poco, su díscola vida y su carácter frío como los genitales de un pingüino, le han colocado en el punto de mira de afición y prensa. Su último incidente atropellar a un fotógrafo. No será el último.
De esos jugadores sensibles que necesitan ser el centro de atención. Cariño egocéntrico requerido a todas horas en detrimento de otros que le hace subir y bajar emocionalmente en el césped. Muchos fueron los que se rasgaron vestiduras y vello con la decisión del Real Madrid de vender a este jugadorazo. Pocos los que ahora se acuerdan de él. Así es el fútbol. Así es la vida. No solo de destellos vive un profesional de élite. Algo más se necesita. Otro día podíamos hablar de Guti y la extrema semejanza con el alemán. Tanto de día, como de noche.
Pero eso, será otro día.
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