Desde este verano el seno madridista ha concebido la idea de apostar por un juego mucho más de toque, con mayor protagonismo del juego con balón que sin él. Pero el planteamiento inicial se va desvaneciendo tras varios intentos en las primeras jornadas de liga, y sobre todo después de unas palabras de Ancelotti que levantan la liebre de la cuestión: “Tres pases pueden valer”.
El hecho es bien sencillo. Carlo Ancelotti, todo un italian gentleman en el campo y delante de los micrófonos, ha dejado claro que su idea no va más allá de los tres toques. Esto es, a mi juicio, claramente contrario a lo que vendió Florentino hace unos días en la asamblea de compromisarios, en la que dijo que con el técnico italiano buscaban “un fútbol seductor con un equipo técnico de altísimo nivel”.
También se contradice a sí mismo el propio Carlo, que intentó desmarcarse el día de su presentación de las voces que lo señalaban como un técnico sin un gusto especial por el trato del balón, hecho que se apresuró a objetar comentando que “el Madrid tiene que ganar y hacerlo con un fútbol espectacular”.
Pues bien, tras el inicio de liga se vislumbran ciertas cosas que parecen dejar en evidencia a presi y míster. Una evidencia que se convierte en remarcable tras la rueda de prensa de los tres toques. Para mí, estos son los tres toques de Ancelotti:
Por un lado, queda claro que el equipo puede intentarlo e incluso llegar a conseguirlo, pero se nota que la voluntad es jugar más al contragolpe que dominar con toque y llevar el peso del partido. Esto ha quedado claro en varios partidos del inicio de liga, en los que cuando el equipo se ha atascado intentando sobar el balón, ha optado por hacer lo que mejor sabe hacer: contragolpear y estirarse buscando con verticalidad la portería contraria. Hecho constatable sobre todo en el partido de El Madrigal, en el que el equipo blanco fue de principio a fin dominado por el amarillo, que tuvo fases de control total y peligro constante. Equipo que, -por cierto- sí tiene ese buen gusto y ese buen trato por el balón que el Madrid busca, pero que realmente no quiere.
Otra de las razones ha sido la salida de algunas de sus estrellas, entre las que sobresale la figura del mediapunta alemán Mesut Özil, -relegado a la banda en sus últimos días como futbolista blanco- y que contrasta absolutamente con el último en llegar, el ansiado Gareth Bale, el hombre de los 100 millones. Dejar salir a uno e invitar a pasar al otro es algo así como despedir al toque y a la precisión, y abrazar con ansia la velocidad y el contragolpe. La prueba está en que en dos partidos (ninguno completo) de la Premier, el de Gelsenkirchen ya es el máximo asistente de la competición. Tres pases de gol en 160 minutos. Casi nada.
Mientras tanto, el galés alterna banda derecha con el luchador Di María (que de ser defenestrado y puesto en venta, ha pasado a ejemplificar ciertas virtudes que Mesut no tuvo y con las que el Madrid justifica la venta del mago de ojos saltones) hasta que pase a ser sólo suya -porque lo será-, y el equipo juega con dos estiletes en banda con la fuerza y la velocidad de dos felinos hambrientos. Este cambio de cromos tampoco casa con la idea de un juego diferente al del contragolpe. De hecho, lo potencia aún más.
La última razón la dio el elegante Carlo en la rueda de prensa previa al partido contra el Getafe: “Soy italiano”. Eso hace presagiar que, aunque no exista el catenaccio como tal para el equipo merengue, sí que habrá una base defensiva fuerte y ataques vertiginosos a la contra. Facto impepinable es, sin lugar a dudas, que los antiguos equipos de Ancelotti no han optado por adquirir el sobeteo del balón como arma indispensable -situación que no está reñida con el buen juego, al igual que dar mil pases no te asegura hacer un buen partido-, sino más bien como complemento liviano a un fútbol de transiciones rápidas y eficaces, con el objetivo del contragolpe siempre a la vista.
En definitiva, mejor le iría al Madrid si se convence que lo que debe hacer es lo que venía haciendo estos años y lo que Carlo, por separado, venía demostrando en sus equipos. Sobre todo porque el equipo -plantilla y entrenador- ha sido configurado para otra cosa bien diferente al juego de toque y de dominio.
Hace unos días su técnico se apresuró inteligentemente a empezar a cambiar el discurso, ahora sólo le queda demostrar en el campo que también se puede jugar de maravilla sin usar el modelo de España.
4 Comentarios
Sinceramente, tocayo y compañero, creo que tenía una idea de cómo quería jugar hasta que fue plenamente consciente de que «Bale sí o sí». Ya lo dije el otro día, y creo que, el italiano, es un entrenador de los que se acoplan a lo que tienen, nada de inventar o «entrenadorcitis». Pero! La llega de Bale le ha hecho un «hijo de madera», y ahora, tiene que volver a deshacer lo poco ganado, para intentar meterle poco a poco. Como bien dices, teniendo dos balas, no puedes jugar al «paintball»
Totalmente de acuerdo! Veremos si cambia pronto el guión o empieza a dar con la tecla, porque parece que el equipo no arranca, y cuando por fin lo haga, quizás se haya dejado demasiados puntos por el camino. Un saludo!
Yo creo que a esa duda hasta última hora responde que Özil cogiera las maletas en el último momento! Sabía que, si Bale llegaba, él sería el sacrificado. De ahí la «espantá» en el último momento, y también el «y ahora a qué coño juego yo?» de Carlo … si encima, el jugador viene sin pretemporada, para qué quieren más?!
Yo el problema del Madrid actual no creo que radique única y exclusivamente en si juega al toque, si corre o si juega directo. El mayor problema es que Diego López se está convirtiendo en el mejor jugador del equipo en muchos partidos. Eso no es lógico. Le llegan demasiado porque el equipo juega muy largo y está partido. Incluso en esa situación de ida y vuelta y de ruleta rusa, el madrid llevaría las de ganar porque dispara con un bazoca y el rival con una pistola de agua, pero la sensación de falta de control sobre los partidos es evidente. Y aquí es donde la figura de Xabi Alonso salta a la palestra. Por si sólo, no puede solucionar el tema, pero el equilibrio que le da al equipo puede ser el inicio para revertir la situación.
Evidentemente, como dice Javier, no puedes vender un estilo de fútbol de toque, pausa y control, cuando fichas jugadores como Bale y tienes otros como Cristiano, que por sus características deben jugar con velocidad y espacios.