Hace unos meses analizábamos la traumática situación que atravesaba el Real Sporting de Gijón por la urgencia en saldar sus deudas, principalmente la que correspondía a Hacienda, por la que había que abonar cinco millones de euros en un plazo muy reducido de tiempo.
Ante las cantidades inasumibles y el continuo crecimiento de la deuda, José Fernández hace pública su intención de vender el paquete accionarial que posee con el que controla la Sociedad. Entonces, a través de la prensa, comienzan a filtrarse supuestos grupos inversores interesados en la compra. La llamada vía americana, cuyo interlocutor era el abogado mexicano José Alfredo Reygadas, la vía suiza con el empresario Luis Pereira al frente y la vía inglesa con el empresario madrileño Omar Zeidán como cabeza visible.
El 3 de diciembre pasado, los medios vuelven a filtrar un preacuerdo con la vía inglesa. Ello conllevó a la realización de una auditoría que desvelase la situación real del club. Mientras, Javier Fernández ―hijo del dueño del club― decía hace tres semanas “el acuerdo con los ingleses se va a cerrar, ya sea en diciembre o enero”. A día de hoy parece que la auditoría reveló sorpresas para los supuestos ingleses, lo cual no lo es tanto para los asiduos del Molinón. El acuerdo parece haberse complicado. La enumeración de causas probables para no alcanzar un acuerdo se hace interminable.
Por un lado, una deuda que se presume mayor a la reflejada por la familia Fernández, además de la intención de recuperar 3,3 millones de euros por un paquete accionarial que se ha ido depreciando constantemente durante el paso de los años. La historia interminable con el grupo inversor Doyen Group a través de préstamos efectuados a la sociedad gijonesa a cambio de derechos sobre futbolistas. Algunos de esos préstamos no parecen haber sido cubiertos en su totalidad y las cantidades adeudadas se perfilan como inesperadas por los posibles nuevos inversores. Por otra parte, aparece el caso Šćepović. El jugador serbio fue adquirido en propiedad la pasada temporada por el Sporting a cambio de un millón de euros, gracias a las aportaciones de particulares y determinadas empresas. El futbolista fue traspasado al Celtic de Glasgow en el mercado veraniego por 2,5 millones de euros. A pesar de ofrecer ese traspaso como garantía de cobro del préstamo, una vez más este no se ha devuelto. Y cómo no, la deuda de 17 millones con Hacienda, la cual se ha ido aplazando de forma continuada tras numerosos acuerdos con la agencia tributaria.
Por si no fuera suficiente todo este conglomorado de agujeros, los futbolistas han denuciado la pasada semana ante la AFE el impago del 30% de los emolumentos de la pasada campaña. Ante este paisaje idílico, el tren de alta velocidad que se presentaba hace un par de meses con vías de todo tipo se ha convertido en una vagoneta empujada por un hombre del saco lleno de deudas y con destino a ninguna parte. Actualmente ya son dos las sogas que ahogan la viabilidad del Sporting: la ya consabida de Hacienda, cuyos plazos debían satisfacerse al finalizar el año, y la nueva de los futbolistas, que denuncian los impagos, y con fecha de caducidad de 31 de julio.
Todas estas irresponsabilidades se traducen en un escenario, no en el que las negociaciones de cualquier tipo se enfríen, sino en el que la era glaciar se instaura definitivamente a orillas del Piles y en las oficinas de Mareo. Mientras tanto, la vía inglesa en la que nadie ha visto ni oído hablar a ningún inglés, se mantiene de momento al margen. Una gestión calamitosa, inexplicable desde un punto de vista ajeno al club, pero claramente explicable si se presta un mínimo de atención a la trayectoria de veinte años al frente de la Sociedad de José Fernández.
Ante los problemas sobrevenidos en la venta tras la auditoría, Antonio Veiga ―actual presidente en funciones de la entidad―, declaró: «Si no se logra, habrá que buscar otro tipo de soluciones, que las puede haber». Desde la ignorancia respecto a como gestionar una deuda cercana a los 40 millones de euros de quien escribe, no encuentro otra motivación en el actual Consejo de Adminstración al plantearse alternativas diferentes a la venta, que la sensacional marcha deportiva de los hombres de Abelardo y su posible ascenso a Primera División, lo que podría reportar ingresos de todo tipo que, estoy seguro, no se utilizarían para amortizar deuda en ninguno de los casos.
Habrá que esperar acontecimientos. A día de hoy, seis futbolistas de la plantilla ya pueden negociar con otros clubs al acabar contrato el 30 de junio. Mientras, desde la distancia, me da la impresión que la mareona se está convirtiendo en una marejadilla en lo que a la situación del club se refiere. O no existe conciencia de la situación dramática actual de la entidad o realmente el sentimiento sportinguista no está a la altura de una institución como el Real Sporting de Gijón. Los dueños legales del club deben marcharse para que cese el desguace de todo lo que rodea a los rojiblancos, cuyo oasis en el desierto son Abelardo y sus guajes. Y para ello, los dueños morales de la entidad, que no son otros que los aficionados, deben mover pieza, deben forzar su salida y revertir una situación cómoda de los dirigentes en completamente incómoda, en un ambiente irrespirable que desencadene su marcha, y eso no se consigue enseñando cuatro pañuelos al palco, sino con un ambiente hostil que nadie debe confundir con violento.
No va más, cara o cruz, la suerte está echada. Vivir sin José Fernández o morir con José Fernández. Tú eliges, sportinguista, y nadie más que tú.
1 Comentario
Muy interesante! Gracias