Los recientes sucesos ocurridos en Grecia (en donde una pelea entre dos aficiones se saldó con más de 70 muertos) nos deberían hacer reflexionar a todos sobre algo que debe cambiar en el mundo del fútbol, las rivalidades.
No hablo, ni mucho menos, de que se tengan que “terminar” las rivalidades entre equipos. Los piques entre aficionados son de esas cosas que le “dan vida” al fútbol, ya que hacen que las previas y los post-partidos sean más dinámicos, que se viva con más intensidad el fútbol. Y eso tiene que estar siempre, ya que el día que desaparezca quizás sea fruto de la desaparición del fútbol tal y como lo conocemos.
El problema está, y a esto es a lo que me refiero, cuando de las palabras se pasan a los insultos o, lo que es peor, a la violencia. La rivalidad existente entre dos aficiones nunca debe ser excusa para que exista violencia ni nunca nadie se puede escudar bajo los colores de un club para hacer lo que quiera.
En la memoria de todos están partidos de máxima rivalidad en los que antes, durante y después del partido se han producido graves incidentes, con heridos e incluso algún muerto. Partidos como el derbi gallego entre el Depor y el Celta, el Madrid y el Atlético, el Milán y el Inter tienen en su historia incidentes entre aficionados de uno y otro equipo, provocados por uno y otro bando. Incidentes que suelen empañar el gran espectáculo deportivo que tiene que ser un partido de esas características: un partido de tensión dentro del campo, de buen fútbol y de intensidad futbolística.
Yo estoy seguro, y así lo afirmo, que las personas que causan estos problemas no son aficionados de ninguno de los equipos, que realmente no sienten los colores que supuestamente defienden, y que lo único que hacen es buscar una excusa para pegarse con otra gente, cuando eso es algo que podrían hacer perfectamente sin necesidad de estar identificados con unos colores.
En muchas ocasiones detrás de todo esto están los temas políticos, ya que hay aficiones que suelen tachar a los rivales de “fachas” o “nacionalistas”, y ya solo por ese motivo “se buscan” antes de los partidos. Ese es otro tema, la política nunca se tiene que mezclar con el fútbol, ya que son dos aspectos de la vida totalmente diferentes que tienen que estar separados.
El mayor problema de todo esto está en que la imagen que se ve manchada no es la de esas personas (ya que como mucho la pena que reciben es una multa o, en muchos casos, ni eso, ya que no son detenidos por la policía), sino la del club con el cual se les relaciona. Si los causantes de los altercados son aficionados del Atlético (pongo este ejemplo como podría poner otro) tendemos a decir eso de: “ya están los del Atlético peleándose. Que afición tan sucia”, cuando seguramente el 99% de los aficionados que van al estadio o ven a su equipo desde casa repudian lo que ocurre.
Por suerte parece que en España vamos madurando y, por ejemplo, en el caso del pasado derbi que enfrentó al Deportivo y al Celta no ocurrieron incidentes graves y solo tuvimos algún incidente aislado (un par de lunas de los autobuses de los aficionados del Celta rotas o algún coche deportivista con daños provocados por gente identificada con los colores del club vigués), lo cual es una muestra de que el sector violento cada vez es menor en el mundo del fútbol.
Si, ya sé que hay casos y casos, y que puede ser que en el partido de vuelta los casos de violencia sean mayores (espero y confío en que no será así), pero es que la sensación que yo tengo es que el ambiente no es tan violento como en otras ocasiones (pero tanto aquí, como en otras ciudades).
Por eso espero que casos como el de Grecia (que parece ser que existía un trasfondo político) sean algo aislado, que vayan a menos cada vez más y que, ojalá, llegue el día en el que solo hablemos de la fiesta del fútbol y del buen ambiente que rodea a todos y cada uno de los partidos.
¿La violencia? ¡Sólo en las películas!
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