El guardameta, ese hombre tan especial en un equipo de fútbol, ese puesto tan singular, del cual ya hemos visto muchas peculiaridades, es también un caso aparte en lo que a longevidad se refiere. Posiblemente, los jugadores de fútbol que más años disfrutan del deporte rey sean los porteros, en parte también a las condiciones necesarias para el desempeño de ese rol en el equipo.
Está claro que las capacidades físicas se pierden a partir de cierta edad; se pierde explosividad, rapidez, y el cuerpo ya no reacciona de la misma forma a los exigentes entrenamientos que realiza un portero. El guardameta necesita cuidar su cuerpo, cuidar su alimentación y el «entrenamiento invisible» toma un cariz de muchísima más importancia para prolongar el buen estado de forma física. Sin embargo, no todo es el físico en un portero de primer nivel, y sobre todo con una edad más cercana a los «cuarentena» que a la «treintena».
El factor mental es el que desequilibra la balanza en estos casos. Hablamos de este aspecto, el psicológico, ya que con el paso de los años, la cantidad de partidos y temporadas recorridas por un portero, se hace bueno el dicho aquel de «Sabe más el diablo por viejo que por diablo». La experiencia es un intangible muy valorado en un guardameta, en todos los ámbitos. El tener el control de la situación en cada momento, el saber qué hacer o qué decir, cómo animar a un equipo, no perder la calma en momentos tensos, dar seguridad a la defensa… son esas «cositas» que puede dar un portero veterano, ya entrado en años y con mucho bagaje a sus espaldas.
Es por ello que vemos casos como el de Dino Zoff en su día, o el también sempiterno Gigi Buffon, incluso los más recientes de Andrés Palop (que se retira al final de esta temporada) o el más mediático de Schwarzer en el Chelsea con motivo de las semifinales de Champions League. Todo ello nos recuerda que en un portero no importa tanto la edad que marca el DNI, y que nuestra raza de guardametas es la más longeva del «deporte rey».
Al igual que la nueva hornada de jóvenes talentos está irrumpiendo con fuerza en las porterías de los grandes clubes del Viejo Continente, nuestros viejos «rockeros» aún tienen cuerda para rato y para demostrar que, a pesar de superar ampliamente la treintena, el talento conjuntado con el trabajo y el sacrificio son una mezcla perfecta para seguir sacando lo mejor de uno mismo.
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