Hace exactamente 100 años entre Francia y Bélgica se extendía una gran línea de trincheras. En ella, los ejércitos de Alemania, Francia e Inglaterra se jugaban la hegemonía europea. Esa línea era conocida como “La Tierra de Nadie”, ya que no existía tipo de vida alguna debido a los constantes ataques de la artillería.
Llegada la Nochebuena de ese año, los altos cargos del ejército alemán decidieron enviar al frente miles de árboles de navidad con el fin de hacer sentir a sus compatriotas el espíritu navideño. Esa noche decidieron colocarlos al borde de las trincheras iluminándolos con velas mientras cantaban villancicos. Desde la otra orilla, los ingleses miraban y escuchaban perplejos, por lo que decidieron responderlos con sus propios villancicos. Incluso se podían escuchar gritos deseándose Feliz Navidad.
En este ambiente de paz, fueron muchos los que se atrevieron a llegar a La Tierra de Nadie para confraternizar e incluso intercambiarse objetos en forma de regalo. Tal fue la tregua, que hasta se formó un partido de fútbol, en el que según cuenta la leyenda, se lo llevaron los alemanes por 3 a 2. Durante esa noche y todo el día de Navidad cesaron las hostilidades, y se aprovechó para enterrar a todos los combatientes, yendo a los funerales juntos alemanes e ingleses.
La tregua fue, sin embargo, castigada por los altos cargos del ejército, ya que no se podían creer que los enemigos se convirtiesen en amigos durante ese tiempo, por lo que ordenaron la pena de muerte a todo aquel que volviese a confraternizar con el enemigo. Y sobre todo intentaban ocultar lo ocurrido, pero esto no cayó en la desdicha, ya que gracias a las cartas escritas por los combatientes a sus familiares supieron de esta grandiosa historia.
1 Comentario
Jaime, te agrego algo más respecto a este suceso ocurrido en el medio de la guerra:
Los contendientes jugaron un partido de fútbol también, o varios, según las crónicas. Lo cierto es que en medio de aquel frío no se sabía bien los límites de la “cancha”, que los marcaron con prendas, gorros, etc. Tampoco había árbitros ni jueces de línea. Podía jugar cualquiera, no importaba su origen, y cuando un hombre caía al suelo -resbaladizo- venía otro a levantarlo. El “partido” terminó cuando apareció un soldado para testimoniar el hecho, y según dicen terminó con victoria alemana por tres a dos. El soldado que dio cuenta de este suceso fue el alemán Johannes Niemann, y así lo inmortalizó en una de sus epístolas: “Un soldado escocés apareció cargando un balón de fútbol; y en unos cuantos minutos, ya teníamos juego. Los escoceses hicieron su portería con unos sombreros raros, mientras nosotros hicimos lo mismo. No era nada sencillo jugar en un terreno congelado, pero eso no nos desmotivó. Mantuvimos con rigor las reglas del juego, a pesar de que el partido sólo duró una hora y no teníamos árbitro. Muchos pases fueron largos y el balón constantemente se iba lejos. Sin embargo, estos futbolistas amateurs a pesar de estar cansados, jugaban con mucho entusiasmo. Nosotros, los alemanes, descubrimos con sorpresa cómo los escoceses jugaban con sus faldas, y sin tener nada debajo de ellas. Incluso les hacíamos una broma cada vez que una ventisca soplaba por el campo y revelaba sus partes ocultas a sus ‘enemigos de ayer’. Sin embargo, una hora después, cuando nuestro Oficial en Jefe se enteró de lo que estaba pasando, éste mandó a suspender el partido. Un poco después regresamos a nuestras trincheras y la fraternización terminó. El partido acabó con un marcador de tres goles a favor nuestro y dos en contra. Fritz marcó dos, y Tommy uno”. Cumplido el plazo de aquella espontánea tregua informal, a los mandos militares les costó horrores convencer a sus hombres para retomar las armas. Eran incapaces de pegar un tiro. Por unos días se dedicaron a tirar al aire sin causar bajas, a malgastar la munición, a disparar a las estrellas, según contaron en sus cartas. No veían al enemigo. Este inédito y fugaz brote de paz en plena guerra, el más importante de la historia moderna, llegó a las portadas de la prensa británica a primeros de enero, con chocantes fotos de soldados alemanes y británicos codo con codo, sonriendo, dando patadas a un balón de fútbol, confraternizando… En Francia este episodio –bochornoso para los altos mandos– directamente se censuró.