A Pepe Mel le importa más bien poco su escaso dominio del inglés, y tiene aún menos reparo en manifestarlo públicamente. Sin embargo, era de suponer que la corriente británica no iba a cambiar la desenvoltura con la que afronta los encuentros. Ayer debutada en Hawthorns ante el Everton de Roberto Martínez, rival tremendamente duro, y precisamente el entrenador-modelo en el que el madrileño haría bien en fijarse.
Mel optó por un once desapercibido, sin sorpresa alguna. Recurrió a un 4-4-2 habitual, con la salvedad de no poder contar con piezas tan importantes como Shane Long (se ha marchado al Hull), McAuley y Jones (ambos baja por lesión). Visto el panorama Pepe salió con la siguiente alineación: Foster; Reid, Lugano, Olsson, Ridgewell; Gera, Morrison, Jacob, Brunt; Anelka, Vydra.
De inicio a fin, los locales tuvieron la suerte de enfrentarse a la versión más conservadora del Everton. Es atípico ver perder la posesión al equipo de Roberto de forma tan clara, consecuencia de imprimirle una marcha de intensidad inferior a lo que nos tiene acostumbrados. Por otro lado, también es cierto que ‘Bob’ Martínez tiene una dura lucha con la enorme lista de lesiones que soporta a su espalda (Ross Barkley, Deulofeu, Koné, Pienaar, Gibson, Alcaraz… y ahora se suma Seamus Coleman). Y así es como el West Brom se hizo con el dominio posicional en la primera parte, pero vacío de ocasiones. De hecho fueron los ‘toffees’ quienes a través de Kevin Mirallas fabricaron las ocasiones de mayor peligro. El belga, uno de los mejores de la temporada, intercambió la banda con Bryan Oviedo para hacerse un hueco en la zona central de la defensa y poder combinar con Lukaku. Un hueco que efectivamente existía (Lugano-Olsson está lejos de ser una pareja consistente) y así es como llegó el primer tanto: Lukaku sacó de posición a Olsson y Mirallas aprovechó la falta de reacción de Lugano para finalizar con maestría la primera gran jugada de la noche.
Hasta ese momento el partido era de 0-0. La diferencia de un lado y otro del campo es que la delantera es incomparable (de ahí que al final del partido Mel hubiera insistido en la necesidad de fichar un delantero). Los destellos de Anelka y su participación en el juego colectivo contrastaron con su compañero de guerra, Matej Vydra, quien se borró del mapa en todo momento. Mel detectó que la asociación inconexa entre el centro del campo y sus dos delanteros necesitaba arreglo. Y por eso en el minuto 60 modificó el esquema instalando el 4-2-3-1 dando entrada a Mulumbu y adelantando a James Morrison a la mediapunta (la cual parece ser su mejor ubicación). La primera gran elección de Pepe Mel supuso un efecto directo en el transcurso de la última media hora. Por momentos el Everton quedó arrinconado en el balcón de su área, el West Bromwich circuló el balón con mayor sentido y llegó a disfrutar con Morrison al mando. A falta de un cuarto de hora por fin llegaría el justo premio con el gol de Lugano, que maquillaba así una actuación individual bastante gris. La grada no dudó en volcarse y subir la temperatura ambiental en los últimos instantes (uno de los cánticos más repetidos a lo largo de la noche estaba dedicado a Pepe).
Cuando Michael Oliver señaló el final del partido nadie salió con cara amarga del estadio. Un punto puede considerarse un importante primer paso para la andadura de Pepe Mel si tenemos en cuenta que el quinto clasificado de la Premier acababa de pasar por allí. El aspecto más importante, en cambio, es haber comprobado que el carácter del nuevo técnico tiene cabida en una competición que tiene poco que ver con la española. Y no sólo eso, también que su capacidad de decisión puede llevar al West Brom a sumar puntos suficientes como para alejarse de la zona de peligro.
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