Sobre Luis Aragonés estaba (casi) todo dicho y, si faltaba algo, se ha dicho en estos días que han transcurrido desde su fallecimiento. Pero uno, que es muy atlético y se siente muy español, no podía dejar de escribir algo sobre un hombre que ha dejado una gran leyenda, tanto en el Atlético como en la Selección española.
En lo relativo al Atlético, el pasado domingo me impresionó sobremanera lo ocurrido en el Vicente Calderón antes y durante el encuentro frente a la Real Sociedad. Antes, un sencillo pero muy emotivo a Luis. Hay quien dice que fue demasiado frío pero yo creo que es lo que se correspondía con la personalidad del sabio. Primero, un video en los videomarcadores con imágenes de Luis mientras que, en el terreno de juego, veteranos de diversas épocas del Atlético homenajeaban a Luis con una pancarta en la que figuraba una camiseta con el número 8 y el nombre de “LUIS ARAGONÉS”. Posteriormente, cuando llegó el minuto de silencio “oficial” con los dos equipos frente a frente cada uno a un lado del círculo central, como reza el protocolo, Gabi, capitán atlético, lo rompió para desplazar a todo el equipo atlético y darse la mano con los veteranos.
Concluido el minuto de silencio “oficial” y la posterior ovación a Luis, el estadio entero permaneció casi en silencio (salvo los comentarios entre vecinos de grada), sin animar al equipo, hasta el punto de que, en un estadio con 50.000 personas, se oían los gritos de los jugadores. Finalmente, en el minuto 8, el estadio estalló en una atronadora ovación al grito de «Luis Aragonés, Luis Aragonés, Luis Aragoneeeeees…», grito que se repitió, entre otras ocasiones, después de cada uno de los cuatro goles del equipo rojiblanco. No se aclamaba a quien marcaba, se aclamaba al protagonista único del día.
Luis siempre había dicho que el Atlético “era su vida”. Y creo que no lo fue más, sobre todo en los últimos años de su vida, por diferencias (casi) irreconciliables con la directiva. Podría contar aquí mil detalles sobre su sentimiento atlético pero me quedaré con dos que demuestran el amor de Luis por los colores rojiblancos.
El primero, la charla previa a la final de la Copa del Rey de 1992 disputada ante el Real Madrid en el estadio Santiago Bernabeu. Cuenta José Antonio Martín, ‘Petón’, agente de futbolistas y reconocido atlético, que después de la charla táctica y de explicar los movimientos propios y del rival, el técnico se volvió y preguntó a sus futbolistas:
«¿Lo han entendido? ¿Sí? Pues esto (golpeando la pizarra) no vale para nada. Lo que vale es que sois mejores y que estoy hasta los huevos de perder con estos, de perder en este campo. Lo que vale es que sois el Atlético de Madrid y hay 50.000 ahí fuera que van a morir por vosotros. Hay que morir por ellos, hay que salir y decir en el campo que sólo hay un campeón y va de rojo y blanco».
Cuenta Bernd Schuster que jamás salió más motivado a un terreno de juego, que todo el equipo salió “con los ojos inyectados en sangre”. El resultado: 2 a 0 para el Atlético.
Y el segundo, al finalizar la temporada 2000/01. El Atlético había bajado a segunda el año anterior y no había sido capaz de ascender esa temporada. Luis entrenaba al Mallorca y lo había clasificado en tercera posición, lo cual le permitía jugar la Champions la temporada siguiente. Pero Luis recibió una llamada del Atlético pidiéndole que se hiciese cargo del equipo en Segunda para devolverlo a Primera. Y Luis renunció a la Champions con el Mallorca y aceptó hacerse cargo del Atlético en Segunda.
Cuentan, además, que una vez apalabrado ese compromiso con el Atlético, hubo una oferta del Valencia que casi triplicaba lo que iba a ganar Luis en el Atlético. Y dicen que fue el propio Luis quien llamó a Gil Marín para decirle: “Tengo esta oferta del Valencia pero te he dado mi palabra de que entrenaré al Atlético en Segunda el año que viene y allí estaré”. El resultado: el equipo subió a Primera esa temporada 2001/02.
En lo que se refiere a la selección, una de las imágenes que más ha impresionado a uno es la de Xavi Hernández con la mirada perdida y los ojos vidriosos durante el minuto de silencio en memoria de Luis el pasado sábado en el Nou Camp.
Seguro que le pasó por la cabeza, entre otras muchas cosas, la primera anécdota que tuvo con Luis. Cuenta Xavi que, cuando Luis se hizo cargo de la selección en 2004 «No me había llamado a la primera convocatoria y en septiembre, nada más llegar, me estaba esperando. “¿Qué pensaba usted? ¿Que el hijo de puta del viejo no lo iba a traer, eh?”. Y yo, acojonado, le dije: “No, no, en ningún momento he pensado algo así, míster”. Y él, puro Luis, me dijo: “Sí, sí, sí, a mí me va a engañar. Venga, para arriba y ya hablaremos”.
Esta anécdota aparece, entre otros sitios, en el artículo que el propio Xavi escribe para el diario El País este pasado domingo o en la entrevista que le hace la revista Panenka en su número 26. Pero merece la pena escuchar cómo la cuenta el protagonista porque, además, imita muy bien a Luis. (Puede encontrarse el video en la web de Canal +, entre las entrevista de “Espacio Reservado”).
Y es que, antes de que fuese líder en su equipo (Guardiola llegó al Barcelona el verano en el que España se proclamó campeón de la Eurocopa 2008, iniciando su ciclo mágico), Luis ya había tenido la visión y la osadía de hacer que todo el juego de la selección pivotase alrededor de Xavi Hernández. En todas esas cosas debía estar pensado Xavi durante el minuto de silencio el pasado sábado.
No es sólo que Luis nos hiciese campeones de Europa, es que cambió la mentalidad y la forma de jugar de una selección. Como el mismo decía “cogí una selección y devolví un equipo”. Y un equipo basado en “los bajitos”, en el toque, en la calidad… Fue el primero que supo darse cuenta de que era en lo único que éramos mejores (y con diferencia) que los demás. Y que ese era el único camino para el éxito. El resultado: ser campeones de Europa e implantar un modelo que hoy todavía dura y que, con sus lógicas variaciones y con la sensatez y la continuidad impuestas por Vicente del Bosque , nos ha dado un Mundial y otra Eurocopa.
Cuentan que Luis no se ha sentido reconocido por el fútbol español, sobre todo, durante su etapa al frente de la selección. De hecho, ni siquiera fue renovado (o no quiso renovar) tras ser campeón de la Eurocopa 2008. Pero también dicen que su gran espina, su frustración verdadera fue no ver a su Atléti campeón de Europa. Máxime después de aquella nefasta final de 1974, en la que marcó un gol de falta directa y que el Atlético perdió en el último minuto.
¿Este año? No habría palabras…
1 Comentario
Qué grande era y qué grande nos hizo!!