El pasado miércoles Képler Laverán Lima Ferreira, más conocido por Pepe, comentaba en una entrevista radiofónica que los árbitros le habían cogido la matrícula. Es una media verdad. Al infractor se le suele anotar la matrícula y hay veces que ese mismo infractor puede salir inmune al no ser pillado “in fraganti”.
Todo ello en el contexto de una aparición distendida del futbolista en un medio, en la que se intenta dar la perspectiva de un chico compungido que se siente acosado y perseguido por el colectivo arbitral. Este acoso y persecución no tiene otra explicación que el error cometido ante el Getafe, donde el central comenzó sus inicios danzarines a través de un zapateado sobre el cuerpo de Casquero. A partir de ahí Pepe fue señalado y debe pagar penitencia por semejante acto.
Cualquiera ajeno al fútbol que oyese tal testimonio no tendría otra posibilidad que compadecerse del pobre futbolista brasileño que no levanta cabeza tras aquel nefasto episodio que le persigue en las noches más oscuras.
También, otras personas no tan ajenas al fútbol y que pululan por determinados medios afines podrían, pueden y lo hacen de forma continuada, justificar ciertas acciones más o menos polémicas del jugador madridista con las tan socorridas frases de “a Pepe lo matan, no hay mala intención, no le toca, el delantero se tira”. Son los mismos que defendían a ultranza a José Mourinho en su etapa blanca y ahora le tratan con desprecio cuando muestra similares actitudes en el Chelsea, o los que postulaban a Özil como potencial balón de oro y lo defenestran ahora tras su salida de la casablanca. No nos engañemos, con Pepe pasaría igual y su trato sería completamente diferente si sus acciones se desarrollasen lejos del Bernabéu.
Pero la realidad es bien distinta. El portugués de adopción podría pasar a la historia del Real Madrid como uno de sus mejores centrales. Jugador rápido, disciplinado tácticamente, bien dotado técnicamente, buen jugador por arriba, expeditivo cuando hay que serlo y que se complementa de forma magnífica con Sergio Ramos. La pareja formada por el andaluz y el brasileño, ambos centrados y en plena forma, será dificilmente superable en el concierto futbolístico mundial.
Sin embargo, Pepe va a ser recordado como uno de los futbolista más duros que ha pasado por el club de la Castellana, sino el que más. El tema principal es que futbolistas duros los ha habido siempre, y los habrá, y en número bastante importante, y definiendo al jugador duro como aquel que no rehúye el choque y entra con fuerza a cada balón. Sin embargo, hay una línea muy delgada que separa la dureza de la violencia, y a Pepe le gusta vivir sobre ella para poder cruzarla de un lado a otro en función de las exigencias del guión.
Cuando es difícil justificar una acción en función del balón y con una fuerza desproporcionada estamos ante actitudes que rozan el juego violento, y en algunos casos lo desbordan. Cuando la integridad física del rival corre serio peligro ante acciones desmedidas y cuando estas son reiteradas a lo largo del tiempo, no existen las casualidades. No puede ser que tus tacos estén a la altura de la rodilla cuando el balón está a ras de césped, no puede ser que, casualmente, siempre pises “de forma accidental” una parte del cuerpo del rival, no puede ser que en un salto necesites llevar tu rodilla hacia la cabeza o tus tacos hacia la cadera de un adversario, no puede ser que para despejar un balón tengas que dar una patada que impacta en la cabeza de otro jugador y no pueden ser muchas cosas que al final son.
Es un caso parecido al de Hristo Stoichkov. ¿Qué es lo primero que viene a la mente cuando oyes su nombre? ¿Qué fue balón de oro? ¿Qué fue bota de oro? ¿Qué consiguió junto al Dream Team la primera Copa de Europa del FC Barcelona? ¿Qué fue el máximo goleador del Mundial de Estados Unidos? No. Su pisotón a Urizar Azpitarte es lo más recordado, además de sus batallas (literalmente) con el central del Atlético de Madrid Juanma López. Otro caso de persona que al entrar a un campo de fútbol parece no reconocer a nadie y sufrir una transformación y nivel de “excitación” (llamémoslo así) fuera de lo normal y de lo aconsejable.
Este fin de semana nos hemos vuelto a encontrar con un nuevo episodio de la peculiar conducta de Pepe dentro de un campo de fútbol. En este caso ha sido el futbolista malagueño Duda, el que tenemos que unir a la larga lista de los Casquero, Lisandro, Messi, Cissokho, Alves o su propio compañero Arbeloa, por poner algunos ejemplos. En una acción sin demasiado peligro Pepe le deja los tacos a la altura de la rodilla izquierda del jugador malacitano. Entrada muy peligrosa, que por suerte, no tiene consecuencias. La acción no se señala como falta y Duda es amonestado por protestar.
Es curioso que Pepe durante su estancia en el Real Madrid sólo haya sido expulsado tres veces en liga, cuando otros jugadores en su posición como son los casos de Piqué y Ramos, lo han hecho en seis y ocho ocasiones respectivamente en el mismo espacio de tiempo, justo lo contrario a lo que argumentaba en sus últimas declaraciones.
Todo esto desmonta por completo la teoría basada en la persecución que sufre el jugador madridista por parte de los árbitros. Más bien da la impresión de que la situación es a la inversa y que los colegiados de turno son bastante permisivos con las acciones del central portugués. Es preferible mantenerse al margen de quienes pretenden hacernos comulgar con ruedas de molino, ya que para desgracia del actor principal y de los que se hacen partícipes de tan peregrinos argumentos, la matrícula de Pepe se ve desde el espacio exterior.
1 Comentario
Suscribo punto por punto. Es increíble el dato de expulsiones con respecto a Ramos y Piqué… e increíble tambien que este jugador se sienta perseguido y sea capaz de «denunciarlo» en los medios.