Ni Guti se cortó una oreja, ni Van Gogh lució por los pasillos de los diferentes hospitales psiquiátricos en que se hospedó una melena rubia adiestrada a golpe de cinta blanca. No obstante, hubo un momento en el que el cuerpo del mediapunta de Torrejón de Ardoz pareció albergar el alma del pintor neerlandés. Fue una noche fría, cerca de Finisterre, en forma de asistencia inverosímil. Provenía de su tacón e iluminó a todo el planeta.
Aunque, a priori, las vidas de ambos personajes pudieran parecer comparables, no tienen nada que ver. Si el historial de Guti les parece turbulento —que lo es—, les invito a leer la biografía de Vincent Van Gogh. Y sin pisar una discoteca.
El pintor y el futbolista están separados por un abismo y unidos por un instante, por su última gran obra: un trigal con algo de especial para el primero y un pase de gol diferente para el segundo. Van Gogh había pintado más trigales que asistencias ha repartido Guti, todo en honor a su referente, un amante del campo como Millet. Sin embargo, justo antes de suicidarse, decidió hacer algo distinto, como Guti quiso dejar su sello antes de retirarse del máximo nivel.
Él no era un pintor normal, no podía dejar un último trigal normal. Por eso quiso ensalzar lo turbio de su cuadro con una bandada de cuervos. Unos cuervos de trazo sencillo que van más allá. Tienen una magia inexplicable, albergan implícita la esencia de su pintura, de su ser. Una última demostración genial antes de acabar con su vida.
El que piense que Guti era un jugador normal, no ha visto jugar a Guti. Por eso, el 14 tampoco quiso cerrar su ciclo en el Real Madrid sin dejar impresa su alma como futbolista en una jugada. Encaraba la portería de Aranzubia en Riazor para poner el 0 a 2 en el tanteador a favor de su equipo, pero para el de Torrejón no tenía ninguna gracia marcar un mano a mano sin más, fue mucho más divertido ceder de tacón para que Benzema rematara sin oposición y a puerta vacía, ante la mirada atónita de todos los allí presentes. Los adjetivos más comunes para esta jugada son el de genial e imprevisible. Justamente los más habituales para definir también la forma de jugar de Guti.
Cada vez que vean la jugada —recomiendo que lo hagan al menos una vez a la semana— imaginen que Guti está en un campo de trigo y verán los cuervos aparecer en su mente como por arte de magia, o por la magia del arte.
No Hay Comentarios