Desde que el dichoso sistema 4-2-3-1 se puso de moda, no solo la antigua afición de jugar con dos delanteros ha desaparecido. Esa adicción al sistema «de moda» ha ido diluyendo como un azucarillo un especímen de centrocampista que, a día de hoy, es el más buscado y preciado por los grandes equipos que, tras su travesía por el desierto de los mediocentros defensivos, deciden dar de nuevo un giro para tener un mayor control del esférico y, por tanto, del partido.
En ese volantazo a sus políticas deportivas, los Xavi, Iniesta, Xabi Alonso, Thiago, Kroos, y un largo etcétera, se han revalorizado hasta tal punto que, incluso un volante/extremo como Mata, tal vez acabe jugando bien incrustado en el medio campo (no sería novedad). El denostado sistema ha hecho durante años que el perfil que se buscara para rellenar centrocampistas fuera la de un jugador fuerte, corpulento sin importar las carencias de técnica. Pero de esto, ya hablé en su momento aquí.
Así pues, este croata de nombre, Luka y apellido, Modric fichado por Mourinho y de apodo «Cruyff de los Balcanes«, se convertía hace un par de años en objeto de deseo por parte de los grandes clubes europeos sabedores de que, este perfil, tarde o temprano, volvería a la palestra, como así ha sido.
El 4-2-3-1 ha dado paso en muchos equipos al 4-3-3 «equilibrado» que diría un italiano en Concha Espina. Y ahí es donde se hace absolutamente necesario contar con jugadores que sepan de memoria las costuras que tiene un esférico y por dónde es mejor clavarle la uña a fin de que llegue correctamente a su destino: el pie amigo. El ejemplo más claro lo tenemos en el seno de su propio club. Khedira fue el fichaje del entrenador portugués del pacifismo locuaz. Illarramendi el de este año. Algo está cambiando en la política de fichajes. Ahora se quiere el balón. Pero no para conducirlo o moverlo de aquí a allá y vuelta a empezar. Se le busca un destino, la portería, con rapidez a la par que elegancia y sobriedad. Y ahí entra el curriculum vitae de este croata de pequeña estatura.
Ya en la última Eurocopa, en su partido contra La Roja, dió muestras de cómo un solo jugador mueve a todo un equipo. Si los Spurs volvían a la boca de muchos aficionados, además de por un galés, era por este pequeño genio loco. Tiene visión, toque, disparo, rapidez y algo con lo que nadie contaba. Nadie que solo supiera de este pequeño jugador por las videoconsolas. Este año está demostrando que, para jugar en el centro del campo y robar balones, no hace falta ser corpulento. Como en casi todos los aspectos de esta vida, lo fundamental, es ser INTELIGENTE. Y el croata lo es.
Muchos son los que veían en él otro fiasco de la dirección deportiva blanca. Otros pocos los que le tenían fe ciega. De un modo u otro, ha sabido ganarse con su juego y saber estar el cariño y reconocimiento de casi todos los sectores. Lo único cierto es que, la afición, tras tiempo reclamando a jugadores de toque, hoy los tiene. Y el principal escudero del maestro Xabi Alonso es este pequeño gran pelotero croata.
Minutos. Un tesoro inalcanzable para muchos antes de su adaptación. Paciencia. Enemigo insistente de los títulos y juego. Luka Modric ha sabido templar sus deseos y necesidades por y para el bien del equipo esperando su momento. Confianza no le falta. Y a buen seguro que, aún, no hemos visto todo su repertorio. En el Bernabéu ahora se habla solo de fútbol y, en parte, es gracias a tipos como él.
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