70 millones de euros. Más de 10.000 millones de las antiguas pesetas. Esa es la espectacular cifra que el Real Madrid ha desembolsado en las últimas fechas para costear el desembarco de dos de las mayores promesas del fútbol patrio en Chamartín: Isco e Illarramendi. Todo son alabanzas para la junta directiva merengue, Florentino Pérez a la cabeza. Un «nuevo» Madrid, «españolización» en la casa blanca y demás adjetivos fluyen en las conversaciones de aficionados madridistas ilusionados con este nuevo proyecto.
Es cierto que era imprescindible un cambio de rumbo desde las oficinas del Bernabéu. La era Mourinho ha hecho mucho daño y era muy necesario desviar la atención de ese foco tan dañino en el que terminó por convertirse el técnico portugués. Declaraciones fuera de tono, fichajes muy controvertidos, enfrentamientos con los estandartes del club y un largo etcétera, que no hacía otra cosa que acrecentar la enorme decepción de la hinchada por el pobre bagaje obtenido en cuanto a títulos se refiere en las últimas temporadas. Por ahí se entiende que la llegada de estos dos innegables talentos despierte en la afición una gran expectación e ilusión, ya que hacía demasiadas campañas que no se apostaba con tanta fuerza por el producto nacional.
Pero no nos engañemos, esto no es sino una nueva maniobra para ocultar uno de los mayores males del conjunto blanco en los últimos lustros: el Real Madrid no sabe gestionar la cantera. Y es que por la llamada Fábrica han pasado decenas de jóvenes futbolistas que han sido desaprovechados por la falta de confianza. Por anteponer nombres y negocio a los hombres y al compromiso, al amor por unos colores.
Y aún así, todo hace indicar que no se escarmienta desde la cúpula merengue. Piensan que los billetes son la solución para cualquier problema. 70 millones son demasiados y una inversión de tal magnitud debe estar reservada únicamente para los futbolistas top del planeta. Porque por las categorías inferiores ya pasó un Illarramendi, que ahora triunfa siendo el timonel de una Florentina que apunta muy alto. Hablo de Borja Valero. Y, sobre todo, el caso más sangrante: un Isco de 30 millones no hubiera sido necesario si unos pocos años atrás no se le hubiese dado la patada a Juan Mata, uno de esos jugadores especiales que aparecen cada mucho tiempo y que actualmente reparte delicias a los espectadores que pueblan las gradas de Stamford Bridge. Un campeón de todo que no desentonaría luciendo por los campos de toda España -y Europa- esa casaca blanca que un puñado de ineptos le arrebataron para desgracia del mejor equipo del siglo XX.
1 Comentario
El Madrid tiene un problema (al igual que el Barça y algún que otro equipo más) y es que cuando ‘salen a comprar’ de base le clavan 15 millones más de lo que vale cualquier jugador. Entienden los vendedores que son equipos con necesidades muy específicas a la hora de contratar y que no pueden lanzar el farol de ‘pues si X tiene este precio intentaré fichar a Y por menos dinero’. Ejemplos hay un montón a lo largo de la última década.
Vale que Isco e Illarramendi han salido previo pago de la claúsula, pero puestos a gastarse algo menos en un jugador que por el motivo que sea no será amortizado ni deportiva, ni económicamente, mejor ‘dejar el dinero’ en un equipo de la Liga, que a la Real le vendrá bien ese dinero para mantener a su equipo y llevar a cabo la reforma de Anoeta y ni te cuento al Málaga.
Si se viene a lo de la cantera del Madrid, es complicado y delicado. Porque no hablamos de un equipo al que le cuesta dar minutos de calidad a los jugadores que despuntan, sino que después ni tan siquiera es capaz de sacar un rendimiento económico por los jugadores de su filial que no tienen cabida en el primer equipo.
Personalmente creo que el Madrid, desde la dirección hasta la grada pasando por el técnico de turno, tienen poca paciencia con los canteranos, aunque también es más fácil meterlos con una dinámica de resultados positiva.
Un saludo