Este domingo, a las 14:30 (hora española) mientras todo el mundo observaba atentamente Old Trafford, en el Phillips Stadion el PSV se jugaba recuperar un liderato que le acababa de arrebatar el Ajax tras su victoria por 3-1 ante el Utrecht. Los de Franck de Boer se hicieron momentáneamente con la primera plaza, con dos puntos de colchón sobre el Eindhoven y dos partidos más jugados.
El PSV recibía en casa a un buen conjunto como el Twente (sexto en liga) y las sensaciones permanentes durante el partido fueron un «deja vù» de los otros lances del PSV en Eredivisie esta campaña. El equipo dirigido por Phillip Cocu no domina claramente sus encuentros, no ya por renunciar a la posesión (porque se puede dominar al rival teniendo menos el balón que él, aunque no sea tan obvio), sino por las ocasiones y el feedback que transmiten los 22 jugadores situados sobre el verde. Pero el PSV compite, gana y lidera. (Casi) siempre termina así. Los de Eindhoven saltaron al campo con el mismo planteamiento de siempre. Formación 4-3-3 con extremos muy abiertos y una buena distancia entre todos sus jugadores buscándole la amplitud máxima al tapete verde. Si les toca llevar la iniciativa, el balón les es un extraño tras los dos o tres pases consecutivos. Al PSV le encanta correr, salir a la contra y vivir de los espacios que deja el rival. Por eso están constantemente lanzando balones a la espalda de los laterales adversarios, buscando la superioridad en las bandas con dos laterales muy ofensivos (Willems por izquierda y Arias por derecha) y los dos extremos (Depay-Narsingh), siempre enfocados en centrar lateralmente hacia la cabeza de De Jong y enlazar con una segunda jugada.
Si tocaba iniciar jugada en posicional (algo raro para los locales, que finalizaron el partido con un 44% de posesión), el recurso es el balón largo de uno de los centrales (principalmente Rekik, el futbolista cedido por el City) buscando a De Jong por alto. El Twente trataba de presionar esa salida con dos de sus tres atacantes cubriendo a la pareja de zagueros centrales locales, lo que les hacía depender del pelotazo en largo del guardameta Zoet o de las bajadas de Andrés Guardado, de largo el mejor centrocampista con balón del equipo. Precisamente Guardado es como ese señor anciano que se aferra a un terreno desolado con la vana esperanza de que dé frutos. Ese solar es el mediocampo de un PSV que no lo necesita para su propósito. El equipo de Cocu basa su superioridad en una defensa férrea, la segunda menos goleada del campeonato, tras la del Feyenoord en la que el sistema muta hacia un 4-4-2 con Maher y De Jong iniciando la presión y dos ordenadas líneas de cuatro cerrando espacios en su propio campo, y una pegada letal en ataque (el segundo club más goleador de la liga, por detrás del Ajax).
Con esta idea en mente, De Jong (siete goles en liga) abrió el marcador a la salida de un córner muy bien centrado por Willems (seis asistencias esta temporada) y mal defendido por Mokhtar, que se encontraba en ese segundo palo. A partir de ahí, el PSV siguió percutiendo en su idea de juego: jugadores muy abiertos y separados entre sí, juego directo, salir rápido a la contra y defender ordenadamente. Los centrocampistas no buscaban juntarse y combinar si no llegar al área y hacerlo en los menores toques posibles. El hecho de que dos jugadores de banda (Willems y Narsingh) sean con seis los máximos asistentes del equipo ejemplifica muy bien su estilo de juego. Ya en el descuento de la primera parte, Wijnaldum remataría una gran jugada personal de Narsingh (de lo poco por dentro que combinaron los de Cocu) y el resultado y la tónica permanecerían impasibles al paso de los minutos. Al igual que la liga holandesa, en la que el PSV sigue mandando una jornada más con un punto de distancia sobre el Ajax (y un partido menos que los ajacied).
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