Está claro que Hitler, aprendiendo de Benito Mussolini, decidió meter mano y sacar ventaja del fútbol y el deporte en general. Lo tenía bien claro cuando organizó los Juegos Olímpicos de 1936, que le servirían como escaparate mundial a Alemania y a él mismo al resto del mundo, como ejemplo de lo que la «raza superior» debía ser. Pero no se debía dejar al libre albedrío, así que como su compañero dos años antes, se encargó de que no hubiese equipos no deseados en la final.
Matthias Sindelar estaba ante su oportunidad de gloria. Esperaba que no sucediese lo mismo que en Italia. Al fin y al cabo, no olvidemos que Hitler era austríaco de nacimiento, y Alemania había perdido en primera ronda con Noruega en el primer partido de fútbol que el Führer veía en su vida. Quizás fuera con ellos.
Un arbitraje muy controvertido con Perú en cuartos de final, favoreció clarísimamente a Austria, anulando 3 goles a los sudamericanos en el tiempo extra. Pero aún así, Perú ganó por 4-2 y obtuvo su pase a semifinales. O eso pensaron ellos. Hitler exigió una revancha porque un equipo como Perú, no podía ganar a una selección de la calidad de Austria. Como era de esperar, la selección sudamericana fue ignorada en sus protestas, y como señal de descontento por el trato recibido, tanto ellos como la delegación de Colombia abandonaron Alemania. Austria era ganadora del partido por defecto.
En las semifinales, no precisaron de ayuda, ganaron por 1-3 a Polonia y sellaron su pase a la final. Sin embargo, Sindelar y compañía se tendrían que ver las caras con los italianos, de nuevo. Se adelantó Italia, empató poco después Austria y en el último minuto de partido, Italia se volvió a adelantar. No tengo datos de que esto estuviera amañado, pero evidentemente, suena raro, que precisamente en el último minuto marquen un gol en la final. Pero en fin.
El pobre Matthias Sindelar gastó ahí la última bala para tratar de ganar algo con su selección, puesto que él no sabía que apenas 3 meses antes del Mundial de 1938 celebrado en Francia, la Alemania nazi se haría con el control de Austria con la inactividad de Reino Unido y Francia como testigos. De modo que la selección austríaca dejaba de existir, y los mejores jugadores austríacos, pasarían a ingresar al equipo del Tercer Reich. Y es ahí cuando empiezan los problemas. Matthias se niega a jugar para la Alemania nazi.
Apenas 3 semanas después de la invasión, Alemania organiza el último partido de Austria como selección, en un duelo frente a Alemania. Sindelar juega con Austria, y es fuertemente advertido, junto con el resto de sus compañeros de selección, de que si no quieren problemas, que lo mejor será que dejen que Alemania gane el partido, ya que habrá una alta afluencia de altos mandatarios nazis. Haciendo oídos sordos, Austria gana por 2-0, con el segundo gol de Sindelar, que lo festejó ruidosamente bailando frente al palco de autoridades.
Dejó la selección, y rechazó las convocatorias de la Selección alemana continuamente, pero siguió en el Austria de Viena, con sus amigos de toda la vida, demostrando su gran calidad, no sólo deportiva, sino humana. No dio de lado a sus amigos judíos que comenzaron a ser perseguidos por los órganos del gobierno. Este comportamiento, junto con las negativas a jugar con la selección alemana le reportaron muy malos informes de la Gestapo sobre su persona. 9 meses después, Sindelar moría mientras dormía con su novia por inhalación de monóxido de carbono. Su novia también.
Recibió un funeral de Estado, con 15.000 personas en la calle. La cosa es que su muerte no fue accidental. Sus amigos buscaron a un médico y al jefe de policía de Viena, que dijeran que su muerte había sido un accidente ocasionado por una estufa de gas, ya que a los caídos en suicidios o asesinatos se les permitía tener un funeral de Estado. Pero las hipótesis sobre su muerte, son dos. O bien fue asesinado por agentes alemanes por sus negativas y oposición al régimen y su amistad con judíos, declarada potencialmente peligrosa, o se suicidó al no poder disputar más partidos representando a su amado país. Aún a día de hoy, la incógnita sobre el motivo real de su muerte sigue vigente.
Recientemente, Matthias Sindelar fue elegido como el mejor deportista austríaco del siglo XX, por delante de Hermann Maier (esquiador, medallista olímpico y campeón del Mundo), o de Niki Lauda (triple campeón mundial de Fórmula 1). Algo tendrá Matthias para estar por delante de auténticas leyendas del deporte. Y quizás, no sea solo su calidad, que según parece, en toda la documentación consultada, es casi innegable. Si no también, como símbolo de la resistencia al nazismo y de lucha que representa al pueblo austríaco.
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