Como ya habíamos hablado en anteriores artículos de esta sección «Con Los Guantes Puestos» , ser portero no es tarea fácil. Existen muchísimos factores que influyen o pueden influir en el rendimiento y que pueden complicar esa tarea que parece tan sencilla, el parar los balones que lleguen a la portería.
Hoy vamos a tocar uno de esos factores intangibles y que pueden perjudicar gravemente el rendimiento de un portero, no es otro que el factor mental. El simple hecho de ponerse debajo de los palos conlleva una presión añadida, seas niño o seas adulto. Eres el máximo responsable de que no haya goles en tu portería, y el miedo al fallo aparece. El más mínimo error es penalizado con un tanto en contra.
A veces la experiencia y el tiempo hacen «poso» en el arquero, permitiéndole jugar con esa presión para utilizarla en su favor. Existen multitud de ejemplos, tanto profesionales como amateurs, de guardametas que viven al límite en su posición, demostrando una personalidad fuera de toda duda. Necesitan esa presión para llegar al máximo de su rendimiento, rinden a tope en partidos decisivos, momentos clave… Es un tipo de portero fuerte mentalmente y capaz de contagiar esa fortaleza al resto de sus compañeros.
Al otro lado, tenemos el caso contrario, guardametas que, con unas condiciones físicas y técnicas increíbles, no han podido sobrellevar el peso de la presión. Endebles mentalmente, viviendo partidos desde el nerviosismo, pendientes del «que dirán» , de si hago esto, si no lo hago, si salgo, si no… Una montaña rusa de sensaciones, en la que una gran parada te hace subir al cielo y un error estúpido te hacer bajar a los infiernos.
De ahí viene el «portero equilibrista» , de la necesidad de hacer esfuerzos por no caer al vacío, de seguir una línea de relajación pero con la tensión necesaria para jugar y rendir, de no atenazarse por los nervios, de ser fuerte y no vencerse por la presión de todo lo que le rodea.
Todos hemos hecho equilibrios alguna vez, y todos hemos sufrido el dolor que supone que la presión te gane, pero la mejor sensación que existe en un portero, es la de ser decisivo en el momento límite, esa paz, ese cosquilleo, esa felicidad… Solo la sentimos los que nos jugamos el tipo todos los domingos bajo los palos.
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