El fútbol es grande por la gran cantidad de variables que confluyen en un rectángulo de juego. No todo es técnica, táctica o física a la hora de que un equipo se imponga a otro. Las decisiones arbitrales y la suerte también cuentan. Pero en las selecciones que hoy son protagonistas de esta entrada predomina ahora mismo otro aspecto: el psicológico.
Chile y Uruguay jugarán esta madrugada el que se podría denominar partido de la depresión.
Cuando en el pasado mes de junio Chile vencía en Venezuela y Uruguay derrotaba a Perú, ambas selecciones encabezaban la tabla camino del mundial de Brasil. 9 meses después ni una ni otra han vuelto a saborear las mieles del triunfo y se despeñan de forma alarmante en la clasificación. Hasta el punto de que la selección peruana, fuera de la lucha por entrar en el mundial en todo momento, ha recuperado sus opciones.
El caso de La Roja pinta realmente mal. Con Claudio Borghi el deterioro ha sido progresivo, culminando a finales de 2012 con 3 derrotas muy duras y con la sensación de que el equipo ha perdido totalmente la identidad que con tanto esmero había inculcado Marcelo Bielsa en su exitosa etapa. Complicada tarea para Jorge Sampaoli, nuevo seleccionador, que ha comenzado igualmente mal, cayendo en Perú y dejando al equipo fuera incluso del puesto que otorga acceso a repesca. La fantasía de los Alexis Sánchez, Valdivia, Mati Fernández, Suazo y compañía ha dejado paso a un equipo desorientado y sin chispa que no sabe a lo que juega. Poco o nada se ha mejorado en los defectos que ya existían en la etapa Bielsa, esto es, en la fase defensiva. Chile encaja muchos goles -9 en los últimos 4 partidos- y mientras el funcionamiento ofensivo permanezca encasquillado las cuentas no pueden salir.
Más llamativo todavía es lo que le sucede a la Celeste. Tras dos años fabulosos, con el cuarto puesto en Sudáfrica 2010 y el título de campeón continental en 2011, Uruguay inició su andadura por la clasificatoria para Brasil aprovechando la inercia ganadora manteniéndose invicta durante 6 jornadas. Pero todo se torció en Barranquilla el pasado mes de septiembre, cuando una gran Colombia le atropelló literalmente. 2 puntos de los últimos 15 han apartado al equipo de Tabárez casi definitivamente de las 3 primeras plazas. Y ojo al calendario de los charrúas, que afrontarán en casa compromisos contra Colombia y Argentina y todo lo demás a domicilio. Pero lo peor no está en el calendario, sino en la sensación de que Uruguay se ha quedado anclada en un once que ya parece haber dado de sí todo lo que tenía dentro. Gente como Arévalo Ríos o Ruso Pérez todavía no tienen relevo. Forlán hace meses que no está y pese a ello continúa en el once titular, quedándose en ocasiones en el banquillo un futbolista tan en forma como Edinson Cavani. Un hombre sabio como Vicente del Bosque dijo no hace mucho que “Hace falta también sangre nueva, gente joven y valiosa que revitalice. Lo peor es quedarse parado y no hacer nada, es nocivo un cierto inmovilismo”. Tabárez debería tomar nota porque ahora mismo su equipo no parece en condiciones de ganar a nadie y la falta de renovación ha empezado a pasar factura. Quedar fuera del mundial de Brasil es algo que nadie contemplaba hace pocos meses. Hoy es una opción tangible.
Pero volviendo al aspecto psicológico es muy cierto que una victoria el próximo miércoles de cualquiera de los dos les puede relanzar en la carrera hacia Brasil. El partido adquiere tintes de dramatismo porque el que pierda quedará tocado, muy tocado. Y en caso de que empaten las consecuencias serían nefastas para ambos ya que continuarían con su mala racha.
Malos momentos para estas 2 selecciones. Pero lo interesante del sistema de clasificación sudamericano es que deja todo el tiempo del mundo para rectificar. Y, por supuesto, para salir de una depresión galopante como la que en estos momentos presentan Chile y Uruguay.
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