Continuando con la serie de artículos sobre el fútbol base y el análisis del libro de Javier Lavandeira y Juan Carlos Valerón (El entrenamiento del fútbol ofensivo), hoy me quiero centraren un fragmento de lo que escribe Valerón sobre la base, destacando algunos fragmentos que creo que reflejan perfectamente la importancia del fútbol base y todo lo tratado anteriormente en los dos artículos sobre este tema (< El fútbol base, «fábrica de grandes jugadores > y < La importancia de la formación en el fútbol base >),
“Muchas veces nos preguntamos, ¿por qué vemos a un niño con un descaro tremendo en su juego y no vemos ese atrevimiento cuando es mayor?
Principalmente porque se va deshaciendo poco a poco el talento natural, buscando el tema colectivo con el fin de conseguir el resultado inmediato y no el resultado a largo plazo.
Dentro de este aspecto colectivo, está escondida la búsqueda del jugador robótico, que realiza lo que van mandando y la pérdida de aspectos que considero esenciales para la construcción del futbolista, que son la desinhibición, la creatividad y la iniciativa.
Hay que encontrar el equilibrio entre lo que realiza el futbolista a nivel individual (de forma talentosa) y lo que pretende el colectivo para que ambas confluyan.”
Como ya comenté en el primer artículo, con el paso de estos años en el fútbol base se busca más al jugador que se adapta a lo que busca el entrenador, sin pensar si realmente el modificar las características naturales del jugador es lo más beneficioso.
“La búsqueda del jugador robótico” es algo que ya no es la primera vez que leo, y lo cierto es que es la mejor forma de reflejar lo que ya he dicho. El concepto del “robot futbolístico” ya lo trató Jorge Andrade en un artículo publicado en el periódico deportivo coruñés DXT, y viene a reflejar que los entrenadores y los formadores quieren inculcar una serie de conceptos que el futbolista tiene que “meterse” en la cabeza, conceptos que se considera básicos y que tiene que repetir siempre, de forma que acaba olvidando otros temas que pueden ser importantes.
Por eso es fácil encontrar como en partidos de categorías inferiores encontramos futbolistas de un corte similiar, defensas que incurren en los mismos errores (o aciertos) y delanteros que realizan los mismos movimientos. A ciencia prácticamente cierta (no soy entrenador, y tampoco quiero parecer un “sabio”, cuando no lo soy) estoy seguro de de que la mayoría de todos esos futbolistas tenían una serie de características que los hacían diferentes, que los hacían únicos y “especiales”.
Cuando dos futbolistas de la talla de Andrade y Valerón (grandes artífices de la época dorada del Real Club Deportivo de La Coruña) hablan del mismo tema es porque realmente estamos evolucionando hacia eso. Ellos, que vienen de un futbol base menso organizado y con medios más precarios que los actuales, saben que lo que hay que intentar es que el niño disfrute, inculcándole una serie de conceptos (lógicamente necesarios), pero manteniendo esa chispa de la naturalidad.
“Un futbolista que se ha de tener en cuenta en la base, es aquel que posee criterio a la hora de atacar y defender, que sabe manejarse en aspectos de decisión, tomando como referencia el balón, compañeros y contrarios. (…) Debe poseer personalidad para asumir actuaciones en situaciones hostiles, valentía para tomar decisiones arriesgadas y capacidad para interpretar, según necesidades”.
El futbolista completo, que se llama. Aquel que se puede adaptar a todas las circunstancias, aquel que puede pensar “por si solo”, sabiendo que hacer en todas las circunstancias. Un tipo de futbolista que se contrapone al “robótico” citado anteriormente, un tipo de futbolista que va desapareciendo con el tiempo.
Esa naturalidad y esa capacidad de saber que hacer en todo momento está, por lo menos para mi, relacionada con el dejar evolucionar al futbolista según sus características, permitiendo que sea capaz de equivocarse, enseñándole a través de los errores, pero de forma que mantenga la capacidad de pensar por si mismo, sin que únicamente tenga en su cabeza las ideas de fútbol de su entrenador.
Porque aquel futbolista al que no le dejamos pensar cuando está creciendo, no será capaz de pensar una vez su evolución ha llegado al final. En esa etapa final únicamente tendrá esos conocimientos y esos pensamientos que le han sido inculcados, de forma que se le han borrado los demás.
Puesto que lo dicho por Juan Carlos Valerón es todavía más amplio, y yo quiero analizarlo en profundidad, me permito el lujo de poner un punto y aparte, dejando una cuarta parte de la serie sobre el fútbol base, ya que en ese nuevo artículo trataré uno de los temas importantes que ronda en la cabeza de todos es cuando está el futbolista preparado para subir de categoría, para ir “quemando etapas”, evolucionando y consiguiendo cumplir su sueño de poder vivir por y para el fútbol.
A modo de resumen de todo lo dicho hasta ahora, se puede decir que “el fútbol base evoluciona hacia la creación del futbolista robot, de forma que lo que hacemos es inculcar una serie de valores, obligándoles a cumplirlos, haciendo que únicamente puedan pensar en una serie de conceptos, sin ser capaces de hacerlo por si mismos. Error este, ya que el futbolista tiene que disfrutar de lo que hace, cumpliendo una serie de objetivos colectivos, pero sin olvidar la ilusión por el balón. Esa será la única forma de conseguir más jugadores como Valerón o Iniesta, y menos robots que no aportan nada. ¡Que disfruten con el balón!»
No Hay Comentarios