Jorge Valdano afirmaba que en el fútbol ocurría al revés que en cualquier empresa. Los empleados son los más que cobran. Los mandos intermedios o entrenadores cobran menos que los jugadores pero más que los presidentes, quienes incluso llegan a no tener ninguna retribución.
Esto ha sido así siempre, desde tiempos inmemorables en los que al fútbol se jugaba con grandes trozos de cuero que juntaban formando una figura esférica, hasta estos tiempos en los que se llega a jugar con pelotas que podrían pasar por las típicas que los niños llevan siempre en el maletero del coche familiar junto al cubo y la colchoneta, para ir a pasar un domingo cualquiera a la playa.
Los futbolistas siempre han sido unos privilegiados, esto es así le pese a quien le pese. Su salarios y por ente nivel de vida siempre ha estado por encima del de podría tener cualquier otro ciudadano del país, pero sin embargo en los últimos veinte años es cierto que esta diferencia se ha ampliado de forma totalmente exponencial, hemos visto como mientras el salario mínimo interprofesional de España ha aumentado un 213% desde 1990, el sueldo de los futbolistas ha llegado a crecer hasta un 4.500%.
Utilizando el Reino Unido, y la espectacular Premier League como ejemplo podemos ver en el siguiente gráfico como en 1985 un futbolista de Primera División, lo que más tarde se convertiría en Premier, ganaba de media 24.934 libras. Un muy buen sueldo que suponía 2,5 veces el salario medio de un británico y 2,2 veces la remuneración de jugador de la Tercera división, la actual League One.
Pero es que en los últimos 25 años las remuneraciones en la máxima categoría del fútbol inglés han tenido un crecimiento enorme. En 2010 los ingresos medios de un jugador de la Premier ascendían a 1.162.350 libras.
Esto supone un crecimiento del 4561%.
Por tanto El debate sobre el salario de los futbolistas es recurrente ¿Cobran mucho actualmente los futbolistas de élite?
Pues bien, si en un contexto económico normal puede que no llame (o no haya llamado) demasiado la atención que un futbolista gane al año 10-12 millones de euros limpios, aparte los ingresos por derechos de imagen, que en el caso de gente como Cristiano o Messi, triplican incluso lo que cobra del Madrid o FC Barcelona; en un contexto de crisis económica, paro, desahucios y futuro de color negro tirando a muy negro, estas cifras chirrían.
Un estudio publicado en su día por Virgin Money en Reino Unido demostraba que el 87% de los aficionados al fútbol no está del todo de acuerdo con el sueldo de los futbolistas. De hecho dos de cada cinco aficionados querían y quieren ver a los jugadores aceptar una reducción salarial, mientras que a casi la mitad le gustaría ver la introducción de topes salariales.
Sin embargo, al final, ellos y todos nosotros acabamos acudiendo religiosamente a los estadios, pagando para ver partidos de fútbol y alimentando tal contradicción.
Así que ¿Es justo que un futbolista, que a fin de cuentas, es un señor que se viste de corto ante sesenta mil tíos en un estadio para dar patadas a un balón, cobre lo mismo que el cardio cirujano que te acaba de salvar el pellejo tras un infarto?
Pues oiga, planteada la pregunta así, sin anestesia, pues te paras a pensar y posiblemente llegues a la conclusión de que algo falla. O no.
Desde el punto de vista estrictamente económico, nada es caro o barato en función del «coste» sino de la «rentabilidad». Lo relevante no es el «precio» sino el «beneficio» de la operación. 100 millones es barato si se generan 150 y es caro si se generan 70. Cuando se pagan cifras tan altas es porque se espera recuperar ese dinero con creces.
Parece razonable que si el fútbol genera tanto dinero (sólo en España 9.000 millones de euros entre efectos directos e indirectos), los principales actores del espectáculo, los futbolistas, sean los más beneficiados de ese volumen. Probablemente sus ingresos sean razonables teniendo en cuenta lo que generan.
Además tampoco se dice que en otros deportes (Golf, Fórmula Uno, NBA…) los mejores pagados cobran más que los jugadores de fútbol y que en otras profesiones (actores, cantantes, etc.) sucede lo mismo: ¿Cuánto cobra Julia Roberts o Nicole Kidman por película? ¿Cuánto ingresó Madonna el año pasado? ¿O Justin Bieber?
Esto no significa que los consumidores valoren más el trabajo de los futbolistas y deportistas que, por ejemplo, los médicos. La gente está dispuesto a pagar más por un buen médico para que le opere que a un futbolista por jugar un partido. La cuestión es que al médico sólo le paga el cliente al que opera mientras que al futbolista le paga multitud de personas: los que asisten a los estadios, los que pagan por el pay per view, los que ven los anuncios en las televisiones que lo retransmiten, los que compran las camisetas,… Cada uno hace una pequeña aportación pero sumados significan una fortuna.
¿Y cómo se ha llegado a esta situación?
El espectacular crecimiento de los salarios puede deberse a diversos factores que se han ido produciendo, como por ejemplo la sentencia Bosman de 1995, cuando el Tribunal Europeo dictaminó que los contratos de los jugadores podían moverse libremente entre clubes de la Unión Europea. Los jugadores empezaron a moverse con total libertad por el continente, yendo y viniendo en función del sueldo que se les ofrecía.
La creación de la Premier league en 1992 y la entrada de las televisiones en 1993, dispararon definitivamente los ingresos de los clubes y, con ellos, el sueldo de los futbolistas. Que por inercia, y viendo el negocio se fue trasladando desde la siempre innovadora liga inglesa hasta la italiana, española y alemana principalmente. En España vimos como el boom televisivo llegaría en 1996.
Además gracias al desarrollo tecnológico que se ha producido, el público puede acceder a ver a los mejores profesionales, aunque estos estén a miles de kilómetros.
Si antiguamente los aficionados sólo podían ver el deporte que se realizaba en instalaciones próximas a su domicilio, y en las escasas imágenes que los informativos ofrecía, ahora puede verse a través de la televisión e Internet a los mejores, aunque disputen los partidos en un país lejano.
Todo esto ha hecho que el fútbol haya seguido creciendo hasta niveles inmensos de popularidad, las marcas comerciales veían en los futbolistas, y principalmente en los grandes jugadores , un gran reclamo, se les veía y ve como estrellas capaces de generan valor de muchas formas, de aumentar sus ventas, su popularidad, credibilidad, etc..
Además dentro del propio mundillo todo también se ha ido encareciendo, el precio de las entradas (sobre todo en España) ha crecido salvajemente, Donde los aficionados de este deporte han visto cómo los precios de las entradas se han llegado a multiplicar por diez en este periodo. Si en 1989 las entradas más baratas para ver al Madrid o Barça estaba entre 5 y 6 euros, ver un partido ahora en dichos estadios cuesta por lo general un mínimo de 50 €.
Lo mismo ha sucedido con la aparición, creación y aumento de productos de merchandising. Antiguamente llegaba a ser hasta difícil conseguir una camiseta de tu propio equipo, muchos equipos carecían de instalaciones o puntos de venta, y sin embargo hoy en día uno puede comprarse cualquier camiseta de cualquier equipo del mundo, eso sí, a unos precios altísimos.
Todo esto ha repercutido en sueldos extremadamente altos, así como un crecimiento simultáneo de la inestabilidad financiera de los clubes. Se ha fomentado una mayor deuda, algo que lamentablemente estamos viendo hoy en día en España con desapariciones y descensos de muchos clubes que en épocas no muy lejanas gastaban auténticas millonadas en sueldos.
Es posible que todo esto se podría haber canalizado en por supuesto un crecimiento del sueldo de los futbolistas, que al final son los protagonistas de este deporte, pero quizás con unos topes, unos máximos salariales, y haber aprovechado el “excedente” para invertir en mejores infraestructuras deportivas, mejores métodos de entrenamiento para jóvenes, subvencionar precios de las entradas, productos, en definitiva para no haber deshumanizado y alejado de la realidad tanto el mundo del fútbol.
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